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Así lo constata también el ‘Informe de Acción Humanitaria para la Infancia 2025‘ (HAC) de UNICEF, que calcula que 213 millones de niños y niñas de 146 países y territorios necesitarán ayuda humanitaria en 2025.
En esta lamentable cifra destaca, además, que alrededor de 58 millones de niños y niñas nacerán bajo estas difíciles condiciones este próximo año, lo que supone un aumento de 400.000 respecto a este tipo de nacimientos en 2024.
Con el objetivo de invertir esta tendencia lo antes posible, UNICEF lanza un llamamiento para conseguir apoyo y recursos para su acción humanitaria y, con ello, construir un mundo en el que se protejan y respeten los derechos de cada infancia y donde todos los niños y niñas puedan crecer y prosperar.
Un balance de contrastes en 2024
Los avances logrados en 2024 son incontestables y las cifras dan alguna muestra de ello. Durante el primer semestre, entre otras iniciativas, hemos proporcionado atención sanitaria primaria a más de 26 millones de niños y mujeres. También hemos abastecido de agua potable a más de 17 millones de personas, y hemos dado acceso a servicios comunitarios de salud mental y apoyo psicosocial a 12,6 millones de niños, adolescentes y cuidadores. A su vez, hemos ayudado a casi 10 millones de niños a acceder a los servicios educativos y hemos examinado a más de 12 millones de niños para detectar la emaciación.
Sin embargo, a pesar de estos buenos datos, la realidad es que la financiación desigualmente distribuida y asignada entre las emergencias está poniendo a prueba la capacidad de los actores humanitarios para responder a las crecientes necesidades con una respuesta equitativa.
En 2024, más del 50 % de donaciones a la financiación humanitaria de UNICEF se destinó a cuatro emergencias en Afganistán, Etiopía, Siria y Ucrania. En perspectiva, estas emergencias representan tan solo una parte de las 412 situaciones de emergencia a las que respondió UNICEF.
Retos y objetivos para la Acción Humanitaria en 2025
Para evitar que cualquier situación de riesgo y vulnerabilidad de la infancia sea desatendida, UNICEF ha llevado a cabo un profundo análisis para poder prever las necesidades humanitarias de cara a 2025. Así, ha hecho un llamamiento humanitario especial para cinco países: Afganistán, Sudán, República Democrática del Congo (RDC), Estado de Palestina y Líbano.
Asimismo, se han establecido una serie de objetivos para paliar las situaciones de vulnerabilidad más urgentes que sufre la infancia y sus familias en todo el mundo:
- 56,9 millones de niños y mujeres con atención médica primaria en instalaciones apoyadas por UNICEF.
- 34 millones de niños y niñas de entre 6 y 59 meses examinados para detectar desnutrición aguda.
- 20,6 millones de niños, adolescentes y cuidadores con acceso a servicios comunitarios de salud mental y apoyo psicosocial.
- 11,1 millones de mujeres, niñas y niños que se benefician de intervenciones de mitigación, prevención o respuesta a riesgos de violencia de género.
- 24 millones de niños y niñas con educación formal o informal, incluida la educación infantil.
- 55,3 millones de personas con acceso a una cantidad y calidad suficientes de agua.
Un llamamiento para cumplir los objetivos humanitarios
Con las necesidades humanitarias en un nivel sin precedentes, se da la paradoja de que las perspectivas de financiación para 2025 son más sombrías. En el entorno actual, la financiación de calidad es aún más crítica, y debería convertirse en la norma y no en la excepción.
A la reducción de la financiación de los donantes y la creciente falta de flexibilidad, se suma la imprevisibilidad y puntualidad de esa financiación, por lo que la capacidad de los países para hacer frente a la situación se está poniendo verdaderamente a prueba.
Esta falta de inversión segura se traduce en una falta de recursos destinados, precisamente, a quienes más lo necesitan, los niños, niñas y adolescentes que viven en estos territorios que atraviesan graves dificultades.
Por ello, UNICEF hace un llamamiento para que se aumente la financiación flexible, oportuna y a más largo plazo para satisfacer las crecientes necesidades de los niños y niñas más vulnerables y sus familias. Si fuera posible garantizar una masa crítica de financiación de calidad, se podría ofrecer una respuesta que fuera realmente equitativa, integradora, eficiente y ágil sobre el terreno para que ningún niño, niña o adolescente se quede atrás.