Las ventajas del selenio para el sistema inmunitario

Un trabajo español sugiere que el selenio puede ser un factor importante para reducir los niveles de homocisteína y el riesgo cardiovascular
Por Mercè Fernández 25 de agosto de 2004

Un trabajo de la FSA, la agencia de seguridad alimentaria británica, parece dar más peso a la hipótesis de que el selenio mejora el sistema inmunitario. El trabajo, dado a conocer este verano, es un ensayo sobre 60 personas sanas que recibieron durante 15 semanas un suplemento de 50 microgramos, 100 microgramos diarios de selenio o placebo. La investigación se ve reforzada por un segundo trabajo de origen español en el que se sugiere que el selenio puede reducir los niveles de homocisteína y el riesgo cardiovascular.

Para tener un parámetro con el que comparar de forma unificada la respuesta del metabolismo, a todos los participantes se les administró el mismo tipo de vacuna de la polio, que incorpora un virus modificado que se multiplica en el tracto gastrointestinal y que estimula la respuesta del sistema inmunitario. El dato más llamativo del estudio es que los participantes que recibieron el selenio suplementario tuvieron una respuesta más rápida en la eliminación del virus.

Sin embargo, «la dosis podría ser mayor», dicen los investigadores, «y también los efectos beneficiosos». Cada participante se sometió a una prueba con un isótopo de selenio no radiactivo, lo que permite evaluar el contenido total y la distribución de selenio en el cuerpo humano. «Nuestros datos sugieren que una dosis de 100 microgramos es adecuada para optimizar la capacidad del sistema inmunitario y no saturaría la capacidad del cuerpo para asimilar ese selenio». Aunque los investigadores también recomiendan cautela a la hora de aconsejar suplementos, porque el margen de seguridad es «relativamente bajo» y a partir de 500 microgramos diarios se dan efectos tóxicos.

El consumo de selenio ha decrecido

Nuevas investigaciones sobre el consumo moderado de selenio revelan beneficios potencialmente interesantes para el sistema cardiovascular
El trabajo es importante, afirman, porque en los últimos años ha disminuido el consumo de selenio en Europa. Por ejemplo, los últimos datos recogidos por la FSA muestran que el consumo británico de este micronutriente es de entre 29 y 39 microgramos diarios, muy lejos de la dosis recomendada de 75 microgramos para adultos varones y 60 microgramos para mujeres. Por eso, y porque diversos estudios muestran que el cuerpo absorbe aproximadamente el 50% del selenio tomado, los investigadores concluyen que el suplemento de 100 microgramos diarios es adecuado.

El selenio está presente en diversos alimentos como frutos secos, pescado, carne, vísceras o carne de ave. Sin embargo, depende mucho de las zonas y de los niveles de selenio en las tierras y el agua. El trabajo de la FSA está realizado con participantes británicos y toma en consideración los datos de presencia de selenio en la dieta británica. A escala internacional la OMS estima el consumo mínimo normal de selenio, en zonas donde su carencia no es endémica, en una media de 21 microgramos diarios.

Selenio y homocisteína

No hay suficientes estudios que revelen los mecanismos por los cuales el selenio sería, según se cree, supuestamente protector frente a trastornos diversos como el cáncer, enfermedades cardiovasculares y degenerativas. Por ejemplo, se cree que la deficiencia de selenio está implicada en la enfermedad de Keshan, una miopatía cardiaca endémica en la región de Keshan (China), donde el consumo de selenio es extremadamente bajo.

En otros casos, también se han relacionado los niveles bajos de selenio con enfermedades como artritis, fibrosis quística o enfermedad celíaca. El problema es que en esos casos los niveles bajos de selenio bien podría ser simplemente consecuencia de la propia enfermedad y no una de las causas.

En este sentido, un trabajo que acaban de publicar investigadores de la Universidad de Oviedo y del Hospital Central de Asturias, dirigidos por Cristina Lasheras, evalúa entre diferentes pacientes la correlación entre el selenio en sangre con los niveles plasmáticos de homocisteína, un marcador de riesgo cardiovascular – recientes investigaciones han demostrado que niveles altos de este aminoácido aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular. Los investigadores también midieron otros parámetros implicados como folatos, vitamina B-12, creatinina o la ingestión de proteínas.

Los resultados del estudio, publicado en la revista Journal of Nutrition, muestran que los mayores niveles de selenio se correspondían con niveles menores de homocisteína y que el riesgo de incrementos en el nivel de homocisteína era un 63% menor en las personas con altos niveles de selenio. Aunque el trabajo no evalúa los mecanismos que podrían explicar esa relación, sí sugiere que el selenio es en potencia un factor importante para disminuir los niveles de homocisteína y, por extensión, el riesgo cardiovascular.

LA CARNE, FUENTE DE SELENIO

Img meatDe forma ideal, una dieta equilibrada y variada aporta la suficiente cantidad de selenio para el organismo. Sin embargo, si se preguntara cuánto selenio hay en cada producto, la respuesta sería algo más complicada ya que en función de en qué lugar y cómo son producidos los alimentos, estos pueden acumular mayor o menor cantidad de selenio.

Tradicionalmente se ha dicho que una fuente importante de selenio sería la carne, especialmente si el ganado es alimentado con una dieta rica en este elemento. Esto es lo que han intentado confirmar en un trabajo dirigido por John W. Finley , del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, que ha analizado la biodisponibilidad de selenio en la carne y en el bróculi. Han escogido el bróculi porque es un vegetal que acumula selenio, aunque en una forma que no es aprovechable para el metabolismo humano, por lo cual se considera que tiene una baja biodisponibilidad.

Los investigadores alimentaron a varios roedores con bróculi a unos y carne de cerdo a otros. Tanto la carne como el bróculi tenían, en unos casos, niveles adecuados de selenio (0,1 microgramos por gramo de alimento) y, en otros, niveles muy altos (1,5 microgramos por gramo). Cuando la dieta era «adecuada» (0,1 microgramos por gramo), los animales presentaban una mayor retención de selenio de la carne y menor cuando la fuente era el bróculi. En cambio, con la dieta alta en selenio, los animales no presentaban «diferencias significativas en la retención de selenio».

El selenio excretado en la orina es otro parámetro que aporta pistas sobre la cantidad que aprovecha el organismo. El trabajo revela que el selenio expulsado en orina es mayoritariamente del bróculi y, además, siempre en cantidades similares, independientemente de la dieta. Sin embargo, la dieta alta en selenio sí aumentaba la cantidad de selenio excretado proveniente de la carne. Ya por ultimo, análisis de la distribución de selenio en el cuerpo de los animales mostraban que casi todo el selenio retenido era el de la carne y no del bróculi. «Estas diferencias en la retención y distribución», afirma el equipo en un artículo publicado este verano en la revista Biological Trace Element Research, «son consistentes» con lo que se ha descrito hasta ahora sobre la biodisponibilidad de selenio de la carne. El equipo destaca además que, vistos los resultados, «la biodisponibilidad de selenio en la carne no aumenta» cuando está en cantidades superiores a las necesarias.

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