La lucha de las mujeres refugiadas por su derecho a existir

La periodista afgana Khadija Amin, refugiada en España, explica la difícil situación de las mujeres y las niñas en su país y, también, las iniciativas para mejorar las perspectivas de futuro
Por Comité español de ACNUR 27 de marzo de 2025
Khadja Amin periodista
Marzo no es solo un mes para celebrar los avances en derechos de las mujeres, sino también un recordatorio de las luchas que aún quedan por ganar. Entre los más de 123 millones de personas desplazadas a la fuerza en el mundo, la mitad son mujeres y niñas quienes enfrentan una doble vulnerabilidad. A pesar de su resiliencia, siguen siendo las más expuestas a la violencia, la explotación y la marginación económica en contextos de desplazamiento, viéndose obligadas a sobrevivir en condiciones de extrema precariedad. Afganistán es el ejemplo más extremo de la vulneración de los derechos de las mujeres. Desde la llegada al poder de los talibanes en 2021, el país se ha convertido en una cárcel para ellas. Privadas de educación, trabajo y libertad de movimiento, han sido prácticamente borradas de la vida pública. Pero incluso en la oscuridad, hay voces que se niegan a callar.

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A sus 31 años, Khadija Amin ha experimentado en carne propia lo que significa ser mujer en Afganistán: un matrimonio forzado, violencia de género, la imposición del burka y la privación de su libertad. Pero también ha sido pionera enfrentando el miedo y los prejuicios para convertirse en una de las caras visibles del periodismo afgano.

Presentadora de la televisión pública hasta agosto de 2021, su vida dio un vuelco cuando los talibanes tomaron el poder y tuvo que huir para salvarse. Hoy, refugiada en España, sigue informando y luchando por los derechos de las mujeres afganas. Su historia es el reflejo de millones de mujeres desplazadas a la fuerza: la pérdida, la resistencia y la esperanza.

«El 15 de agosto de 2021 mi vida se detuvo»

Khadija Amin fue presentadora de la televisión pública afgana hasta la toma del poder de los talibanes, el 15 de agosto de 2021. «Fue inimaginable —recuerda—. Ese día, tras presentar el informativo, me enviaron a cubrir el caos en los bancos. Volviendo, mi jefe me llamó: ‘Khadija, ya no puedes regresar. No hay nadie en la oficina. Han liberado a los prisioneros de la cárcel'».

«Corrí al edificio de la televisión y lo encontré vacío —prosigue—. Quería terminar mi reportaje, pero mi jefe me detuvo: ‘Vete ya’. A las cinco de la tarde, nos pidieron calma, pero el presidente había huido. Para nosotras, que llevábamos luchando 20 años por nuestros derechos, fue un golpe devastador».

situación de las mujeres en Afganistán
Imagen: ACNUR / Oxygen Empire Media Production

Ser mujer y refugiada: doble vulnerabilidad

Cerca del 50 % de las personas refugiadas y desplazadas son mujeres y niñas. Sin embargo, a pesar de ser la mitad de esta población, siguen encontrando más obstáculos para acceder a derechos básicos como la educación, el empleo y la protección.

En contextos de desplazamiento forzoso, las mujeres y niñas corren un mayor riesgo de sufrir violencia sexual y de género. Muchas son forzadas a matrimonios tempranos, víctimas de trata o explotación. Y, a pesar de todo, la mayoría de ellas se convierten en el pilar de sus familias, sacándolas adelante en condiciones extremas.

En Afganistán, el 77 % de las personas que necesitaron ayuda humanitaria en 2024 eran mujeres, niñas y niños. Con las mujeres expulsadas de la vida pública y con la prohibición de trabajar en ONG, la falta de recursos para sobrevivir las ha empujado a una situación de extrema vulnerabilidad.

Aun así, muchas encuentran formas de resistir. En pequeños talleres en sus hogares, mujeres afganas elaboran alfombras, cosen o preparan alimentos para vender. Sin embargo, sin acceso a mercados ni financiación, sus oportunidades son mínimas.

