Albert Uriach es fotógrafo profesional desde 2004. La fotografía comercial es su medio de vida, aunque ha sabido aprovechar lo aprendido durante este tiempo para volcarlo en el terreno solidario. En 2007, la ONG Apadeim, una organización local del norte de Nicaragua, le pidió ayuda para reflejar la realidad de las mujeres de las comunidades rurales con quienes trabaja para lograr su alfabetización. Regresó a Nicaragua con Intervida, ha estado en un par de ocasiones en India a través de la Fundación Vicente Ferrer y ha viajado a Chad gracias a la Fundación Almenara. Asegura que en este tiempo, sobre todo, se ha sentido impactado en África: “Hacer fotografías en Chad fue una prueba de resistencia”. ¿Qué seduce de India? “Las buenas sensaciones que vives mientras la conoces, la cara bonita de la pobreza, la bondad de la gente. India no quita nada y te lo regala todo”.
“Detrás de la cámara me esfuerzo por ser respetuoso porque, cuando se abusa, te corrompes y pierdes”
La conciencia se encarga de procesar todo lo que sientes. Yo intento sentirme agradecido por todo lo aprendido y ser un fiel testimonio. Detrás de la cámara me esfuerzo por ser respetuoso porque, cuando se abusa, te corrompes y pierdes.
Una imagen, una palabra, un gesto… Si ésa es su intención, claro que ayuda.
En el contexto de un reportaje, una imagen sensibiliza, puede emocionar y hacer pensar, siempre depende de la predisposición del espectador. Pero si estás abierto, la imagen llega al corazón, directa como una flecha, y algunas incluso paralizan.
“Siempre nos ponemos unos límites, cada fotógrafo tiene su propio equilibrio”
Siempre nos ponemos unos límites, cada fotógrafo tiene su propio equilibrio. Si abusamos de la intimidad de la gente, corremos el riesgo de no sentirnos dignos y mirar a la cámara como si fuera un arma. Intento no olvidar para qué y para quién fotografío. Si las personas sienten ese respeto, en general, permiten fotografiar su vida.
Una imagen puede tener más impacto que las palabras. Depende de la intención y del contexto.
Supongo que cualquiera que describa una injusticia social, emocione y sea altruista.
Me gustan las imágenes que emocionan, amplían las fronteras de la percepción y resaltan esa belleza. Eso es justo lo que persigo.
“Cualquier cosa que un occidental ve en Chad conlleva una reflexión sobre la forma de vivir y la justicia”
Desconcierto, viento cálido y seco, y muchas preguntas. Niños que ríen, hombres serios y mujeres inalcanzables. Piel negra. Formas y colores que seducen, emociones a flor de piel. Se sienten dudas sobre cómo puedes ayudar a esa gente. Con los compañeros, cuestionas la solidaridad occidental y las emociones que la rodean, se analizan las pretensiones e, incluso, la prepotencia. Hacer fotografías en Chad fue una prueba de resistencia. La esperanza de vida es de 47 años y eso significa muchas cosas. La vida allí es una lucha de supervivencia. Cualquier cosa que un occidental ve en Chad conlleva una reflexión sobre la forma de vivir y la justicia, es inevitable sentirse parte de su situación porque, en cierto modo, representamos el abuso que todavía sufren.
India es un regalo para el encuadre, un mundo perfecto para componer. Se aprecian infinidad de posibilidades y estilos, incluso, los que no son propios. Uno se embriaga de cámara, aunque hay que vigilar para no pecar de insustancial, escapar de estereotipos y mantener el gusto personal. Se debe sacar el punto de vista, pero a la vez, es fantástico probar cosas nuevas. Sin cámara, India enseña lo que somos como humanos y es un placer disfrutar de toda las personas que te encuentras.
“India enseña lo que somos como humanos”
Es el contrapunto perfecto para encontrar el equilibrio con la fotografía comercial que realizo durante el resto del año. Este tipo de viajes llenan en todos los sentidos. No tiene precio que una organización facilite los mecanismos para que se fotografíe en primera línea una realidad sensible y, en ocasiones, impactante. Me hace sentir bien y, a la vez, lo disfruto.
Siempre depende de la foto. Las imágenes que se toman por petición de una ONG, por supuesto.