Una neumonía diferente

La infección reviste más gravedad y provoca más días de ingreso si se contrae en una institución sanitaria extrahospitalaria
Por Clara Bassi 3 de octubre de 2010
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Imagen: Scott Jacob

Las personas ingresadas en geriátricos y centros sociosanitarios padecen neumonías más graves y mortales que aquellas que contraen su forma común, conocida como “neumonía adquirida en la comunidad”. En los últimos años, varios estudios han aportado datos que lo demuestran. Por fortuna, hay medidas preventivas que pueden ayudar a evitar que estas personas, especialmente vulnerables, contraigan esta infección. La prevención es, hoy por hoy, la mejor baza para protegerlas.

La neumonía, o pulmonía, es una infección respiratoria habitual en la comunidad. Por lo general, se contrae al inhalar microorganismos patógenos adquiridos fuera del ambiente hospitalario. Está causada por diferentes microorganismos; entre ellos, el más común es el neumococo. Recientemente, nuevos estudios han detectado que su impacto es aún mayor en personas institucionalizadas, es decir, que están ingresadas en centros geriátricos o centros sociosanitarios. Esta nueva categoría de infección respiratoria se denomina neumonía asociada a los cuidados sanitarios y tiene ciertas peculiaridades respecto a su forma común, llamada neumonía adquirida en la comunidad (NAC).

Así, en España, el número de nuevos casos -la incidencia global- de NAC es de 3 a 5 casos por 1.000 habitantes y por año, mientras que en la población geriátrica en el mismo periodo se diagnostican 50 casos de neumonía asociada a los cuidados sanitarios. Esto supone que, en los ancianos, la incidencia es entre 30 y 50 veces mayor que en la población general, por lo que es «altísima», según información de Antoni Torres, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Clínic, de Barcelona, y catedrático de Neumología de la Universidad de Barcelona.

En las personas ingresadas en instituciones sanitarias extrahospitalarias, como los geriátricos, la mortalidad por neumonía es entre 3 y 4 veces mayor respecto a la de los pacientes que contraen la neumonía adquirida en la comunidad. Cuando se ingresa a estos ancianos, fallecen más frente a los enfermos de NAC, un 17% frente a un 4%.

Las personas más vulnerables son las que siguen un tratamiento de diálisis o de quimioterapia, o viven en una residencia de ancianos
Estos datos son fruto de las investigaciones que se han realizado en los últimos cinco años en este grupo de población, por un lado, en Alemania, a través de un estudio realizado por Santiago Ewig y publicado en «Thorax», y en España, en un estudio multicéntrico en el que han participado 13 hospitales, el Centro de Investigación en Red de Enfermedades Respiratorias (CIBERES) y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), cuyos resultados se han comentado en el último Congreso de la Sociedad Europea de Respiratorio (ERS), celebrado en Barcelona el pasado mes de septiembre con más de 22.000 expertos internacionales.

Una infección distinta

Las personas más vulnerables a contraer una neumonía asociada a los cuidados sanitarios son aquéllas que han sido hospitalizadas recientemente, siguen un tratamiento de diálisis o de quimioterapia, o viven en una residencia de ancianos o de cuidados prolongados. Esta vulnerabilidad responde a que estos pacientes son más frágiles y tanto ellos como los que residen en centros tienen un riesgo mayor de infectarse con bacterias resistentes, que son más difíciles de tratar y que se asemejan a las que provocan las infecciones de los hospitales (y no a los microorganismos causantes de la NAC).

Los estudios realizados también han permitido averiguar que las personas que caen enfermas de una neumonía asociada a los cuidados sanitarios permanecen el doble de días ingresadas, consumen más recursos y se infectan a partir de otros microorganismos, mientras que en la NAC el principal agente causal es el neumococo. Entre estos patógenos figuran bacilos gram negativos, como las enterobacterias, que son resistentes al tratamiento antibiótico con betalactámicos, lo que ocurre en toda Europa. Además, padecen más neumonías con aspiración de contenido gástrico u orofaríngeo (neumonías espirativas).

Todas estas peculiaridades han llevado a que los especialistas trabajen en la elaboración de nuevas guías clínicas que permita un manejo diferente de los pacientes con distinto tratamiento.

Prevenir mejor que tratar

La prevención es la mejor forma de combatir la neumonía en el caso de las personas institucionalizadas, que están a cargo de una enfermera o de un cuidador informal, como un familiar o algún asistente, en su domicilio. Ello se debe a que suelen ser personas ancianas y, por lo tanto, frágiles, lo que implica que la enfermedad sea muy difícil de tratar, se requiera ingreso e, incluso, llegue a ser mortal, según apuntan los últimos estudios.

«Estos pacientes con neumonía se descompensan por completo y requieren hospitalización. Es un pez que se muerde la cola. Se descompensan a nivel cardiológico, neurológico, ya que sufren confusión, y al cuidador le resulta muy difícil atenderlos en casa», explica el especialista.

En concreto, los desórdenes neurológicos que sufren son 10 veces más frecuentes en la fase aguda de la neumonía asociada a los cuidados sanitarios que en la NAC. Los cuadros confusionales de estos afectados se caracterizan por el padecimiento de una desorientación temporal y espacial.

MEDIDAS PREVENTIVAS

Hay varias medidas preventivas que es posible aplicar, tanto en los centros sanitarios como en casa, para prevenir que las personas mayores y frágiles contraigan la neumonía. Una de las más básicas es la vacunación antigripal, puesto que la gripe común o estacional se puede complicar con una neumonía, y la vacuna antineumocócica, que evita la infección por el neumococo y, en consecuencia, la mortalidad, puesto que al extenderse la vacunación en esta franja de población disminuye el número de casos.

Otra medida importante es extremar la higiene bucal, porque son muchos los gérmenes causantes de la neumonía que anidan en los dientes y en la cavidad oral. Y, por último, se aconseja controlar al máximo las otras enfermedades asociadas que tengan las personas vulnerables, como las respiratorias (entre ellas la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC), las hepáticas o la diabetes.

“Son medidas que no están implantadas al 100%”, ha denunciado Antoni Torres. Este profesional figura entre los expertos que trabajan en la redacción de las nuevas guías clínicas americanas Health-Care Associated Pneumonia. Su objetivo es mejorar la prevención y el diagnóstico de las neumonías y aplicar un tratamiento antibiótico lo más adecuado posible desde el inicio tanto en los pacientes que contraen la NAC como en quienes sufren neumonía asociada a los cuidados sanitarios.

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