Entrevista

Florentino Ruiz, presidente de Cesfac

«La alimentación de los animales con piensos está sometida a la más estricta legalidad»
Por Emilio de Benito 19 de febrero de 2004
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El uso de piensos en alimentación animal ha sido cuestionada en los últimos tiempos debido a crisis alimentarias que han remitido su origen a prácticas fraudulentas o poco apropiadas. Desde la patronal española de los fabricantes de piensos, Cesfac, se entiende que se trata de «casos aislados» que han sido magnificados por los medios de comunicación. El autocontrol empresarial y las «estrictas regulaciones comunitarias», defienden, «aseguran la calidad de los piensos compuestos».

La industria española produce más de 20 millones de toneladas de piensos compuestos, mueve 6.257 millones de euros y emplea directamente a más de 14.400 personas. Pero para la mayoría de los consumidores resulta un sector invisible, al que sólo nos acercamos cuando hay algún problema, como el uso de harinas cárnicas en el caso de las vacas locas, o el más reciente del empleo de grasas industriales para engordar salmones de piscifactoría. Florentino Ruiz (Madrid, 1941) es, desde abril de 2002, el presidente de Cesfac (Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales), patronal del sector.

Usted dirige un sector en el que sólo pensamos cuando las cosas van mal. ¿Cuál ha sido su peor momento, la crisis de las vacas locas?

Durante la crisis de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) yo era sólo el vicepresidente de Cesfac. Cuando llegué a presidente lo peor ya había pasado. Pero quedaban sus efectos colaterales. Sin embargo, parece que la industria de la alimentación animal ha recuperado en cierto sentido la confianza de los consumidores, y así lo demuestra que el consumo de carne de vacuno se ha recuperado a niveles superiores a los de años previos a la crisis.

¿Qué secuelas quedaron de aquel escándalo?

La situación se reaviva cada vez que los medios airean otra crisis. Vivimos una continua resaca de lo que ocurrió entre 2000 y 2001. Durante los dos últimos años se ha modificado por completo toda la normativa sobre alimentación animal en Europa , y no siempre se han seguido para ello criterios estrictamente científicos. Eso está dificultando su implementación en los Estados miembro donde los funcionarios muchas veces no saben cómo aplicar a la realidad las medidas adoptadas en el papel.

Parece que hacía falta reforzar los controles, porque llevamos unos años en los que hay un escándalo tras otro. Además de las vacas locas, hemos vivido la crisis de las dioxinas en los pollos, el uso de hormonas y sustancias de engorde prohibidos, los contaminantes en los salmones…

«El sector de la alimentación animal vive una continua resaca de los efectos negativos sobre los piensos del mal de las vacas locas»

En este sentido, desde Cesfac siempre nos gusta recordar que nuestra actividad está bajo la más estricta legalidad y sometida permanentemente, al menos, a dos tipos de controles. El primero, el autocontrol que realiza cada fábrica de piensos en su proceso productivo, necesario para que las Comunidades Autónomas autoricen las instalaciones de nuestras plantas. Pero además, cada año la Administración Pública desarrolla el Plan Nacional de Controles del sector de la Alimentación Animal, coordinado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el cual obliga a los responsables autonómicos a realizar más de 20.000 controles en nuestras industrias. Esto le puede dar una idea del nivel de seguridad que tiene nuestro sector en la actualidad. También hay que tener en cuenta que debido a la gran cobertura que se da en los medios de comunicación a este tipo de noticias, toda la información que se publica relativa a una alerta alimentaria consigue un efecto automático de disminución de la confianza de los consumidores en la cadena alimentaria, y muchas veces directamente sobre la industria de la alimentación animal. Hace dos años que estamos siempre muy cuestionados.

Es que parece que tantos controles no son suficientes, ¿no?

Sería oportuno recordar que nuestra actividad consiste simplemente en mezclar los productos e ingredientes para la nutrición animal -mayoritariamente cereales-, productos todos ellos sometidos a la autorización y vigilancia por los organismos correspondientes. En este sentido, muchas de las crisis a las que alude se refieren a eventuales problemas en las materias primas, que escaparon a la labor de responsabilidad de las administraciones públicas, y de los que las industrias que las consumen han sido las primeras víctimas. De todos modos, estas actuaciones son cada vez menos habituales.

Vayamos a la últimas alertas, la de los salmones de piscifactoría. ¿Qué tiene que decir?

