Un estudio español advierte de la información engañosa en la publicidad de algunos medicamentos

Halló un uso inapropiado de citas en el 44% de los anuncios de fármacos contra el colesterol y la hipertensión
Por EROSKI Consumer 7 de enero de 2003

Los médicos que prescriben medicamentos influenciados por los anuncios publicitarios de los laboratorios deben actuar con cautela porque algunas compañías utilizan información engañosa, según revela un estudio publicado en el último número de la revista «The Lancet» por expertos de la Escuela Valenciana de Estudios para la Salud. Los autores de este trabajo revisaron todos los anuncios aparecidos a lo largo de 1997 en seis prestigiosas revistas médicas españolas sobre fármacos diseñados para tratar la hipertensión y los niveles elevados de colesterol. En todos ellos aparecía al menos una referencia bibliográfica de un ensayo clínico o estudio científico para sustentar el mensaje promocional.

Este tipo de citas es cada vez más utilizado por la industria farmacéutica en sus prácticas publicitarias para garantizar a los médicos que las afirmaciones que realizan sobre la seguridad, eficacia y conveniencia de sus productos se basan en evidencias científicas rigurosas. El grupo formado por Pilar Villanueva, Salvador Peiró, Julián Libero e Inmaculada Pereiró trató de verificar si realmente las citas bibliográficas incluidas en los anuncios coinciden con los mensajes publicitarios de los laboratorios, al menos en el caso de los medicamentos contra la hipertensión y la hipercolesterolemia.

Al revisar los 246 anuncios de fármacos diseñados para ambos trastornos, observaron que en el 44% de las ocasiones las referencias bibliográficas incluidas no eran coincidentes con el mensaje publicitario. La irregularidad más frecuentemente detectada era la promoción de un fármaco para un grupo de pacientes distinto al que fue evaluado en el ensayo o estudio que es citado por el laboratorio.

Afirmaciones falsas

También se detectaron quince casos donde los anuncios extrapolaban resultados obtenidos en pacientes de alto riesgo a la población en general. En otros cuatro anuncios se aludía a los beneficios y seguridad de fármacos para personas de avanzada edad o diabéticos cuando las referencias bibliográficas que acompañaban esa aseveración eran de estudios donde no se analizó a esos grupos de pacientes. Y en otros diez anuncios se comprobó que la publicidad del fármaco era exagerada a tenor de los resultados científicos del estudio de referencia. Incluso en nueve ocasiones, la discrepancia entre el mensaje publicitario y la referencia bibliográfica eran tan acusada que la información no puede calificarse de engañosa, sino de falsa.

«Los médicos deben ser cautelosos al valorar los anuncios donde se asegura que un fármaco es más eficaz, seguro o conveniente, incluso cuando esa afirmación está acompañada por una referencia bibliográfica de un ensayo clínico publicado en una reputada revista médica», dicen los autores del estudio español. En un editorial que acompaña al trabajo, Robert Fletcher, de la Escuela de Medicina de Harvard (EE.UU.), recuerda que en 1990, un estudio similar publicado en «Annal of Internal Medicine», centrado en publicidad aparecida en 1990, concluyó que el 44% de los anuncios podría conducir a una prescripción incorrecta de medicamentos si el médico no tuviera otra fuente de información.

A la luz de los datos aportados por la investigación española, el profesor Fletcher sostiene que los médicos deben ser cautelosos al valorar los anuncios, porque las normas que regulan la publicidad destinada a promocionar fármacos no son lo suficientemente estrictas como para evitar estos casos de desinformación.

Regulación estricta

Los efectos sobre la publicidad de la industria farmacéutica en la prescripción de los medicamentos por parte de los médicos es poco conocida y suscita mucho debate entre los expertos. Lo cierto es que la normativa es bastante estricta tanto en España como en el resto de Europa, donde una directiva de 1992 obliga a los editores de las publicaciones médicas a garantizar la veracidad de los textos y a enviar copias de todos los anuncios publicados a las autoridades sanitarias. De hecho, el incumplimiento de estas normas puede ser castigado con sanciones.

Sin embargo, los científicos españoles que han elaborado este estudio precisan que es muy difícil controlar eficazmente la publicidad por la influencia combinada de varios factores, como el gran volumen de material publicitario, la debilidad de los procedimientos de inspección, los complejos mecanismos burocráticos de sanción o la capacidad de algunos laboratorios para redactar sus anuncios con la imaginación insuficiente para no ser acusados de falsedad. Teóricamente, esta información engañosa no debería producirse en ningún caso porque es rechazada por la propia industria en su código de buenas prácticas.

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