Según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1,8 millones de personas fallecen cada año a causa de enfermedades diarreicas. Un 90% de ellas son niños menores de cinco años, procedentes principalmente de países en desarrollo. Buena parte de estas muertes son atribuibles a la falta de acceso a agua potable y a servicios de saneamiento.
Hace unos meses, un informe de la OMS y UNICEF advertía que más de 2.600 millones de personas (más de un 40% de la población mundial) carecían de acceso a saneamiento básico, y más de 1.000 millones de personas todavía utilizaban agua obtenida de fuentes insalubres. Ahora, datos presentados con motivo de la celebración del Día Mundial del Agua, el pasado 22 de marzo, reflejan un estancamiento de la situación.
A pesar de que se han producido avances considerables, todavía «queda una gran labor por hacer», ha reconocido Kofi Annan, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Por este motivo, las autoridades internacionales han aprovechado la celebración del Día Mundial del Agua para presentar el Decenio «El agua, fuente de vida», que hasta 2015 prevé alcanzar las metas acordadas internacionalmente en el ámbito del agua y el saneamiento y sentar las bases para seguir avanzando en los años siguientes.
En agosto de 2004, el informe Meeting the Millennium Development Goals (MDG) drinking water and sanitation target – A mid-term assessment of progress, elaborado por las citadas organizaciones, describía el progreso realizado por países, regiones y el mundo en general entre el año 1990 y 2002. Entonces, el informe presentaba dos predicciones sobre el logro de los objetivos para el año 2015 y los expertos reconocían que el número de muertes que se produciría si no se alcanzaba la meta del saneamiento podría evitarse colmando la brecha entre las poblaciones rurales y urbanas y proporcionando una educación higiénica elemental. El informe, el primero de una serie destinados a examinar los progresos alcanzados en la esfera del abastecimiento de agua y del saneamiento, nacía como llamamiento a seguir trabajando para eliminar las disparidades que existen entre los servicios básicos.
Preferencia en la agenda política internacional
El 88% de las enfermedades diarreicas son atribuibles a la pésima calidad del agua, servicios de saneamiento precarios y a la falta de higieneLa problemática del agua acrecienta numerosos problemas en muchos países, sobre todo los que están en vías de desarrollo. Desde hace años, solucionar estos problemas ha sido el objetivo de las principales organizaciones mundiales. En 2003, durante la celebración del Año Internacional del Agua Dulce, la disponibilidad de agua dulce limpia se manifestó como una de los problemas más importantes a los que se enfrentaba la humanidad, según reconocía la ONU. Tres años antes, en septiembre de 2000, los dirigentes mundiales se comprometían, en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, a reducir a la mitad, para el año 2015, la proporción de personas que carecían de acceso a agua potable. Más tarde, durante la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible de 2002, celebrada en Johannesburgo, se acordó un objetivo de amplitud similar, como reducir a la mitad, también para el año 2015, el porcentaje de personas sin saneamiento básico.
Las actividades para conseguir los objetivos de desarrollo en materia de agua y sanidad se materializaron en septiembre de 2004 con un acuerdo internacional entre Green Cross International y UN-Habitat. Según el informe presentado por esta última organización, «El agua y la sanidad en las ciudades del mundo», unos 150 millones de residentes urbanos de África, que representan hasta el 50% de la población urbana, no tiene un aprovechamiento adecuado de agua, mientras que 180 millones de personas que viven en áreas urbanas no dispone de una sanidad adecuada. En los núcleos urbanos de Asia, 700 millones de personas, que constituyen la mitad de la población, no tienen agua potable. El acuerdo reconocía que la crisis del agua es global y que el acceso a agua potable y a la sanidad básica no debe considerarse como un privilegio sino como un derecho fundamental.
A finales de 2004, la OMS actualizaba las directrices para la calidad de agua potable, cuyo objetivo es ayudar a los reguladores y proveedores a garantizar y mejorar la calidad del suministro. La renovación prevé adoptar nuevas medidas de salud pública para enfocar la prevención de la contaminación microbiana y química de las provisiones de agua.
