Atención a mayores en zonas rurales

Los servicios de proximidad complementan la ayuda a domicilio para evitar que estas personas abandonen su hogar
Por Azucena García 23 de febrero de 2010
Img abuelo pueblo
Imagen: Kom bo

Los problemas de dependencia o de movilidad afectan a la calidad de vida de las personas mayores. Sobre todo cuando viven en zonas rurales, no siempre tienen facilidades para desplazarse. Por este motivo, han surgido los servicios de proximidad, una variante de la ayuda a domicilio que atiende las necesidades específicas en estas zonas. Se acercan las bibliotecas a los pueblos, se traslada a los mayores hasta la consulta del médico o un centro de día y se les proporciona atención podológica en su propia casa.

Imagen: Kom bo

Los servicios de proximidad combinan las características de la ayuda a domicilio con servicios complementarios. La finalidad es conseguir que las personas mayores que residen en zonas rurales permanezcan en sus viviendas y ganen autonomía. En los últimos años se han potenciado debido al envejecimiento de la población en los pueblos. Este impulso se ha traducido en servicios de podología, transporte adaptado, acompañamiento, biblioteca móvil o comida a domicilio.

Un aspecto que diferencia a estos servicios es la participación social de los mayores. Al contrario que en la ayuda a domicilio, los mayores son parte activa de algunos programas. Así lo resalta un informe de Teresa Martínez y Beatriz Díaz, psicóloga gerontóloga y trabajadora social, respectivamente. Este trabajo detalla la función de los servicios de proximidad, «que además de procurar una atención más integral, fomentar la participación y mejorar la calidad de vida de las personas mayores, contribuyen de una forma notoria a dinamizar y crear nuevos puestos de trabajo en el medio rural».

Los servicios de proximidad combinan ayuda a domicilio con servicios complementarios y participación social de los mayores

Ambas exponen la necesidad de que estos servicios se diseñen de una manera cercana a las personas, para que cumplan su función en contextos cotidianos. Es preciso conocer el día a día de los mayores para responder a sus necesidades. Las zonas rurales son diferentes. A menudo, todas están alejadas de los centros urbanos, pero las personas y los entornos son distintos y crean unas demandas concretas.

Limitaciones del servicio de ayuda a domicilio

Un informe sobre el servicio de ayuda a domicilio en España encargado por el IMSERSO y publicado en 2006 detectaba una importante falta en la definición del modelo. A pesar de que se implantó en la década de los ochenta y desde entonces ha prestado atención a numerosas personas, se ha entendido como una iniciativa básica de los servicios sociales, si bien la población mayor demanda también ayuda de los servicios sanitarios para fomentar la autonomía y recibir cuidados en procesos de recuperación, rehabilitación o «durante muchas horas».

Hasta ahora, se ha centrado en tareas concretas, que se han quedado escasas para atender la diversidad de situaciones. No sólo se debe tratar a los mayores en el propio domicilio, sino que también hay que facilitar actividades fuera de él. Otra cuestión que preocupa es el sobreenvejecimiento, es decir, el incremento de las personas que superan los 80 años, ya que su situación revela nuevas necesidades.

Por esta razón, se ha pensado en los servicios de proximidad como la solución a la diversificación, «para superar las actuales dificultades y carencias que el actual servicio de ayuda a domicilio tiene en numerosas zonas de nuestro país, y de una manera muy acusada en los territorios rurales». Incluso se apuesta por un plan individualizado de atención, para que cada usuario reciba la atención que requiere.

De acuerdo a las características físicas, psicológicas y sociales de las personas que residen en zonas rurales, se proponen una serie de servicios para que los mayores en situación de dependencia puedan permanecer en su hogar. Estos abarcan cuidados personales, atención doméstica, acompañamiento, teleasistencia, transporte, valoración de la accesibilidad del hogar y préstamo de ayudas técnicas, peluquería o lavandería. Para las personas que no tienen problemas de movilidad, se plantea la posibilidad de facilitar su traslado hasta los lugares donde se dispensan los servicios.

El aislamiento es una de las características del medio rural, por lo que se entiende que estos nuevos servicios evitan sus consecuencias al adaptarse a cada realidad, tanto ambiental como personal. Dos de las comunidades con más experiencia en este ámbito son Asturias y Galicia. Desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), además, se impulsan desde hace varios años las cooperativas rurales de servicios de proximidad, un programa puesto en marcha en 11 comunidades autónomas. Dirigido a mujeres, su objetivo es la formación y capacitación de éstas en atención sociosanitaria a domicilio, para la creación de servicios de proximidad. Esta iniciativa surgió para dar una mejor respuesta a las familias tras la entrada en vigor de la Ley de Dependencia y ayudar a las mujeres a acceder a un empleo. Aragón, Andalucía, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Galicia, Murcia y Comunidad Valenciana fueron las comunidades pioneras en 2007. Después les han seguido otras como Catalauña e Islas Baleares.

Centros rurales polivalentes

Tienen servicios comunes de alojamiento, atención diurna y apoyo a la permanencia en el domicilio

Frente a las residencias, los centros de día y los centros sociales, que en general se edifican en las ciudades, en los pueblos se plantean los centros rurales polivalentes. Han de adaptarse a las necesidades de quienes habitan en estas regiones, que son diferentes a las que surgen en una localidad de mayor población. Están previstos para “personas en situación de fragilidad psicosocial o dependencia”, con un diseño concreto según la zona, pero unos servicios comunes de alojamiento, atención diurna y apoyo a la permanencia en el domicilio. Estos deben ser también los espacios donde se desarrollen proyectos de dinamización y participación social. “Además de posibilitar que las personas mayores permanezcan con una mejor calidad de vida en sus lugares de residencia, potencian una participación más activa de éstas en su comunidad”, explican las autoras del trabajo. País Vasco y Comunidad Valenciana son dos de las comunidades autónomas que han abierto este tipo de centros en los últimos años.

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