«La educación es un derecho, no un privilegio»

«Yo estudié en clases clandestinas durante el primer régimen talibán en 1996. Mi hermana, mis primas y yo estudiábamos en secreto porque queríamos aprender. Ese esfuerzo nos preparó para asistir al colegio cuando finalmente se nos permitió», relata Khadija Amin, que actualmente impulsa un proyecto de educación para niñas en Afganistán.

derechos de las mujeres y niñas en Afganistán
Imagen: ACNUR / Oxygen Empire Media Production

«Ahora, ver que las niñas han perdido el derecho a la educación es desgarrador. Pensé qué podía hacer y decidí crear una escuela online para que puedan aprender, porque Afganistán se ha convertido en una cárcel para ellas», añade.

En su opinión, «la educación nos da poder y nos permite construir un futuro. No tener educación es como no tener ojos, como estar encerradas sin salida. El periodismo, en particular, ha sido una profesión peligrosa para muchas de nosotras. Algunas incluso han perdido la vida en el camino. Pero informar al mundo es vital, aunque en países en conflicto sea tan arriesgado como ser soldado».

Las refugiadas no son víctimas, son líderes

A pesar de los desafíos, las mujeres refugiadas han demostrado una capacidad inquebrantable para reconstruir sus vidas. Desempeñan un papel fundamental en la resiliencia de sus comunidades, liderando iniciativas de reconstrucción, emprendimiento y apoyo a otras mujeres.

En el caso de Khadija, la huida significó empezar de cero en un país desconocido, sin familia, sin amigos y sin hablar español. Pero poco a poco encontró su camino. «Como refugiada, sé que abandonar tu país es una decisión difícil. No fue una elección personal, sino una obligación. Nos forzaron a dejar todo atrás y empezar de cero. Fue un proceso doloroso, pero siempre hay esperanza», dice.

Khadija Amin periodista afgana
Imagen: ACNUR

«Nunca imaginé trabajar en los medios de comunicación en España. Cuando llegué, hice un curso de cocina en Salamanca, realicé prácticas en un restaurante y trabajé en hostelería —detalla Khadija—. Fue duro, pero poco a poco fui buscando mi camino. Ahora escribo para 20 Minutos y trabajo en Telefónica. Mujeres de todo el mundo me contactan porque quieren escuchar nuestras historias y apoyarnos».

Ante la pregunta de cómo le gustaría verse dentro de cinco años, esta periodista afgana subraya que «es crucial tener un propósito», pese a que la huida sea difícil. «Uno de mis mayores sueños es que mi escuela online crezca y pueda acoger a muchas niñas afganas, dándoles la educación que se les niega. También quiero seguir apoyando, empoderando a mujeres afganas en el exilio. Espero que este proyecto no sea temporal, sino permanente. En cinco años, me gustaría verme junto a mis hijos y haber logrado consolidar mis proyectos», confiesa.

En cuanto al futuro de Afganistán, Khadija sueña con «un país donde las mujeres recuperen sus derechos y puedan participar en la sociedad. Quiero ver sonrisas en las niñas afganas, que puedan respirar aire libre y vivir con dignidad».

mejorar la situación de las mujeres en afganistán
Imagen: ACNUR / Oxygen Empire Media Production

Por las mujeres que aún no pueden alzar la voz

El Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada 8 de marzo, es un recordatorio de que la lucha por la igualdad no ha terminado. Las mujeres refugiadas, que representan la mitad de la población desplazada a la fuerza a nivel mundial, enfrentan una doble discriminación: por ser mujeres y por ser refugiadas.

Desde ACNUR, el compromiso con ellas es una prioridad: apoya a las mujeres en contextos de desplazamiento con programas de protección, educación y empleo, para que no sean solo sobrevivientes, sino también protagonistas de su propio futuro.

Porque el 8 de marzo no es solo un día para celebrar los avances, sino para exigir justicia para todas las mujeres que aún no pueden alzar la voz. Y porque, como dice Khadija, “la educación abre puertas, y lucharé para que ninguna niña tenga que dejar de estudiar por culpa de los talibanes”.

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