Nuevas variedades de guisantes

Una nueva variedad transgénica de guisante ofrece mayor resistencia a las bajas temperaturas
Por Jordi Montaner 7 de junio de 2005

Las semillas del guisante, una planta ornamental de jardín de la familia de las papilionáceas, se emplean desde hace siglos en la elaboración de sopas y platos de verdura. Mendel se sirvió de esta especie tan rústica para tramar sus leyes sobre la herencia a finales del siglo XIX; hoy, en cambio, sofisticadas técnicas de laboratorio se han incautado de aquella herencia para diseñar semillas nuevas de mayor resistencia a las condiciones climáticas adversas.

El Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos (ARS, en sus siglas inglesas) está ensayando una nueva variedad de guisante transgénico, muy resistente a condiciones medioambientales extremas, llamada «Specter». Otra característica de la variedad modificada genéticamente es su elevado contenido proteico, lo que la convierte en planta muy útil para la alimentación del ganado doméstico.

Según el ARS, los guisantes «Specter» van a proveer de legumbres frescas a los ganaderos y agricultores de regiones como los estados del Pacífico septentrional, que cada año deben hacer frente a primaveras muy lluviosas y frías en las que una cosecha normal de guisantes no llegaría nunca a producir sus gustosas semillas. Kevin McPhee y Fred Muehlbauer, de la Grain Legume Genetics Physiology Research Unit de Pullman, Washington, aseguran que la nueva modalidad de guisante podrá crecer incluso en los terrenos más difíciles y azotados por el viento. «Bastará con plantar las semillas correspondientes en octubre y, para julio del año siguiente, las plantas habrán dado todo de sí».

Se calcula que las plantaciones de guisantes de la costa del Pacífico nutren un mercado de consumo humano que en el 2004 superó los 33 millones de dólares. Los creadores de la nueva variedad transgénica aseguran que la producción podrá aumentar ahora hasta en un 50%. Con todo, las semillas «Specter» tienen un calibre muy pequeño que las hacen poco atractivas para el consumo humano, y pueden hacer su «agosto» en la industria de la alimentación animal. Para la mutación de los nuevos guisantes, los ingenieros genéticos recurrieron a una variedad austríaca denominada Fenn, que aguanta muy bien los rigores invernales en aquel país centroeuropeo. La experimentación con estos guisantes modificados genéticamente empezó en 1992 y se ha extendido hasta la fecha.

Además de los estados de Washington y Oregón, otros como Idaho, Montana, las dos Dakotas y Wyoming pueden a partir de ahora introducir el cultivo de guisantes en sus eriales castigados por el clima frío invernal. El rendimiento de las semillas se estima en 1.852 libras por acre.

Una variedad esteparia

En sus orígenes, el guisante se desecaba y se consumía como un fruto seco
La introducción del cultivo de guisantes en las llanuras de Norteamérica no debería, en principio, haber requerido el concurso de una modalidad de planta transgénica, si no es para aumentar la productividad a gran escala. De hecho, la planta del guisante (Pisum sativum) procede de las estepas del Asia central, en las que los rigores invernales nada tienen que envidiar a las praderas estadounidenses. Existen diferentes especies de guisante, como la P. sativum, que durante siglos se ha cultivado en los altiplanos etíopes, en África.

En un principio, los guisantes se desecaban y se consumían como un fruto seco, pero en algunas culturas se destinaron las semillas a la elaboración de un espesa sopa que muchos ingleses aún utilizan como metáfora de niebla densa. En Suiza, se han identificado restos de poblaciones primitivas de la edad de bronce con variedades de guisantes a los que se atribuye una antigüedad de 5.000 años. También hay constancia de hallazgos similares en Hungría. No hay rastro de guisantes en las culturas egipcias, pero sí se han hallado en excavaciones troyanas. Se cree que los pueblos arios del este introdujeron la planta en los antiguos imperios griego y romano, y existen pruebas documentales de que los guisantes eran cultivados antes incluso de la era cristiana.

La popularidad de esta legumbre en el Reino Unido parte de las invasiones normandas del siglo XIII. Cuando la botánica vivió un primer auge en el siglo XVI, botánicos belgas, alemanes e ingleses registraron grabados de distintas especies de guisantes, de verdes distintos, algunos amarillos o incluso blancos. Hacia finales del siglo XVII, la sopa de guisantes se consideraba una delicadeza cuyo rito, de arraigo inglés, podía compararse perfectamente al del té. En 1969, sin embargo, la sibarita Madame de Maintenon se quejaba de esa moda de «tomar una taza de sopa de guisantes antes de acostarse, incluso tras una copiosa cena en la corte».

Las tres leyes de Johann Gregor Mendel

La primera ley lleva también por nombre «ley de la uniformidad de los híbridos de la primera generación» y sostiene que, al cruzar dos variedades de raza pura, los cruzados (homocigotos) engendran híbridos iguales. El monje agustino austriaco, prior del monasterio de Brno, llegó a esta conclusión en 1865, trabajando con una variedad pura de plantas de guisantes que producían las semillas amarillas y con otra variedad que producía semillas verdes. Al hacer un cruzamiento entre estas plantas, obtenía siempre plantas con semillas amarillas.

La segunda ley de Mendel, también conocida como «de la separación o disyunción de los alelos», se debe al cruce de semillas de las plantas procedentes de la primera generación del experimento. Aparecieron entonces semillas amarillas y verdes en distinta proporción. Por último, la tercera ley, la de la «herencia independiente de caracteres» se refiere al cruce de caracteres distintos (semilla de guisante amarilla y lisa con semilla de guisante verde y rugosa). Mendel comprobó cómo cada uno de estos rasgos se transmite siguiendo las leyes anteriores con independencia de la presencia del otro carácter.

VERDES, DULCES Y NUTRITIVOS

Los guisantes guarnecen actualmente numerosos platos de la gastronomía de casi todo el mundo
Actualmente, los guisantes forman parte del recetario habitual en la gastronomía de casi todo el mundo, desde una ensalada china a una paella valenciana. Suponen un ingrediente de color y textura en toda receta a base de verduras y una guarnición perfecta para carnes o pescados. El vocalista de Oasis, Liam Gallagher, aseguraba en una visita reciente a nuestro país que la sopa picante de guisantes con jamón figura entre sus platos favoritos.

La mayoría de los guisantes de consumo doméstico se compran congelados. El proceso de congelación parte de semillas que se incorporan al ciclo de frío unas dos horas y media después de haber sido recolectadas. De este modo, conservan todas sus propiedades nutritivas. Su cocción, partiendo del estado congelado, requiere tan sólo 3 minutos en agua hirviendo.

Un puñado de guisantes contiene tanta vitamina C como dos manzanas enteras, más fibra que una rebanada de pan integral y más tiamina que medio litro de leche. La versatilidad de los guisantes los convierte en candidatos ideales para preparar platos de sopa, arroz, ensaladas, guisados de carne o pescado, pastas, tortillas e incluso pizzas. Además, el hecho de que se consuman casi siempre congelados los hace asequibles en cualquier época del año.

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