Las prioridades del próximo decenio
La década 2005-2015 se revela ahora como crucial para centrar la atención internacional de lo que los expertos consideran que debería ser algo obvio: el agua es una fuente de vida. La Asamblea General de las Naciones Unidas ha proclamado, en la Resolución A/RES/58/217, el periodo de 2005 a 2015 como Decenio Internacional para la Acción, «El agua, fuente de vida».El África subsahariana es una de las zonas que más afectada está por esta problemática. Además, es una de las regiones donde el avance de los servicios de saneamiento es más escaso. Por todo ello, y sobre la base de las prioridades actuales, los objetivos generales del Decenio incluyen infundir una sensación de urgencia y garantizar que las diferentes partes interesadas actúen con celeridad con el fin de lograr las metas relativas al agua y al saneamiento. Durante este periodo, está previsto también favorecer y ampliar la participación de la sociedad civil para conseguir un mayor compromiso social.
Según la Asamblea General de las Naciones Unidas, la meta relativa al saneamiento resultará inalcanzable para 500 millones de personas, excepto en el caso de que el ritmo de avance experimente una intensa aceleración. En opinión de los expertos, el crecimiento de la población está socavando muchos de los logros. Si bien entre 1990 y 2002 más de 1.000 millones de personas pasaron a disfrutar de servicios de saneamiento, el número de habitantes sin acceso a tales instalaciones sólo se redujo en 100 millones. Uno de los principales objetivos de las medidas incluidas en el Decenio es prevenir las enfermedades provocadas por el consumo de agua contaminada, que afectan a 1,8 millones de personas cada año. En líneas generales, el 88% de las enfermedades diarreicas son atribuibles a la pésima calidad del agua, la precariedad de los servicios de saneamiento y la falta de higiene.
En la misma línea que el Decenio, el Foro Mundial sobre Agua, Saneamiento e Higiene para todos (WASH), que se celebró en diciembre de 2004, confirmaba el compromiso del agua, el saneamiento y la higiene como derechos humanos, y trazaba planes de acción para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), según reconoce el International Water in Sanitation Centre (IWC).
Tener acceso a agua potable podría prevenir millones de casos de enfermedades cada año en todo el mundo. Según la OMS, en la región europea se producen 13.500 muertes anuales de niños menores de 14 años a consecuencia de enfermedades relacionadas con el consumo de agua contaminada. La mejora del abastecimiento de agua podría reducir entre un 6% y un 25% la morbilidad por diarrea, y la mejora del saneamiento podría disminuir la morbilidad por diarrea en un 32%. Según datos de la UNESCO, la mejora de la calidad del agua potable mediante el tratamiento del agua doméstica, por ejemplo con la cloración en el punto de consumo, puede reducir entre un 35% y un 39% los episodios de diarrea.
Las enfermedades relacionadas con el uso de agua incluyen las causadas por microorganismos y sustancias químicas presentes en el agua potable; enfermedades como la esquistosomiasis, que tiene parte de su ciclo de vida en el agua; la malaria, cuyos vectores están relacionados con el agua; y enfermedades como la legionelosis, transmitida por aerosoles que contienen microorganismos. En Bangladesh, entre 28 y 35 millones de personas consumen agua de bebida con elevados índices de arsénico, y se calcula que existen en el país 1,5 millones de casos de lesiones cutáneas relacionadas con la presencia de arsénico en el agua de bebida. En China, más de 26 millones de personas padecen fluorosis dental debido a las altas concentraciones de fluoruro en el agua de bebida., y más de un millón de casos de fluorosis ósea se pueden atribuir al agua de bebida, según los expertos.
En opinión de la organización sanitaria internacional, los brotes provocados por microbios en el agua potable afectan a cientos de miles de personas. No ha sido extraña la detección, tanto en comunidades grandes como pequeñas de países desarrollados, de brotes provocados por agua potable contaminada, como en Canadá, donde hace unos meses se registraron episodios debidos a E. coli O157 y a Campylobacter. En Estados Unidos, Japón y Francia también se han detectado brotes provocados por Cryptosporidium. Lee Jong-Wook, director general de la OMS, sentencia que «el agua y el saneamiento son uno de los principales motores de la salud pública», de ahí la importancia de garantizar su seguridad y calidad.