Enfermedades por alimentos

La incidencia en la UE de enfermedades infecciosas por alimentos y agua y algunas zoonosis va a la baja, según un informe europeo
Por Marta Chavarrías 23 de agosto de 2007

Los expertos prevén que en los próximos diez años la mayoría de enfermedades infecciosas por el consumo de alimentos o agua contaminados hayan disminuido de forma considerable. Enfermedades bacterianas como campylobacteriosis es una de ellas, según un informe presentado por el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, en sus siglas inglesas), el primero que elabora esta agencia, operativa desde mayo de 2005 y que incluye un elaborado apartado sobre enfermedades de transmisión alimentaria y zoonosis relacionadas con la cadena alimentaria.

Las cifras sobre campylobacteriosis en la UE indican que se trata de una enfermedad con clara tendencia a la baja, que tuvo un pico de más de 50 casos por cada 100.000 personas entre 2001 y 2002. A pesar de datos como este, el informe sostiene que la lucha contra las enfermedades infecciosas debe continuar siendo uno de los ejes fundamentales de actuación en el ámbito comunitario, para hacer frente sobre todo a la aparición en los últimos años de nuevas enfermedades, como la nueva variante de la enfermedad de Creutfeldt-Jakob (ECJ) en los años 90, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) en 2003 o la resistencia a fármacos de microbios ya existentes. Por ejemplo, «la amenaza de una pandemia de gripe aviar debe ser una prioridad en la UE», reconoce Markos Kyprianou, comisario europeo para la Salud.

El informe, que cubre las 49 enfermedades infecciosas más importantes de los 25 países miembros de la UE y Lichtenstein, Noruega e Islandia durante el año 2005, atribuye parte de la responsabilidad a factores como la producción intensiva de alimentos y la apertura de nuevos mercados, que dificultan las tareas de prevención y control de brotes de intoxicaciones. Para que esta tarea sea eficaz es necesario definir estrategias de colaboración entre los consumidores y las autoridades sanitarias que incluyan expertos sanitarios y veterinarios.

Infecciones bacterianas

Considerando que la incidencia de campylobacteriosis es la más común en la UE, el análisis de las principales bacterias patógenas en alimentos no debe pasar por alto Salmonella, cuya ruta principal de transmisión es la carne de ave y cerdos, y especialmente huevos. La incidencia en la UE ha sido alta, aunque los últimos datos al respecto dan pistas de un ligero descenso. En 2005 se registraron un total de 181.876 casos de salmonelosis en la UE, sobre todo en países como la República Checa y Eslovaquia, y la mayoría de casos afectaron a niños de 0 a 4 años (un 27% de los casos). Otros países como Suecia y Noruega también han confirmado casos, la mayoría de ellos importados (77-87%).

Otra de las infecciones que han dado de qué hablar en la UE ha sido la provocada por Shigellosis, cuya transmisión puede producirse directamente de persona a persona o indirectamente a través de alimentos y agua. En este caso, más que nunca, es imprescindible mantener unas adecuadas medidas de higiene para mantener la tendencia a la baja de los últimos 10 años. En 2005 se detectaron un total de 7.425 casos en humanos en 26 de los países comunitarios. Teniendo en cuenta que se trata de una enfermedad endémica en muchos países que visitan los consumidores europeos, los expertos hacen especial hincapié en dotar de información sobre el riesgo para evitar futuros brotes.

Una de las que mayor incidencia ha tenido en los últimos diez años ha sido Escherichia coli, que entre 1995 y 2002 dobló el número de afectados. En 2005 se detectaron poco más de 5.200 casos en la UE, la mayoría en la República Checa, y a finales de 2006 EEUU confirmaba un brote masivo por el consumo de espinacas contaminadas con Escherichia coli O157:H7 relacionado con la producción de vegetales crudos.

Con menos incidencia, aunque no por ello menos importante, deben citarse también Yersinia, Listeria monocytogenes, Brucella y Clostridium botulinum, todas ellas con clara presencia en la UE y efectos en la salud de los consumidores.

Un caso particular

El análisis de las principales enfermedades infecciosas de origen alimentario y, en concreto, de animales, cita de forma específica la variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ), la forma humana de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) o mal de las vacas locas. Con un periodo de supervivencia de 14 meses, la vía de transmisión suele ser el consumo de carne infectada, aunque también se han descrito casos de contaminación a través de la sangre. Una de las principales medidas de prevención que aportan los expertos es evitar que la forma anómala del prión responsable de la enfermedad entre en la cadena alimentaria.

Según el informe, la transmisión de la enfermedad tiene profundas implicaciones sociales, económicas y políticas porque el periodo de incubación se extiende a varios años e incluso décadas. A pesar de que los datos recientes sobre la enfermedad dejan espacio para la «tranquilidad», sobre todo por el descenso de casos en países como el Reino Unido, donde se originó, sigue habiendo incertidumbre sobre los futuros posibles casos. Hasta 1995 sólo había confirmado casos el Reino Unido (10). Un año más tarde, le seguía Francia, con un caso, y en 1999 Irlanda. A partir de 2004 empezaron a detectarse también en Portugal (1) y en España (1).

REFORZAR LOS SISTEMAS DE INOCUIDAD

Img lavado3Que el sector de la alimentación es uno de los más vulnerables a sufrir alteraciones es un hecho que queda demostrado con numerosos estudios e informes. Por todo ello, desde un plano más generalizado, organizaciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaban de poner en evidencia algunos de los incidentes y deficiencias en los sistemas de inocuidad de los alimentos. Incidentes como los descritos reflejan las fisuras en este campo, especialmente en el plano del conocimiento de los requisitos de inocuidad y en el uso ilegal de ciertas sustancias, como aditivos alimentarios o fármacos no autorizados.

En el último año, ambas organizaciones han llevado a cabo una intensa labor de análisis de unos 200 incidentes alimentarios al mes. Para reducir esta tendencia, los expertos apuestan por dotar a los países de herramientas que les permitan aplicar las normas de calidad e inocuidad internacionales. Las necesidades se reflejan especialmente en los países en desarrollo donde, según la OMS, debe hacerse frente a las deficiencias de saneamiento y a la intensificación de la producción de alimentos. La acción es fundamental en la fase primaria de producción, que es donde se localizan la mayoría de incidentes y en la que los controles suelen ser más relajados.

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