Conseguir controlar la micción por la noche puede ser una tarea que llegue a desesperar a algunos progenitores. A pesar de que no es una enfermedad, si la enuresis se alarga, puede convertirse en un problema que afecta a la dinámica familiar y, sobre todo, a la vida del niño, ya que provoca una mala calidad del descanso nocturno, estrés y disminución de la autoestima del pequeño, que se sentirá triste y agobiado. En este artículo se explica qué es la enuresis, qué causas pueden originar que un niño moje la cama por las noches y qué tratamientos hay disponibles.
Según datos de la Asociación Española de Pediatría, el control total de esfínteres se consigue entre los tres y cuatro años de edad. A pesar de ello, cerca del 20% de los menores de cinco años sigue mojando la cama por la noche, aunque sea un par de veces a la semana. La enuresis nocturna (que se escape la orina mientras se duerme cuando por edad se espera que ya no suceda) puede ser de dos tipos: primaria, cuando el niño nunca ha sido capaz de controlar la micción nocturna, o secundaria, cuando presenta pérdidas después de al menos seis meses seguidos sin mojar la cama durante la noche.
La alarma de enuresis y la desmopresina son los dos tratamientos considerados de primera línea
Este es un problema frecuente que los especialistas califican como infradiagnosticado. Afecta al doble de niños que niñas, se cree, por una maduración más tardía. Se resuelve de manera espontánea y su prevalencia decrece a partir de los 10 años. Sin embargo, es a partir de esta edad cuando resulta más complicado solucionarlo. Se estima que, a los 12 años, un 8% de la población sufre enuresis. En adultos, el porcentaje está en torno al 1%.
Según las Recomendaciones del Comité de estandarización de la International Children’s Continence Society (ICCS), para que pueda establecerse un diagnóstico de enuresis es necesario que los afectados tengan más de cinco años (seis en el caso de los varones), que es la edad a partir de la cual ya se considera inadecuado mojar la cama.
¿Por qué el niño moja la cama?
Las razones del porqué sucede este trastorno -que no enfermedad- no son bien conocidas. Sin embargo, hay algunos factores que aumentan el riesgo de sufrir enuresis:
- Herencia: algunos autores señalan que si uno de los padres tuvo de pequeño incontinencia urinaria, el descendiente tiene un 30% de posibilidades de padecerlo también, porcentaje que aumenta hasta el 50% si ambos progenitores mojaban la cama.
- Ser varón: la enuresis es más común entre los chicos.
- Tener menor producción de hormona antidiurética durante el descanso nocturno, que provoca demasiada producción de orina durante la noche.
- Beber mucho antes de acostarse o, incluso, durante la noche.
- Niños con el sueño muy pesado o en exceso cansados, incapaces de despertarse ante la señal de la vejiga llena.
- Falta de aprendizaje en mantener y vaciar la orina: la comunicación entre el cerebro y la vejiga lleva su tiempo para desarrollarse.
- Sufrir estreñimiento crónico que produce que las heces instaladas en el intestino hagan presión sobre la vejiga y provoca problemas para retener la orina.
- Vejiga demasiada pequeña (todavía no se ha desarrollado por completo) que no permite retener la orina durante toda la noche.
- Alteraciones emocionales: hay situaciones que pueden alterar la vida cotidiana de los pequeños, como estrés, conflictos familiares -como la separación de los padres- o escolares o cambios en el entorno familiar, como el nacimiento de un hermano.
- Problema de salud subyacente.
Si un niño, de repente, empieza a mojar la cama después de un periodo de más de seis meses controlando esfínteres, hay que tener en cuenta algunas señales que pueden sugerir que detrás hay un problema de salud. Así, si la enuresis se acompaña de cambios en la cantidad (chorro pequeño o goteo constante o al terminar de orinar), la frecuencia, el color u olor de las micciones, dolor o escozor, manchas en la ropa interior, pérdida de orina al correr o toser, falta de control de las deposiciones, cambios en el estado de ánimo o cambios en la deambulación por debilidad en las extremidades inferiores (que puede estar provocado por un problema neurológico), es aconsejable acudir al pediatra.
Entre los consejos que dan los expertos a los padres están no culpabilizar al niño, no dar demasiada importancia a la enuresis, mantener una actitud positiva y, sobre todo, no reñirles ni castigarles. Todo lo contrario: trasmitirles que es algo solucionable y que muchos otros pequeños lo padecen.
En el artículo ‘Trastornos miccionales y enuresis en la infancia’ publicado en la revista Protocolos diagnósticos y terapéuticos en Pediatría (2014), se expone que la primera acción terapéutica se basa en informar a la familia sobre el funcionamiento de las vías respiratorias y ofrecerles unas pautas para conseguir unos adecuados hábitos miccionales y de ingesta líquida.
Después, hay dos tratamientos considerados de primera línea: la alarma de enuresis y el tratamiento con desmopresina. La elección de uno u otro depende de la causa predominante y del grado de acompañamiento familiar.
La terapia con alarma de enuresis consiste en un dispositivo que emite una alarma sonora y/o visual en cuanto detecta las primeras gotas de orina. Este tratamiento está considerado el más eficaz, puesto que enseña al niño a asociarlo con las sensaciones de la vejiga y a responder a estas. No obstante, es indispensable la colaboración del pequeño y de su familia.
Por otro lado, está el tratamiento con desmopresina, un medicamento sintético que tiene un efecto similar a la vasopresina (hormona antidiurética) y cuya función es reducir la producción de orina durante la noche. Es un fármaco que puede provocar algunos efectos indeseables (como intoxicación, si se toman líquidos una hora antes u ocho después de su ingesta), por lo que se hace imprescindible la supervisión profesional.