Resistencias asociadas al uso de antibióticos

El uso abusivo de antibióticos provoca resistencias debido a la adaptación de los microorganismos al principio activo del fármaco
Por José Juan Rodríguez Jerez 21 de marzo de 2006

Los microorganismos manifiestan tal multitud de resistencias a los antibióticos que resulta relativamente frecuente el hecho de que, ante un primer tratamiento con estas sustancias, haya que modificarlo porque el fármaco ha perdido eficacia, según datos de estudios publicados en los últimos años. Estadísticas de este tipo, junto con observaciones como la existencia de estreptococos letales, de formas de tuberculosis no tratables por antibióticos y de neumococos multirresistentes que causan la muerte de niños y la hospitalización de pacientes, empiezan a ser frecuentes.

El aumento de resistencias a antibióticos se ha generalizado en la clínica médica. Por este motivo, parece obvio considerar que los antibióticos, esas milagrosas drogas del siglo XX, tienen que estar en continua evolución, con nuevas generaciones de moléculas para asegurar la eficacia del tratamiento. Desde la década de los años 40, la aparición de resistencias ha ido creciendo con el empleo de nuevas moléculas. Esta situación se ha generado en gran parte por el uso indiscriminado y, muchas veces desmedido, de los antibióticos, no sólo en la medicina humana, sino especialmente en veterinaria, donde se han empleado masivamente como preventivos y para aumentar el peso del ganado.

En líneas generales, los mecanismos que hacen a una bacteria resistente a los antibióticos son por mutación y transferencia de genes de resistencia desde otras bacterias. En este caso, la resistencia no sólo se transfiere entre bacterias de grupos relacionados (que han evolucionado de antepasados comunes) sino también entre grupos que no lo están. Otro de los mecanismos de resistencia es la dispersión, que se ve favorecida por la alta movilidad de las personas en el mundo actual, y que hace que portadores de cepas patógenas resistentes las diseminen en áreas geográficas muye extensas. La existencia de reservorios de cepas resistentes a antibióticos en poblaciones de bacterias no patógenas constituye también un mecanismo de resistencia.

El abuso y, sobre todo, el uso inadecuado de estos medicamentos están provocando una gran cantidad de resistencias que presentan muchos gérmenes, lo que implica que se hagan insensibles a determinados antibióticos bacterias que antes no lo eran y que ahora presentan defensas eficaces contra ellos. Las defensas de estas bacterias son tales que nuestras armas no sirven para erradicarlas y lograr salvar la vida de las personas.

Uso y abuso de antibióticos

Uno de los principales problemas del abuso de antibióticos es la inducción a la resistencia de microorganismos patógenos

Está claro que se está produciendo un uso inadecuado de estas herramientas terapéuticas. Por una parte, es cierto que los máximos responsables son los médicos y los veterinarios, pero los pacientes y, en el caso de pediatría, los padres, deben prescindir de tomar las decisiones de comprar el tratamiento o de presionar para que el médico les recete un antibiótico que «acelere» la curación de la infección. La mayoría de las enfermedades de las áreas otorrinolaringológicas y las del aparato respiratorio son causadas por virus y, por tanto, no necesitan antibióticos, ineficaces e incluso causarían efectos innecesarios a los niños. Algunas de esas infecciones pueden estar producidas por bacterias no especialmente peligrosas, que puede controlar el propio sistema inmunitario del paciente.

Por otra parte, se ha hablado mucho, en el área veterinaria, del peligro potencial de los residuos de antibióticos en los alimentos. Es cierto que si se tratan los animales, el mismo organismo animal detoxificará esas moléculas, pero no se eliminarán los microorganismos que presenten resistencias a esos antibióticos. Esa situación ha llevado a la prohibición del uso indiscriminado de estas sustancias. No obstante, y de la misma manera que en los tratamientos a personas se exige una receta de los médicos y, especialmente a los pediatras, cuando se detecta una infección no excesivamente importante en animales productivos, no tratarlos con antibióticos puede suponer unas pérdidas económicas muy importantes. Esas pérdidas se asocian a la pérdida de producción específica, al consumo de alimentos o agua y al riesgo de diseminación del proceso.

Ante esta situación, el peligro de patógenos resistentes puede llevar a la existencia de bacterias no patógenas, pero también resistentes. Es importante destacar que el principal peligro es la inducción a la resistencia de microorganismos peligrosos y, en menor medida, el de los residuos de los antibióticos.

¿MEDIDAS PREVENTIVAS?

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Ante la situación creada, ¿tenemos alternativas? El principal problema es la inducción de los cambios en los microorganismos, modificación que les impide ser sensibles a los antimicrobianos y, en consecuencia, les permite crecer en presencia de los antibióticos y provocar infecciones más o menos importantes en personas o animales. Para evitar el uso indiscriminado debe existir una consciencia del problema y han de evaluarse otros productos que puedan incrementar la inmunidad y facilitar el autocontrol del proceso.

En principio, la elección del empleo del antibiótico dependerá de la seriedad de los síntomas. Si el síntoma es la aparición de fiebre suave, pero que evoluciona hacia la mejoría, se puede conseguir una mejoría mediante el empleo de sustancias antitérmicas. Por el contrario, cuando la infección es más importante, lo ideal sería realizar un antibiograma antes del tratamiento. No obstante, y en la práctica, los antibiogramas requieren tiempo, lo que lleva a tratamientos de tanteo, es decir, si funciona, bien, y si no funciona, se cambia, lo que incrementa el consumo de antibióticos.

La solución es, por tanto, compleja, ya que si se da una administración de antibióticos de forma generalizada, el problema de las resistencias a estas sustancias es de muy difícil solución.

Bibliografía
  • Lapeña López de Armentía S. 1999. Resistencias a antibióticos en nuestro medio. Visión global del problema. Bol. Pediatr., 39, 243-247.
  • Martel JL, Tardy F, Brisabois A, Lailler R, Coudert M, Chaslus-Dancla E. 2000. The French antibiotic resistance monitoring programs. Int. J. Antimicrob. Agents. 14(4):275-83.
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