Crónica de una legionela anunciada

Por Mar Mediavilla 27 de agosto de 2001

La legionelosis, enfermedad de declaración obligatoria desde 1997, se ha convertido en un tema recurrente en los medios de comunicación. En lo que llevamos de año, el número de casos asciende a 869 afectados y 24 muertes. El brote de Murcia, con 805 afectados, es, por el momento, la mayor epidemia del mundo de esta enfermedad.

Pese a lo que indican los números, para cualquier experto en la materia los brotes de legionela se enmarcan dentro de los márgenes considerados como normales. Incluso su aumento, coincidente con el verano, forma parte de una normalidad caracterizada por las elevadas temperaturas y la utilización masiva de aparatos de refrigeración.

No obstante, los últimos brotes han devuelto a España a una inquietante realidad. Nuestro país es, ahora mismo, el quinto en Europa en número de casos. Y lo que es peor: la cifra aumenta de año en año. En 1997 el registro no alcanzó los 200, en el año 2000 ascendió a 749 y, en 2001, la cifra ha sido ya ampliamente superada.

El máximo exponente en lo que va de año ha sido Murcia, con un total de 805 afectados y cuatro personas fallecidas, cantidad más que suficiente para que el episodio haya sido considerado la «mayor epidemia» de la historia de la legionela. Pero ha sido en el mes de agosto cuando se ha producido el número más elevado de víctimas atribuibles a esta causa, seis personas fallecidas en Pamplona, la última el pasado 25 de agosto.

A finales de 2000, el Ministerio de Sanidad anunció un Real Decreto con el objetivo de establecer ciertas medidas de control sobre la legionela que entrarían en vigor a principios del año 2001. Su aprobación por el Consejo de Ministros se retrasó hasta el 27 de julio del presente año.

Un microorganismo voraz

La legionelosis, enfermedad producida por la legionela, es una forma de neumonía bacteriana conocida también como enfermedad del legionario. El origen del nombre de la enfermedad se atribuye a una convención de la Legión norteamericana en Pensilvania en 1976. En ella, 221 personas contrajeron un tipo de neumonía, hasta entonces desconocida, cuyo origen se situó en una torre de refrigeración del hotel donde se encontraban. Fallecieron 34 personas y, según el National Institute of Environmental Health Science de Estados Unidos, fue una muestra clara de cómo el ambiente puede afectar a la salud.

Como pudo demostrarse entonces, el agente infeccioso implicado es la bacteria Legionella pneumophila, que habitaba en el agua de las torres de refrigeración, y su vehículo de transmisión son los aerosoles que se forman en el sistema. El microorganismo, por sí sólo, no tiene capacidad para colonizar el sistema respiratorio, por lo que precisa de un soporte sólido, generalmente el polvo ambiental, que le da peso para poder entrar en los alvéolos pulmonares. Cuando ello ocurre, da lugar a un cuadro clínico caracterizado por una neumonía con fiebre alta y malestar general. En principio, no se diferencia de otros procesos neumónicos pero puede ser fácilmente diagnosticada en un análisis de orina.

Si bien su principal mecanismo de transmisión son los aerosoles, que se forman en el proceso de refrigeración, hoy se sabe que la bacteria se puede adherir a las superficies y formar biofilms, pasando a ser un foco de diseminación. Así, se puede encontrar no sólo a las cañerías de agua sino también a aquellas zonas en las que el agua puede condensarse. Las áreas más sensibles son las torres de refrigeración o equipos de aire acondicionado. Y para que crezca el microorganismo, hasta un número elevado, es necesaria una temperatura ambiental alta situada por encima de 20ºC. Es obvio que el riesgo de estos casos se incrementa en el verano con la llegada del calor y la utilización de los sistemas de refrigeración.

El tratamiento antibiótico suele ser efectivo, pero hasta un 10% de personas pueden fallecer por complicaciones o por mal estado previo a la infección. La Legionella pneumophila suele afectar a los adultos a partir de 55 años, y uno de los factores desencadenantes suele ser el tabaquismo porque elimina los cilios de nuestros bronquios, que en situaciones normales evitan que estos microorganismos se adhieran a la superficie de las células que forman parte del sistema respiratorio.

