De la beneficencia a la solidaridad

Distintas formas de acercarse a los más necesitados
Por EROSKI Consumer 23 de marzo de 2005

A lo largo de la historia, la humanidad ha buscado superar los problemas sociales como el hambre, la pobreza o la exclusión desde diversos puntos de vista. Y aún hoy, distintas perspectivas conviven en las prácticas solidarias. En la actualidad existen propuestas innovadoras, que integran a los beneficiarios de proyectos sociales en la gestión y el desarrollo de las propuestas, que coexisten con otras que llevan adelante acciones caritativas o benéficas. Estas formas de acercarse a la problemática social podrían agruparse en tres grandes grupos.

La Beneficencia

Es una perspectiva según la cual una persona que tiene, el benefactor, brinda un bien o un servicio a quien no lo tiene. En esta relación de desigualdad, quienes reciben son objetos de caridad y no sujetos de derechos. Históricamente, la aparición de este modelo se origina en la Edad Media, siendo fundamentalmente la Iglesia quien se ocupa de la atención de los indigentes, los pobres y los marginados, con la colaboración de fieles, motivados por sentimientos religiosos y piadosos.

En la Edad Moderna, con la paulatina desaparición de las sociedades feudales, aparece en escena la llamada beneficencia pública, ejercida por los ayuntamientos, siendo el de Brujas, (Bélgica), en 1526, el primero que promulga las leyes de beneficencia, y convierte la asistencia caritativa a los pobres en el primer plan municipal de beneficencia pública. Con el tiempo, el Estado profundizó este tipo de intervención, creando entidades encargadas de proporcionar fondos públicos para la atención de nuevos destinatarios: los ancianos, los niños, los enfermos, los pobres en general, manteniendo la visión asimétrica entre benefactor y beneficiario. No sólo el Estado adoptó esta modalidad, sino que muchas organizaciones de la Sociedad Civil realizaron y realizan beneficencia.

La Solidaridad

Las debilidades de las políticas asistencialistas – la discontinuidad, la fragmentación, el bajo grado de profesionalización, el carácter mínimo, en comparación con el volumen del gasto social, y la subordinación política- motivan un cambio en la concepción de los programas sociales. Paulatinamente, se produce un giro fundamental en la concepción de la sociedad civil y el Estado y nacen los valores de solidaridad. En lugar de llevar adelante acciones de fuerte control social, que toman a los más desprotegidos como sujetos pasivos, sin capacidad de diseño ni de crítica sobre sus destinos; se establece que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos a lograr un determinado bienestar y que si algunos no acceden a él, se deben realizar políticas destinadas a corregir esta situación de desigualdad.

En esta etapa surgen los seguros sociales y posteriormente, el Sistema de Seguridad Social, cuya primera manifestación tiene lugar en la Alemania de Bismarck en 1881. Deben pasar muchas décadas para alcanzar el llamado Estado de Bienestar, basado en los principios de prevención, promoción de la autonomía personal, integración social e igualdad de oportunidades.

Junto con el cambio de la intervención estatal, se produce una transformación en el seno de la sociedad civil. Aparecen instituciones no confesionales, preocupadas por los problemas de la comunidad, que buscan generar programas y proyectos para superar la pobreza. Estas acciones solidarias también cambiaron, junto con la perspectiva del Estado. Se busca impulsar proyectos de participación activa e interactiva que vincule a todos los sectores, que respeten y tenga en cuenta las necesidades del sector social al que se dirigen. Esta nueva forma de intervención basada en la solidaridad es respetuosa de los beneficiarios, los considera como ciudadanos plenos y busca su integración a la sociedad como agentes de desarrollo.

Intervención asistencialista

Con la Revolución Francesa surge una nueva concepción de la sociedad, basada en los principios de libertad, igualdad y fraternidad y en una comunidad de ciudadanos, donde el marginado es un individuo con derechos y deberes. En este momento surge una forma de intervención, la Asistencia Social, que constituye una obligación inalienable del Estado.

Las instituciones no gubernamentales, fundamentalmente la Iglesia, continúan participando activamente en la asistencia de los pobres y marginales, pero la participación del Estado constituye un cambio fundamental en la Historia. La asistencia social puede definirse como un conjunto sistematizado de principios, normas y procedimientos para ayudar a individuos, grupos y comunidades a la resolución de sus problemas sociales. Esta modalidad nace junto con el surgimiento del Estado liberal y el capitalismo industrial.

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