Sí, estas han sido las dos últimas, pero por desgracia aparecen noticias de este tipo con bastante frecuencia. Tengo que decir que algunas veces estas informaciones que comentamos no son del todo correctas y están sesgadas por intereses de determinados operadores económicos, como podría ser el caso de la información publicada sobre los salmones criados en piscifactorías aparecido recientemente. En este caso, una revista científica [Science] ha publicado un informe que contenía datos no contrastados al 100%, y que tampoco tenía en cuenta los límites legales establecidos en la Unión Europea para los productos destinados a alimentación animal. Sin embargo, este informe se publica y provoca que el consumo de salmón disminuya drásticamente en una semana.

¿Son las piscifactorías lo más nuevo en este campo?

La piscicultura es una técnica de producción muy antigua que nació hace 4.000 años en China, con los cultivos que allí se realizaban de carpas. Sin embargo, la piscicultura moderna comienza a tomar la importancia que ahora tiene en nuestro país en los años ochenta, obedeciendo a una cuestión fundamental: había que disminuir las capturas de peces en los caladeros, porque seguir con aquel ritmo ponía en peligro la continuidad de muchas especies acuáticas. Fruto de esta situación se produce el despegue de esta actividad en la UE y en España, donde los fabricantes de piensos han sabido proporcionar a los acuicultores piensos compuestos de calidad para este tipo de producciones en cautividad.

¿Y el uso de sustancias ilegales como hormonas y antibióticos para el engorde del ganado?

«El sector está dotado de un mecanismo de autocontrol y denuncia ante las administraciones públicas contra las posible prácticas fraudulentas»

En este caso hay que reconocer que la información era correcta, pero se produce porque, como en todos los sectores económicos, siempre hay personas que desarrollan su actividad al margen de la ley, con el único objetivo de enriquecerse de forma ilegal. Al final la noticia sale a la luz y lo que ocurre es que no sólo perjudica al que lo está haciendo, si no que todo el sector paga las consecuencias. Ese es el caso de las prácticas ilegales de engorde de ganado detectadas en algunos empresarios individuales que, a través de Andorra, han introducido productos prohibidos en Europa y que han llegado a algunas Comunidades Autónomas, en las que han sido utilizados. El sector repudia absolutamente estas prácticas y pide reiteradamente que las administraciones públicas actúen con todo el rigor de la ley.

¿No será que estamos forzando a los animales a tener una alimentación intensiva sólo para obtener más beneficios?

La alimentación humana en España ha cambiado mucho en los últimos 30 años. Durante los años sesenta y setenta, época de escasez de alimentos y de proteína de origen animal, desde la Administración se llevó a cabo una política de fomento de la ganadería para tratar de paliar esta deficiencia. Esto provocó un aumento impresionante de la cabaña ganadera en general, pero sobre todo de la ganadería intensiva, que era la que demandaba cada vez más alimentos compuestos y de mejores características nutricionales, para lo cual era necesario aportar las vitaminas y minerales que no tienen las materias primas utilizadas. En este sentido, hay que entender que al igual que se han producido cambios en la alimentación humana en los últimos 30 años, la alimentación animal ha ido incorporando nuevas materias primas y otros componentes cuyas características nutritivas y su seguridad de utilización estaban totalmente contrastadas y legalmente autorizadas, y nos permiten elaborar piensos compuestos de acuerdo a las demandas de los ganaderos.

Parece que así se ha abierto la puerta a la ilegalidad. ¿No aumentan los fraudes?

Desde mi punto de visto no es que los fraudes aumenten, lo que ocurre es que tienen una gran repercusión mediática. Pero como ya le he dicho antes, son casos puntuales totalmente repudiados por el sector. La alimentación animal actual no significa que sea menos segura que la alimentación empleada en épocas anteriores, sino que la sociedad ha demandado mayor cantidad de alimentos y a un coste razonable, y que esto sólo se puede obtener de una manera: utilizando los actuales sistemas de producción. Por otro lado, no nos olvidemos de que la producción extensiva ganadera es incompatible con la demanda de alimentos a precios asequibles para los consumidores.

Quedan los llamados productos ecológicos.

Es verdad. Lo que hemos dicho antes es lo general, pero no quita para que la sociedad empiece a demandar ahora productos ganaderos obtenidos mediante una alimentación tradicional. Estoy seguro de que si hay un nicho real de mercado para estas producciones, la industria de fabricación de piensos responderá a esta demanda y ofrecerá productos elaborados de acuerdo a esta nueva tendencia alimentaria.

¿Y los transgénicos? ¿Qué parte tienen en la alimentación animal?

