Microfinanzas para el desarrollo de los más pobres

Las microfinanzas se consideran una herramienta fundamental para ayudar a superar la pobreza
Por Azucena García 10 de agosto de 2011
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Las microfinanzas son fundamentales en los países en vías de desarrollo. Con una gestión adecuada, reducen la vulnerabilidad y el riesgo, a la vez que aumentan los ingresos de las personas más desfavorecidas. La organización comunitaria, productos financieros diseñados según sus especificidades y la selección correcta de los clientes son claves para el éxito.

Para quienes las finanzas macro dicen poco, las microfinanzas son un aliado imprescindible para salir adelante. Los productos son variados y se adaptan a las necesidades de cada uno, siempre a pequeña escala. La conferencia «Innovación Social en Microfinanzas: nuevas oportunidades en el contexto rural», organizada por Fundación Codespa a finales de junio, reunió a un grupo de expertos de todo el mundo que desvelaron los avances en este ámbito y destacaron las principales novedades, recopiladas en un único documento.

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Imagen: Nathan Laurell

Organización comunitaria. El trabajo en comunidad facilita el acceso a la financiación, en especial, en zonas rurales donde no hay instituciones financieras formales, señala Codespa. Las ventajas de las finanzas comunitarias son el fomento del ahorro entre los miembros y el hecho de que el dinero permanece en la comunidad, que «diseña las condiciones de sus préstamos, entre otros detalles, para que el servicio financiero esté perfectamente adaptado a las necesidades de la población meta».

Es bueno que las comunidades tengan la oportunidad de organizarse y diseñar estrategias de microfinanzas que se adecuen a sus necesidades

Se debe dar a las comunidades la oportunidad de organizarse y «diseñar estrategias de microfinanzas innovadoras para salir de la pobreza que se adecuan a sus necesidades», aseveran los expertos. Son prácticas de éxito los servicios microfinancieros autogestionados, de ahorro y crédito, en las poblaciones rurales aisladas. Se denominan grupos «Saving for Change» (Ahorro por el cambio) y, sobre todo, ayudan a las mujeres. Se entregan pequeños préstamos para negocios, agricultura, emergencias, compra de alimentos y ropa y pago de matrículas escolares.

Productos financieros que reducen el riesgo y la vulnerabilidad. El diseño individualizado permite solucionar las situaciones particulares de cada persona o comunidad. Es el caso de una red de cooperativas de ahorro y crédito creada para repartir las remesas directamente en zonas rurales donde se carece de instituciones financieras formales.

Estos productos se crean porque se entiende que las personas no solo necesitan créditos, sino alternativas a estos, «para que puedan salir de su situación de pobreza de manera permanente». Los microseguros de bajo coste (salud o vida, entre otros) y los microahorros son instrumentos idóneos. Además, los seguros climáticos cubren los riesgos de los hogares que dependen de la agricultura.

Nuevos productos para la generación de ingresos. Estos se centran en las zonas rurales. El foco de atención son las actividades agropecuarias, por lo que se idean productos para cada etapa de la cosecha, como el microleasing. Este permite alquilar activos productivos (una máquina, ganado, etc.) mediante cuotas periódicas por un tiempo determinado, que una vez finalizado da la posibilidad de comprar el bien.

Desempeño social y rentabilidad financiera. Este apartado apuesta por llegar a la clientela meta, satisfacer sus necesidades y promover un cambio en su vida. Se propone incluso el monitoreo de la satisfacción y un cambio en la gestión, con el uso de instrumentos para identificar a la población pobre, incentivos orientados a los objetivos sociales y el diseño de nuevos productos.

Algunas experiencias en este ámbito son las desarrollas por Codespa en colaboración con ADOPEM. Esta alianza permitió hasta el año pasado crear productos que multiplican el impacto del flujo de transferencias enviadas por los emigrantes en España a sus familiares en República Dominicana. Se pusieron en marcha productos microfinancieros para fomentar el ahorro o inversión, un microseguro de vida, accidentes y últimos gastos, un préstamo para crear empresas y un crédito de vivienda.

Poner en marcha una microempresa
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Imagen: J. Rivero/CODESPA

El trabajo de Codespa en República Dominicana ha permitido también que 800 mujeres hayan recibido microcréditos para poner en marcha iniciativas microempresariales. El modo de trabajo siguió una serie de pasos para garantizar el éxito de la iniciativa.

Primero se identificó la necesidad para reducir las tasas de pobreza extrema, que afecta sobre todo a las mujeres, y se apostó por ellas para la concesión de microcréditos para abrir nuevos negocios donde vender productos. En República Dominicana, Codespa habló con las mujeres, estudió las propuestas de negocio, asesoró y diseñó un fondo de pequeños préstamos.

Entonces se buscó financiación en España y, hasta hoy, 800 mujeres de 25 comunidades rurales han abierto diferentes negocios, como peluquerías, restaurantes y tiendas de ropa o artesanía.

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