En la mesa redonda «El ingenio industrial en la prevención de la Legionela», organizada por el Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Industriales, Antonio Gómez, presidente en Andalucía de la Asociación Técnica Española de Climatización y Refrigeración (Atecyr), remarcaba que en las labores de prevención es fundamental la revisión, por lo menos dos veces al año, de las conducciones de agua en determinados centros, como por ejemplo hospitales y hoteles. Estos dos edificios se han convertido en los principales focos de origen de los brotes detectados durante este año. Gómez remarcaba en el citado foro que la inspección de las instalaciones se convierten en una importante garantía.

Un cuadro inquietante

A pesar de estas conclusiones, el número de casos registrado en España ha ido en aumento en los últimos años. Aunque las causas no son del todo claras, todo apunta a que una mejora en los métodos diagnósticos, así como el uso cada vez más generalizado de sistemas de refrigeración no siempre en un estado óptimo de mantenimiento, habría contribuido de forma significativa a una mayor presencia del microorganismo que desencadena la enfermedad. Tampoco el origen del brote de la enfermedad puede ser esclarecido siempre.

En el último trimestre del año 2000, en los brotes de legionelosis de Vigo (30 afectados y 4 fallecidos) y Alcoy (inicio en septiembre de 1999, con un total de 170 personas afectadas y 7 fallecidos), no se encontró el foco origen de la infección; algo que sí ocurrió en el caso de La Barceloneta en Barcelona (48 afectados y 1 fallecido), localizado en las torres de refrigeración de tres edificios del puerto olímpico. Antes de acabar el año aparecieron brotes más reducidos en Lleida, Girona, Cáceres y La Rioja.

Hasta este verano, el brote de legionela con mayor número de personas afectadas se remontaba al año 1996 en Alcalá de Henares con cerca de 250 afectados y 11 fallecidos. Pero el brote de Murcia, declarado el 7 de julio, aunque el informe epidemiológico elaborado por la Consejería de Sanidad de la citada comunidad situaba el origen en los últimos días de junio, se convirtió en «la mayor epidemia de la historia de esta enfermedad». Un total de 805 personas resultaron afectadas y se sumaron cuatro fallecimientos.

Pero los casos han continuado durante el verano. En el mes de julio resurge un brote en Alcoy (seis nuevos afectados y un fallecido); y en agosto se suman casos en Jaén (3 personas fallecidas, la última víctima el martes 27), Huelva (2 fallecidos), Salou (un turista británico) y Pamplona. Este último, declarado el seis de agosto en el hospital público Virgen del Camino de la capital navarra, es el que se ha cobrado un mayor número de víctimas mortales, seis en total, de un total de 19 afectados.

Carlos Álvarez-Dardet, catedrático de Salud Pública en la Universidad de Alicante y director del Journal of Epidemiology and Community Health, participó a finales del mes de julio en un chat (entrevista digital) con los lectores en el diario El País (www.elpais.es). Álvarez-Dardet remarcaba que en España se debería contar con un servicio parecido al Epidemiology Intelligence Service(1).

Mirando con lupa

El Ministerio de Sanidad anunciaba que a principios del año 2001 se aprobaría un Real Decreto que establecería los criterios higiénico-sanitarios para la prevención y control de la legionelosis. Pero no fue hasta finales del mes de julio, día 27, cuando el Consejo de Ministros dio luz verde.

En él remarcaban que los titulares de las instalación son los responsables de realizar los programas de mantenimiento periódico para garantizar el correcto funcionamiento de las instalaciones y el control de calidad microbiológica y fisico-química del agua. Para ello deben disponer de un Registro de Mantenimiento con las fechas de revisión, limpieza y desinfección general, así como el protocolo utilizado, los productos empleado con las dosis, el tiempo de actuación, fechas y resultados de los análisis del agua con la firma del responsable técnico de los mismos.

Las autoridades sanitarias responsables de la inspección, en base al citado Registro, calificarán las infracciones administrativas. Según el Real Decreto, las simples irregularidades serán infracciones leves; la no corrección de la deficiencias observadas o la omisión de datos o la reincidencia en infracciones leves serán consideradas como graves. Si la infracción se realiza de forma consciente y deliberada, produciendo un daño grave para la salud pública, se impondrá una infracción muy grave. En Cataluña, como consecuencia del brote de legionela en La Barceloneta, a principios de año la Generalitat publicó el Decreto 3304, en el que se especificaban las normas para la correcta desinfección de las instalaciones de refrigeración.

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