La industria de la alimentación animal en España consume aproximadamente 4,5 millones de toneladas de soja, la cual procede de terceros países en donde se cultivan variedades de soja tradicional pero también modificada genéticamente. Como ya he indicado anteriormente, la formulación de los piensos compuestos incluye un 15% de harinas proteicas que proceden muchas veces de estas proteaginosas. Eso significa que en estos momentos es una materia prima muy importante para nosotros, sin la cual sería difícil, por no decir inviable, elaborar piensos compuestos para ciertas especies. Y lo mismo nos ocurre con el maíz, un cereal totalmente necesario para la fabricación de piensos en un país como España, que es endémicamente deficitario de cereales. No se puede vivir de espaldas a la tecnología, y hay que aprovechar aquellos avances que nos brindan los científicos. Precisamente hoy he leído una noticia en prensa en la que se anunciaba que se iba a tratar de obtener una vacuna contra la gripe aviar a partir de una modificación genética del propio virus. Este es un ejemplo de las posibilidades que ofrece la tecnología y hay que aprovecharlas.

¿Eso incluye colorantes y conservantes?

«Los piensos compuestos destinados a alimentación intensiva continúan siendo fundamentalmente naturales»

El uso de colorantes y conservantes en la alimentación animal responde a las necesidades de los procesos productivos y se usan también en alimentación humana, incluso en alimentación infantil. En la actualidad, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, junto con los comités científicos correspondientes de la Comisión Europea, son los encargados de autorizar los aditivos que se pueden utilizar en la alimentación humana y animal. En ambos casos, los conservantes y colorantes que se utilizan en alimentación animal han de pasar obligatoriamente los controles pertinentes de seguridad por parte de estos organismos, y por tanto son totalmente seguros para la salud humana, animal y el medio ambiente.

¿Y no sería preferible educar a los consumidores para que sepan que, por ejemplo, una carne de salmón de piscifactoría es más pálida, en lugar de usar aditivos?

Sí, podría ser. La educación de los consumidores en materia alimentaria es quizás una tarea pendiente para la Administración, pero en la que también queremos participar los sectores productivos. En la actualidad la mayoría de la población se concentra en los núcleos urbanos y existe un porcentaje muy elevado de personas que desconoce cómo se producen los alimentos que comemos. Puesto que la alimentación es una de las cuestiones más importantes en nuestra vida, sería necesario que desde el colegio se enseñara a los niños cuál es el proceso de producción de cada alimento.

¿Parece que al final no queda nada de natural en los piensos que damos ahora a los animales?

Qué va. En ningún caso podemos hablar de productos artificiales. Más del 95% de los productos que se utilizan en la alimentación animal en la actualidad son productos tan naturales como pueden serlo los cereales, subproductos de éstos y proteínas vegetales. Las fórmulas de los piensos compuestos son muy sencillas y, a pesar de lo que la gente cree, nuestros productos no incluyen ingredientes artificiales o mágicos. Para que se haga usted una idea, el 60% de la composición de un pienso compuesto son cereales, el 20% son subproductos de éstos y el 15% son harinas proteicas (de origen vegetal o de pescado). El resto, hasta el 100%, son vitaminas y minerales que se encargan de aportar a la ración diaria del animal determinados nutrientes específicos que son necesarios para su correcto crecimiento. Esta sería la composición media de cualquier pienso compuesto, por lo que yo creo que quizás podríamos considerar un tópico esa afirmación relativa a que los animales actualmente se alimentan con productos artificiales, tópico que estoy seguro se vendría abajo si el consumidor conociera un poco más el proceso de producción de nuestras industrias.

¿Qué se hace en este sentido?

Desde mi punto de vista, esta tarea es ahora mucho más fácil que hace unos años, si tenemos en cuenta todos los medios que existen a nuestra disposición, como son: la televisión; Internet; posibilidad de organizar visitas a granjas, industrias alimentarias y mercados; clases teóricas y prácticas, y muchas otras cosas más que se nos podrían ocurrir. De esta manera, los niños podrían conocer cómo se producen los alimentos que luego tienen en sus neveras, y esto sería de gran ayuda para todos.

Pero parece que antes todo era más natural: el heno era hierba seca, los cerdos que no comían en el campo tomaban las sobras de las casas y los animales pastaban…

Como le he comentado antes, el sistema productivo ha cambiado, pero no tanto como la gente piensa. Los animales de ahora se alimentan de forma muy similar a como lo hacían antes, y le voy a poner un ejemplo. Usted mencionaba que los cerdos se alimentaban con sobras, y era así, pero ¿de qué eran estas sobras? ¿Eran siempre productos sanitariamente controlados y por tanto seguros? Los animales se alimentaban con lo que había que eran restos de la comida que sobraba en la casa, que seguro contenían restos de animales y huesos y otros productos no sometidos al control y vigilancia del pienso industrial. Esto es lo mismo que hace unos años hacíamos los fabricantes de piensos al utilizar harinas de carne o de pescado para elaborar piensos con los que alimentar a los animales, y sin embargo esta práctica ya no se realiza debido a la prohibición de estos productos que usted ha mencionado en la alimentación de monogástricos y rumiantes.

