Entrevista

Carlos Duarte, experto en ecosistemas marinos

Que la acuicultura mejore depende de que se pueda cerrar el ciclo de producción
Por Mercè Fernández 25 de mayo de 2007
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Carlos Duarte es biólogo y uno de los expertos más reconocidos en ecosistemas marinos. Presidente de la Sociedad Americana de Oceanografía y Limnología (ASLO) e investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados del CSIC. Duarte estudia el papel de los ecosistemas acuáticos continentales y marinos en procesos claves en la biosfera, su respuesta al cambio climático, los beneficios que aportan a la sociedad y el desarrollo de herramientas para su uso sostenible. Carlos Duarte demostraba con otros investigadores en un trabajo publicado en Science que la evolución de la acuicultura ha sido hasta cien veces más rápida que en el caso de la agricultura y la ganadería. A ello ha influido el número de especies domesticables: unas 3.000 especies marinas salvajes sirven de alimento, de las cuales unas 400 han sido domesticadas, mientras que sólo unas 200 especies terrestres sirven de alimento.

Además del número de especies ¿hay más razones que expliquen esa diferencia?

Los patógenos. La domesticación de especies terrestres es un puente de transición de enfermedades de los animales al hombre. En la Edad Media, uno de los vectores más importantes de patógenos era el ganado.

¿Como cuáles?

Como la triquinosis, del cerdo, o la peste porcina. En la actualidad se trata de otras enfermedades, como la gripe aviar o la enfermedad de las vacas locas. En el caso de las especies marinas no hay ningún patógeno que haya saltado de la misma forma.

Sin embargo, aunque rápida, se dice que la acuicultura ahora no lo está haciendo muy bien.

“Se trabaja para enseñar a los peces a comer en comederos, así se minimizan los residuos y se reduce la cantidad de alimento necesario”

La acuicultura ahora se percibe como un riesgo, pero puede convertirse en algo positivo. Ahora tiene dos problemas. De un lado, supone un elevado aporte de materia orgánica al mar y, por el otro, depende de la explotación de los recursos pesqueros para obtener las harinas de pescado con las que alimentar a los ejemplares. Que la acuicultura mejore depende mucho de que se pueda cerrar el ciclo de producción, que el alimento que se necesita para producir peces se genere en el propio sistema y que no suponga una presión sobre la diversidad salvaje.

¿Cómo se hace eso?

Se pueden evitar los residuos adoptando modelos de policultura, un cultivo que combine diferentes especies. Por ejemplo, si se pone una jaula de peces, alrededor de esa jaula se ubican cuerdas con mejillones que filtran la materia orgánica que los peces no han aprovechado, alrededor de los mejillones se ponen algas y por debajo de todo ello se ubican peces que comen los detritus que van a parar al fondo. Un sistema así disminuye los residuos a la mitad. Los primeros modelos así se han empezado a aplicar en Israel. También se trabaja enseñando a los peces a comer en una especie de comederos, de forma que no se dispersa la materia orgánica en el mar. Se ha intentado con el salmón y con el bacalao.

¿Y funciona?

Parece que con el salmón sí, pero con el bacalao no se ha tenido demasiado éxito. De cualquier forma, con un método así no sólo se minimizan los residuos sino que se reduce la cantidad de alimento necesario.

¿Podrá el océano seguir proveyendo alimento para la humanidad en el futuro próximo?

Creo que sí, pero no a partir de los océanos salvajes. Hace entre 5.000 y 10.000 años la humanidad tuvo que empezar a domesticar especies terrestres, porque se llego a una encrucijada en la que se vio que no se podía seguir dependiendo sólo de la caza. Con los recursos marinos, aunque hemos tardado más estamos ahora en esa misma encrucijada.

Uno de los argumentos que se dan para justificar la pesca es la necesidad de alimentar a los peces de la acuicultura con ácidos grasos omega-3, que sólo se pueden obtener de organismos marinos. Luego, hay que cogerlos de algún sitio.

Los omega-3 se pueden obtener de macroalgas, que ya se usan como aditivos o emulgentes. Pero se han planteado otras opciones. Por ejemplo, fermentar residuos terrestres, lo que genera metano y microorganismos que, a su vez, generan ácidos grasos omega-3. También se puede obtener con microalgas. Son estos, los microorganismos que están en la base de la cadena trófica, los que producen omega-3, no los peces.

¿Qué más cambios serían necesarios?

Hay que bajar el nivel trófico de la acuicultura. Ahora se cultivan y consumen peces que son grandes predadores. Hay que producir más peces herbívoros y macroalgas para consumo humano. En las Rías de Vigo ya se están produciendo algas. También hay que llevar la acuicultura a mar abierto. En la línea de costa hay más competencia por el espacio, que se necesita para otros usos, y por eso en algunas regiones hay mucha oposición a la acuicultura. Alejados de la costa, hay menos competencia por el espacio y también una mayor dilución de la materia orgánica, lo que disminuye el impacto ambiental.

INTEGRAR ACUICULTURA, GANADERÍA Y AGRICULTURA

Se calcula que para obtener un kilogramo de carne en tierra se necesitan entre 7.000 y 9.000 litros de agua dulce para producir el pienso con el que alimenta el animal. En cambio, para obtener un kilogramo de arroz se necesita algo así como 1.000 litros de agua dulce. «Realmente, la carne representa un 10% de la producción de alimentos en tierra, pero en cambio gasta un 45% del agua», detalla Carlos Duarte. La solución a la escasez de agua pasa por la acuicultura, porque para obtener un kilogramo de pescado en el mar, el gasto en agua es casi nulo. ¿Y la acuicultura en agua dulce? En ese caso, dice Duarte, se requiere mucha agua dulce, razón por la cual “no tiene futuro”.

“Hay que integrar la acuicultura con la ganadería y la agricultura”, dice Carlos Duarte. Una de las líneas de trabajo de este experto es estudiar cual será la mejor evolución de la acuicultura y cómo ésta debe ser integrada con los otros sistemas de producción de alimentos. «En el futuro creo que lo más razonable será producir los vegetales en tierra y desplazar al mar la producción de la mayor cantidad de proteínas». De esta forma será posible obtener alimento para toda la población de la tierra en el siglo XXI, alrededor de 9.000 millones de personas.

Pero para ello se requiere una decisión entre todos los países y liderazgo político. “No se puede dejar al mercado que tome esa decisión, porque no lo hará”. La razón es que hay factores de distorsión, como las subvenciones para el agua de la agricultura. Si no fuera por eso, “el mercado sería capaz de generar un sistema óptimo”, que velara por rebajar los costes de producción. Ya hay países como Egipto que se enfrentan a una seria falta de agua, lo que está lleva a conflictos armados y problemas de seguridad. El agua es uno de los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad y la acuicultura puede ser una de las soluciones.

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