Así funcionan los nuevos envases inteligentes y activos para los alimentos

Los nuevos envases activos e inteligentes han llegado para revolucionar el sector de la alimentación y aumentar la vida útil de los productos
Por Gonzalo Delgado Pando 15 de junio de 2021
envases inteligentes para alimentos
Imagen: Getty Images

El mundo de la alimentación actual no podría entenderse sin los envases: sin ellos, muchos de los productos que hoy encontramos en los supermercados no existirían. Los envases no solo ayudan al transporte y la distribución más eficiente de los alimentos (imaginemos por un momento que no existieran y todo se vendiera a granel), sino que son una gran ayuda para mantener la calidad y la seguridad del producto (el envase de una bolsa de patatas fritas ayuda a que estas no se rompan y se mantengan frescas cuando llegan a nuestras casas). Hoy en día, los envases con una tecnología más avanzada que hallamos  en el mercado son dos: los envases activos y los envases inteligentes. A continuación te contamos las características de cada uno, sus tipos y cómo funcionan.

En los últimos años se ha avanzado mucho en el diseño y la creación de envases que ayudan a la conservación de los alimentos y mantienen intacta su calidad hasta llegar al consumidor. Aumentar la vida útil de un producto significa que la industria puede conservarlos por más tiempo y, por tanto, resisten transportes más lejanos. En el supermercado, los alimentos duran más en las estanterías, por lo que habrá más posibilidades de que se compren y no se echen a perder. Y, para el consumidor, supone que el producto tarda más tiempo en estropearse, por lo que dispone de más días para consumirlo, lo que reduce el despilfarro.

En la actualidad, los envases con una tecnología más avanzada que ya podemos encontrar en el mercado son dos: los envases activos y los inteligentes. Los primeros son aquellos que contienen un producto secundario que mejora las condiciones de conservación del producto que contienen,  mientras que los inteligentes proporcionan información adicional al consumidor de si el producto está en buen estado o no, ayudando así a reducir los desechos alimentarios: cuanto más duran los alimentos en casa, más tiempo tienen los consumidores para comerlos. A simple vista, estos envases no se diferencian de los más tradicionales, pero, ¿cómo funcionan?

💡 Los envases activos

Su objetivo es mejorar la seguridad alimentaria, preservar la calidad del alimento y alargar su vida útil. Esto se consigue con una sustancia o elemento activo que se incorpora en el envase. Según su interacción con el alimento, encontramos tres tipos:

✅ Envases absorbentes

Su función es absorber, principalmente, gases que interfieren en la maduración y vida útil del producto. Existen sistemas que captan oxígeno, dióxido de carbono, etileno o humedad/exudados.

  • ¿Por qué se necesita restringir el oxígeno de los paquetes? Generalmente se hace para evitar la degradación del alimento, ya sea al impedir el crecimiento de microorganismos que necesitan oxígeno para sobrevivir o al evitar que el producto se oxide, como le ocurre a la manzana una vez pelada, por ejemplo.
  • En el caso del dióxido de carbono, este tipo de absorbentes se usa, por ejemplo, en el café fermentado: algunos fabricantes realizan este proceso para potenciar su aroma y gusto. Para retrasar cambios en los sabores característicos del café (y que así el producto dure más) o simplemente para evitar que el paquete estalle, introducen en el paquete un absorbente de dióxido de carbono.
  • El etileno, por su parte, lo emanan las frutas y verduras al madurar. Los frutos climatéricos, es decir, aquellos que siguen madurando una vez cosechados, siguen produciendo etileno, por lo que, al envasarlos en grupo, están expuestos a una mayor cantidad de este gas (ya que son varias frutas “encerradas” en un mismo espacio). Incorporar un absorbente en el envase ayuda a que no maduren en exceso y se echen a perder.
  • Quizás los más conocidos para el consumidor sean los que evitan la humedad y los exudados. Hablamos de las almohadillas que encontramos en las bandejas de carne y pescados que lo que hacen es absorber la humedad del alimento. Esto se realiza por dos razones: la primera, porque estos líquidos pueden acelerar el deterioro del alimento; y la segunda, por una cuestión estética, para que el exudado (ese líquido rojizo que se acumula en la carne envasada) no quede a la vista del consumidor.

¿Cómo sabemos que estamos ante un envase activo absorbente? Todos estos absorbentes pueden venir en saquitos dentro del envase o ya incluidos en el plástico del envoltorio. De hecho, algunos envases de pasta fresca contienen este tipo de absorbentes de oxígeno que parecen plásticos normales a simple vista.

