Desgaste profesional en la intervención social

El síndrome de burnout también se da entre los profesionales que se dedican al cuidado y acompañamiento psicosocial
Por Esther Camuñas 22 de julio de 2016
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Imagen: Alkarri

En el Día Internacional del Autocuidado de la Salud, que se celebra el 24 de julio, conviene recordar la importancia de cuidar a los que cuidan, es decir, a todos los trabajadores sociales, psicólogos, educadores sociales, profesores y orientadores que trabajan en la intervención social. Y es que el desgaste profesional es muy común en las profesiones asistenciales y también en la docencia. En el artículo se describen los síntomas propios del síndrome de burnout y qué lo origina y se recomiendan algunas ideas para favorecer el autocuidado y evitar las situaciones de estrés continuado.

Entre los trabajadores más afectados por el desgaste profesional se encuentran quienes atienden a víctimas de la violencia de género

Entre los trabajadores de la intervención social más afectados por el desgaste profesional se encuentran quienes atienden a las víctimas de violencia de género. También lo sufren quienes acompañan a personas con discapacidad física o enfermedad mental, los que intervienen en programas con drogodependientes, con personas sin hogar o en una situación económica y laboral muy precaria y con personas mayores o dependientes.

A veces es la falta de coordinación y directrices la que produce incertidumbre laboral y origina una situación de estrés. También se debe a la carencia de recursos para poder atender las necesidades de las personas a las que se cuida y las condiciones personales del trabajador. Las personas muy comprometidas con el dolor, entusiastas, autoexigentes y con gran nivel de implicación pueden padecerlo con más facilidad. No se trata de una cuestión individual sino que puede afectar a todo un conjunto de trabajadores.

Síndrome de burnout: causas y síntomas

La falta de coordinación y recursos para atender a las personas son algunas causas del síndrome de burnout

Los equipos de personas que trabajan en ONG, centros privados o públicos ofreciendo un servicio de acompañamiento y ayuda pueden llegar al agotamiento profesional o burnout y tener trastornos psicológicos.

El síndrome de burnout o del quemado es un trastorno emocional que está vinculado al ámbito laboral y al estrés causado por las condiciones de trabajo y el entorno en el que se desenvuelve el afectado.

Algunos de los síntomas más frecuentes, si no se recibe el cuidado o autocuidado suficientes son:

  • Cansancio o agotamiento emocional: sensación de pérdida de energía y desproporción entre el cansancio y el trabajo realizado, así como irritabilidad e incapacidad para disfrutar con las tareas.
  • Despersonalización o actitud negativa hacia las personas que atienden como mecanismo de respuesta a los sentimientos de impotencia, indefensión y desesperanza que produce el trabajo continuado con personas que sufren.
  • Abandono del disfrute y realización personal: el profesional se aleja de las actividades familiares, sociales o recreativas.
  • Entre los síntomas físicos se encuentran la fatiga crónica, el insomnio, las cefaleas, los trastornos gastrointestinales, pérdidas de peso y dolores musculares.

Autocuidado y renovación de energía

Es imprescindible cuidarse para poder cuidar a otros y, por ello, el primer paso es reconocerse como profesionales y equipos en riesgo y dedicar recursos al desarrollo de estrategias que permitan amortiguar el efecto nocivo.

Es imprescindible cuidarse para poder cuidar a otros

Conviene también empezar por observar la contaminación temática, ya que es muy probable que en espacios de atención a víctimas sea un asunto recurrente hablar de los daños sufridos, del dolor y del impacto emocional que ocasionan ciertos casos. Esto genera hipersensibilidad hacia el tema y a veces mucha tensión emocional que no siempre se comparte.

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Imagen: Antics Lfb

Entre las recomendaciones para atender a los profesionales de la intervención social se podrían incluir:

  • Cuidar la importancia de hacer equipo y evitar la alta rotación de personas, algo muy común en las ONG y que a su vez genera desestabilidad entre los trabajadores.
  • Reconocer y hacer visibles los malestares físicos y emocionales, generando espacios en los que se puedan expresar los sentimientos y todo lo que provoca el encuentro con personas vulnerables.
  • Ventilar los conflictos que se puedan dar con compañeros e incluso conflictos internos del propio profesional con respecto al trabajo que desempeña (exigencia, culpa…).
  • Favorecer espacios de vaciamiento de la contaminación acumulada, a través de actividades físicas como el yoga, el mindfulness o el baile. Pueden ser espacios personales o en equipo.
  • Compartir la responsabilidad de las decisiones de mayor riesgo que debe tomar cada miembro del equipo.
  • Generar reuniones y encuentros de supervisión de casos y también supervisión del profesional.
  • Es esencial que la persona que coordina o dirige el equipo profesional dé importancia al reconocimiento y que conecte con las necesidades del profesional.
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