Vamos, que no queda más remedio que acudir a alimentos más elaborados.

Yo creo que los sistemas productivos actuales son totalmente necesarios en todas las sociedades, tanto en las desarrolladas que viven en la opulencia como en aquellas con recursos limitados, donde el desarrollo de su ganadería es vital para alimentar a su población. Estos países, muchos de los cuales todavía pasan hambre de verdad, necesitan importar las diferentes tecnologías y sistemas de producción existentes en la actualidad en el mundo desarrollado para poder producir de esta manera alimentos en cantidad suficiente y abastecer así a su población. Dentro de estas nuevas técnicas productivas tenemos la mejora genética vegetal, la mejora genética animal y la alimentación animal como componentes fundamentales y prioritarios. Nuestro país ha sido un ejemplo de esto que le estoy diciendo en los últimos 40 años. Apelamos en este tema a la importante labor de información cabal y responsable a que los medios de comunicación pueden llevar a cabo.

Por cierto, ¿pueden servir los piensos para mejorar, indirectamente, la salud de las personas?

El pienso compuesto para los animales es como el alimento para las personas. Si nosotros tomamos un alimento que está en mal estado probablemente enfermemos. Como ya le he dicho, los controles en la actualidad sobre los alimentos y los piensos son más estrictos y numerosos que nunca, aunque no hay que descartar que puedan existir personas irresponsables que se desvíen de la legalidad y adopten una conducta irresponsable. Eso quiere decir que los consumidores podemos estar tranquilos. Los estándares de seguridad alimentaria que existen actualmente en la UE son los mayores del mundo y todos los eslabones de la cadena alimentaria están totalmente comprometidos con esta materia, a pesar del coste que supone en la mayoría de los casos.

AUTOCONTROL Y PRECIOS

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Autocontrol se ha convertido en la palabra clave de los grandes sectores productivos, desde los piensos a las farmacéuticas. Las industrias prefieren ser ellas mismas las que establezcan las reglas para defenderse de la mala imagen y de la competencia desleal antes de que la Administración tenga que intervenir. La patronal de los fabricantes de piensos, Cesfac, no es una excepción. «Hace dos años que nos dotamos de un mecanismo de autocontrol y denuncia ante las administraciones públicas contra las posible prácticas fraudulentas que afecten a nuestra industria; somos los primeros interesados en asegurar que nuestro sector funcione cumpliendo estrictamente la legalidad, y así lo estamos haciendo», afirma el presidente de la organización, Florentino Ruiz.

Para demostrar que van en serio, Ruiz asegura que, en este tiempo, la Confederación ha denunciado ante las autoridades varios casos que afectaban a la industria. Pero rápidamente tranquiliza: «Eran casos muy poco significativos, porque la inmensa mayoría de los fabricantes actúan de acuerdo a la legalidad». El resultado es un certificado, la marca de Garantía Cesfac Certificada.

El sector se prepara para el futuro. «Hay que tener en cuenta que el sector de la alimentación animal continúa inmerso en un proceso de profundos cambios normativos, fruto del cumplimiento de los objetivos plasmados por la Comisión Europea en el Libro Blanco de Seguridad Alimentaria, y por lo tanto todas las empresas permanecen atentas a aquellos que pudieran producirse en el futuro y quieren estar informados de primera mano». Entre los temas discutidos en la última reunión de la patronal, celebrada recientemente en Madrid, destacan las regulaciones sobre etiquetado de piensos, aditivos y los Organismos Modificados Genéticamente, todas ellas publicadas en los últimos meses.

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Pero la gran preocupación actual de los fabricantes es el precio de las materias primas. «La subida generalizada de precios ha hecho que nuestros costes de producción se hayan disparado en este periodo, lo que nos ha obligado a repercutirlos en el precio del pienso, trasladando así el costo a los ganaderos». Esta situación, provocada por diversos factores como la escasa cosecha de cereales en Europa esta campaña por la ola de calor y el déficit de cereales que tiene anualmente España, «no fue comprendida por la Administración allá por el mes de julio, quien hizo caso omiso de nuestra advertencia del peligro de incremento de precios que se avecinaba», resume Ruiz. Aunque a la patronal le consta que el Ministerio de Agricultura va a presionar en el ámbito comunitario para intentar modificar esta situación, «sabemos que es una tarea difícil» en estos momentos, por lo que «tendremos que seguir trabajando, junto con las principales asociaciones ganaderas, para tratar de conseguir que se modifique el sistema de cálculo de aranceles para la importación de cereales en el futuro».

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