✅ Envases emisores

En lugar de absorber gases lo que se consigue es lo contrario: las sustancias salen del envase y se depositan en el alimento. Así existen recipientes que liberan agentes antioxidantes, antimicrobianos, aditivos y aromatizantes o espuma.

  • Un ejemplo son los envases de frutas y verduras cortadas y peladas que incorporan en su interior compuestos antioxidantes y antimicrobianos extraídos de los propios vegetales. Estos compuestos se liberan poco a poco para alargar la fecha de caducidad del producto.
  • Un envase también puede incorporar una bolsita que emite dióxido de carbono o etanol como agentes antimicrobianos, es decir, que impiden el crecimiento de patógenos.
  • Los recipientes que emiten aditivos y aromatizantes no están tan extendidos en el mercado, pero algunos sí que han visto la luz en los últimos años, sobre todo en productos de cuarta gama (vegetales frescos envasados). Por eso, podemos encontrar vasos que liberan sabores al agua, envases que desprenden olores al abrirlos y plásticos que reducen el sabor amargo de ciertos productos al entrar en contacto con ellos.
  • Los generadores de espuma los hallamos, sobre todo, en el mercado cervecero. La marca Guinness, por ejemplo, incluye en sus latas una cápsula llena de nitrógeno líquido. Al abrir la lata y por la diferencia de presión con el exterior, la cápsula libera el gas poco a poco por un pequeño orificio, lo que forma una espuma muy espesa en la cerveza. Al ser más grande que la apertura, la cápsula se queda en la lata, por lo que es completamente inofensiva para el consumidor.

✅ Envases reguladores

Controlan la temperatura de los productos. Así encontramos envases autocalentables y autoenfriables, pero también algunos aptos para microondas que ayudan a un rápido calentamiento y mantenimiento de la temperatura. Este tipo de envases activos están más enfocados al consumidor que a la conservación del producto, ya que ayudan a ahorrar tiempo: el usuario puede permitirse disfrutar de un producto con todas sus cualidades sin tener que hacer uso de un electrodoméstico.

💡 Los envases inteligentes

La calidad de los alimentos una vez envasados puede perderse durante el transporte y el almacenamiento, ya sea en la fábrica, en el supermercado o en el frigorífico. Esta pérdida de calidad puede producirse por varios motivos: si se rompe la cadena de frío, tras un fallo en el procesado que evite que el producto se pasteurice completamente o una exposición a agentes oxidantes como la luz o el aire.

Muchos de los envases inteligentes nos ayudan para controlar y minimizar los riesgos: controlando el tiempo y temperatura durante el transporte, sabiendo a qué lote pertenece el producto y conociendo la trazabilidad (qué ingredientes se usaron, dónde se adquirieron, quién los procesó, a qué hora…).

Los envases inteligentes surgen para tratar de monitorizar esta posible pérdida de calidad. Este tipo de envases no suelen llegar al consumidor, ya que se usan más para el almacenamiento en fábrica antes de llevarlo a los lineales de los supermercados, pero sí hay algunos ejemplos que llegan hasta nuestras casas, como los códigos QR o los indicadores de frescura.

  • Sensores. Son sistemas que detectan un tipo de compuesto bioquímico fruto de la degradación del producto. Por ejemplo, existen sensores de oxígeno que detectan este gas que puede poner en peligro la vida útil de productos muy sensibles a la oxidación como los destinados a la alimentación infantil.
  • Indicadores. Se usan para informarnos visualmente de los cambios de temperatura o frescura que se hayan podido producir en el producto. Nos informan si la cadena de frío durante el transporte se ha roto o si lleva mucho tiempo en el lineal. También hay algún ejemplo que sí llega al consumidor como los indicadores de frescura. Por ejemplo, su uso en frutas envasadas que detectando la cantidad de etileno nos indican el grado de maduración del producto.
  • Identificadores. El código de barras o los QR son identificadores básicos, pero existen otros más avanzados como las placas radiofrecuencia. Estos dispositivos permiten obtener información instantánea acerca del producto y se usan con frecuencia en bebidas alcohólicas y carnes de alto valor. En este caso, nada tienen que ver con la calidad o vida útil del producto, sino que aportan información adicional, como la localización, la fecha de envasado, el precio, el origen o la trazabilidad. Algunos se utilizan a la vez como sistema antirrobo.
Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube