Entrevista

Arturo Anadón, miembro del panel científico de FEEDAP

«Hay que implantar el uso racional de aditivos y medicamentos en alimentación animal»
Por Mercè Fernández 11 de febrero de 2005
Img anadon

Arturo Anadón, catedrático de Toxicología y Farmacología en la Universidad Autónoma de Madrid, es miembro del panel científico sobre aditivos y otros productos o sustancias usados en alimentos para animales (FEEDAP en sus siglas en inglés). Como experto ejerce también su actividad en el Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria. Defiende un uso racional de fármacos y un control exhaustivo de potenciales contaminantes. La actividad que se realiza en FEEDAP está resultando ser clave en estos momentos por las crecientes exigencias de control con respecto a los requerimientos y condicionantes que deben cumplirse en productividad animal. El asunto no es baladí, habida cuenta que lo consumido por un animal de granja acaba acumulándose en su carne y ser introducido en el organismo humano provocando alteraciones o desencadenando patologías. Asimismo, también puede acabar dispersándose en el medio ambiente a través de los residuos. Todo ello implica la necesidad de efectuar análisis exhaustivos del compuesto antes de que sea autorizado y de que la empresa lo pueda usar comercialmente.

Ustedes evalúan en la EFSA los aditivos o productos antes de que sean autorizados para la alimentación animal. ¿A partir de qué datos se evalúa su efecto y toxicidad sobre los animales y, sobretodo, en personas?

Hay estudios realizados en animales de laboratorio con los que se ha podido establecer la toxicidad, así como los niveles a partir de los cuales no se da esta toxicidad. Lo ideal seria tener estos datos también en humanos, pero no los hay a nivel general excepto, claro, en el caso de algunos de tipo epidemiológico.

¿Epidemiológico?

Sí, cuando se han dado casos de intoxicación alimentaria de una parte de la población causada por algún aditivo. Esos datos nos sirven para establecer la toxicidad y seguridad de un determinado producto.

La EFSA es relativamente joven. ¿Qué sucede con los aditivos que fueron autorizados antes, los que están usándose desde hace tiempo?

Lo que intenta la Comisión Europea es revisar todas las sustancias que están en el mercado. Además, ni el conocimiento de hace 25 años es el mismo que el de ahora ni los productos tienen una autorización permanente, sino que tienen una duración de unos años tras los cuales la empresa debe pedir de nuevo la revisión. Este proceso de evaluación se hará en el marco de la EFSA.

Entre los temas que figuran en su agenda destaca la evaluación del uso del yodo para aves. ¿Cuál es la posición del Comité en este caso?

«Todos los aditivos y sustancias empleados en alimentación animal deben someterse a un proceso de revisión permanente»

El yodo es un elemento traza esencial que necesitan todos los seres vivos. Vamos a evaluar sus requerimientos fisiológicos para las diferentes especies animales de acuerdo con la Directiva 70/524/CEE y si el yodo que se administra según los niveles actuales autorizados puede tener efectos perjudiciales sobre la salud humana o animal o sobre el medio ambiente.

En ese sentido, creo que los estudios de farmacocinética ayudan a establecer si quedan residuos.

Sí, en ellos se ve cómo un producto se absorbe, se distribuye, se metaboliza y se elimina del organismo. Igualmente nos dan indicación de cómo un producto distribuido en un determinado tejido se va eliminando, hasta que alcanza un determinado nivel residual. Normalmente de analizan cuatro tipos de tejidos comestibles: piel y grasa, riñón, hígado y músculo. Lo que se ha visto con cierta frecuencia es que hay mucha acumulación de residuos en la piel y la grasa debido a que muchos tejidos tienen un carácter lipofílico. Por eso muchas veces se recomienda no comer la piel en el caso del pollo, porque es un tejido que acumula muchos residuos de aditivos, fármacos o contaminantes.

¿Hay algúna sustancia más complicada que otra a la hora de ser revisada y aprobada?

«La mayor acumulación de residuos de antibióticos o contaminantes como las dioxinas se da en la piel y la grasa»

La complicación depende de los usos e indicaciones. En aditivos para la alimentación de los animales se complica el registro cuando se quiere para todas las especies de animales, ya que la empresa tiene que presentar datos específicos del efecto del aditivo en cada animal, y dentro de cada especie su categoría. Por ejemplo, si es para cerdos, hay que tener datos de tolerancia y eficacia del aditivo para lechones, cerdos adultos, en cerdas reproductoras. Y si es para aves, hay que tenerlos de pollos de engorde, gallinas ponedoras y gallinas reproductoras. En resumen, la información que tiene que aportar la empresa es la referente a la calidad del producto, la eficacia para cada especie animal y cada categoría, y datos de la seguridad del producto. La seguridad, además, debe estudiarse para los animales productores de alimento, para el consumidor, para los trabajadores que estarán en contacto con ese producto y para el medio ambiente, ya que el aditivo puede incorporarse a los compartimientos medioambientales.

¿Los antibióticos incorporados en la alimentación de los animales se acabarán eliminando definitivamente de su dieta?

Parece que sí, que se suprimirán todos los antibióticos en su uso a dosis sub-terapéuticas como promotores de crecimiento, por la aparición de posibles bacterias resistentes. Por el momento la Comisión Europea ya ha prohibido la avoparcina, la tilosina, la espiramicina y la virginiamicina. Como promotores del crecimiento quedan actualmente sólo cuatro antibióticos autorizados, avilamicina, flavofosfolipol, monensina y salinomicina. Los dos últimos pertenecen a grupos que no se utilizan en terapia humana.

Hay quien podría decir que si se prohíben todos se va a provocar una «catástrofe» en la productividad de las granjas.

No es cierto. Hoy en día existen alternativas como los probióticos y prebióticos. Normalmente, cuando la Comisión Europea prohíbe algo ya existen alternativas. Además, hay que implantar el uso racional de los aditivos y medicamentos en alimentación animal. Si son necesarios se usan; de lo contrario, no.

EL RETO DE LA ALIMENTACIÓN EN LAS PISCIFACTORÍAS
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Imagen: CSIC

Uno de los retos que tiene por delante el mercado de la alimentación animal es el de la acuicultura. El crecimiento de las piscifactorías es imparable, así como el mercado paralelo de piensos y materias primas para la alimentación de los peces de granjas de engorde. Al reto de conseguir una dieta saludable en estas nuevas granjas, se unió el de los contaminantes cuando, hace un año, saltaron las alarmas por un estudio norteamericano que revelaba que salmones de piscifactorías tenían niveles elevados de dioxinas.

Este, el de las dioxinas, es uno de los aspectos que evalúa la FEEDAP. Lo que se hace, detalla Arturo Anadón, es controlar que piensos y materias primas destinadas a consumo animal no superen ciertos limites tolerables en dioxinas. A veces, reconoce, son limites que se hacen difíciles de cumplir. De un lado, porque si por ejemplo las harinas de pescado proceden de peces del mar de zonas más contaminadas, «la lógica dice que esa materia prima puede tener mucha concentración en dioxinas».

Pero además hay que tener en cuenta las dioxinas que se acabarán acumulando en los peces a lo largo de su vida, para poder respetar la reglamentación de la Organización Mundial de la Salud. Esta ultima establece los límites de dioxinas que debe tener el producto final destinado a consumo humano. En el caso del pescado, está fijado en 4 picogramos por gramo de carne de pescado y 2 picogramos por gramo de aceite de pescado.

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