Envases de metal para el agua, ¿son todos seguros?

Las botellas de aluminio que usan sobre todo los excursionistas son ligeras, aunque deben tenerse algunas precauciones para evitar que se oxiden
Por Marta Chavarrías 19 de octubre de 2016
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Imagen: j0ycem

En el mercado se pueden encontrar numerosos formatos de envases y materiales destinados a la conservación de alimentos. El plástico es uno de los materiales estrella en el caso de las botellas para conservar agua, pero también lo es el aluminio. Junto con los termos, las botellas de aluminio son los envases que usan sobre todo los excursionistas para realizar salidas a la montaña. Este material es ligero, lo que hace que no pesen mucho, pero deben tenerse algunas precauciones para evitar que se oxiden y alteren el sabor del líquido. El artículo explica cuáles son las ventajas y desventajas del aluminio y qué otros materiales pueden utilizarse para llevar agua.

El envase es una de las partes fundamentales e imprescindibles para poder almacenar y transportar agua con seguridad. En la mayoría de los casos, el material es plástico, sobre todo en el agua embotellada, en concreto PET (tereftalato de polietileno), muy resistente a los agentes químicos, estable a la intemperie y muy rígido. Este tipo de botellas se someten a estrictos controles que incluyen inspecciones visuales, de forma, controles microbiológicos del envase y de resistencia del material. También puede usarse policarbonato, para cuyo caso se comprueba la migración de efectos nocivos para la salud (se ha relacionado con trastornos mentales como el mal de Alzheimer, aunque no se ha identificado como causa directa). Para evitar que el aluminio entre en contacto directo con el agua, la mayoría de las botellas llevan un recubrimiento, una capa interna que impide este contacto. En algunos países como Alemania, Francia, Bélgica o Reino Unido, su uso está prohibido para evitar migraciones de sustancias que puedan suponer un riesgo para la salud.

Según un estudio realizado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), un alimento en contacto con papel o recipientes de aluminio contribuye al aporte de este mineral, sobre todo en el caso de alimentos ácidos. Esta migración depende de aspectos como la temperatura y el tiempo de calentamiento (en el caso de cocción), la composición y el pH del alimento, así como la presencia de ácidos orgánicos, sal y otros iones. Pero si la fabricación es de calidad, las botellas de aluminio no desprenden partículas de aluminio gracias al recubrimiento que tienen en el interior.

Para evitar que el aluminio reaccione con líquidos ácidos los envases llevan una capa de esmalte interior. Los recipientes de aluminio anodizado son los más seguros. Este aluminio, después de recibir un tratamiento electrolítico, es recubierto con una capa que le brinda una mayor protección ante posibles amenazas. Este tratamiento se realiza para evitar que el aluminio se oxide con rapidez al contacto con el oxígeno. A pesar de que las botellas de aluminio son duraderas, deben evitarse golpes o caídas que puedan afectar a la eficacia del recubrimiento interior.

Otros materiales: vidrio, plástico o acero inoxidable

Las botellas de agua de plástico son, con diferencia, las más utilizadas, en concreto de PET (tereftalato de polietileno). En el caso de que se use policarbonato, se debe comprobar la migración de bisfenol A (BPA), una sustancia química que se usa en la fabricación del plástico y que puede migrar del envase de policarbonato al agua. En 2007, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) determinó una ingesta diaria admisible (IDA) de 0,05 mg/kg de peso corporal.

Las botellas de vidrio para agua tienen importantes ventajas, ya que es de un material inerte, impermeable a los aromas y a la humedad. Pero, en contrapartida, tiene algunas desventajas frente a otros materiales, pues no es la opción más cómoda para transportarlo por su peso, además del riesgo de que se rompa si recibe un golpe o se cae.

Los bidones de acero inoxidable, el mismo material de las cacerolas y los cubiertos, tienen numerosas ventajas porque no reaccionan con ningún tipo de bebida, ni pierden cualidades, ni transmiten ningún tipo de olor ni sabor y no se emplean productos que puedan liberarse. El acero inoxidable es muy resistente a la corrosión y al desgaste por el uso, por lo que supone uno de los materiales más utilizados para hacer el menaje de cocina. Sobre su superficie se forma una capa protectora de óxido de cromo, que salvaguarda los utensilios de la corrosión.

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