Así es el trabajo para frenar el hambre y la desesperación en Afganistán

La población afgana se enfrenta sin recursos a la reconstrucción de viviendas destruidas por el conflicto, a un sistema bancario paralizado y a la malnutrición causada por la sequía
Por Comité español de ACNUR 31 de enero de 2022
campaña DRIVE refugiados Afganistan
Imagen: ACNUR

Alivio era lo único que podía respirar Sayed Mohammad y su familia cuando por fin pudieron regresar este verano a su casa en Marjah tras haber tenido que verse obligados a convertirse en desplazados internos. Sin embargo, el hogar que les esperaba ya no era el mismo de seis años atrás cuando tuvieron que abandonarlo a causa de los intensos combates entre los talibanes y las fuerzas de la coalición y del antiguo gobierno. Gran parte de la vivienda de Mohammad y su familia se había convertido en escombros como resultado de estos bombardeos. Al igual que la familia de Mohammad, son muchas las personas retornadas a Marjah, y a otras zonas rurales más empobrecidas de Afganistán, que en la actualidad deben enfrentarse a la reconstrucción de sus hogares. Pero este no es el único reto que deben superar.

También está muy presente la malnutrición. Y es que, en Afganistán, a las cicatrices que ha dejado el conflicto, fácilmente visibles en todos los edificios del país, se suman problemas naturales como la prolongada sequía que ha marchitado pastos y cultivos provocando escasez de alimentos, así como un sistema bancario paralizado por las sanciones financieras.

Todo ello ha permitido obtener como resultado un endeudamiento de la mayoría de la población afgana que hoy en día se ven en la necesidad de pedir dinero prestado para comprar alimentos o reparar sus casas. “Necesito comida. Necesito dinero en efectivo, pero nadie nos ha dado ayuda hasta ahora”, comenta Mohammad.

Afganistán: la respuesta de la ONU y de las organizaciones no gubernamentales

Naciones Unidas, ACNUR y varias organizaciones no gubernamentales han decidido unirse con el propósito de ayudar a familias como la de Mohammad. Ante la preocupante situación que envuelve a millones de personas afganas, estas entidades han lanzado planes de respuesta conjunta para ofrecer ayuda humanitaria vital a 22 millones de personas en Afganistán y para apoyar a 5,7 millones de personas desplazadas y comunidades locales en cinco países vecinos. Estos planes requieren más de 5.000 millones de dólares de financiación internacional en 2022.

Las ayudas también van destinadas a comunidades locales de países vecinos, pues más de 2,2 millones de personas refugiadas registradas y otros 4 millones de afganos y afganas con diferentes condiciones están alojados en Irán y Pakistán. Han llegado a estos países buscando la seguridad que les ha sido arrebatada por la violencia, el miedo y las carencias que ha ido dejando a su paso el conflicto. El continuo trabajo de acogida que han ido llevando a cabo estas comunidades vecinas ha llevado también al límite su capacidad de seguir brindando ayuda, razón por la cual estos países también necesitan el apoyo de las organizaciones internacionales.

“Mi mensaje es urgente: no les cierren la puerta a las personas de Afganistán. Los socios humanitarios están en el terreno y están actuando, a pesar de los desafíos. Ayúdennos a incrementar nuestra respuesta para evitar el hambre, las enfermedades, la desnutrición y, en última instancia, la muerte a gran escala, apoyando el plan humanitario que estamos lanzando hoy”, comenta el secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y coordinador de Ayuda de Emergencia de la ONU, Martin Griffiths.

El plan para responder a las necesidades dentro de Afganistán requiere 4.440 millones de dólares, el llamamiento humanitario más grande jamás lanzado para un país. Si se financia, las organizaciones humanitarias podrán aumentar la entrega de alimentos y apoyo a la agricultura para salvar vidas, así como los servicios de salud, nutrición, alojamiento de emergencia, agua y saneamiento, protección y educación.

Por su parte, el plan regional de respuesta para personas refugiadas requiere 623 millones de dólares para financiar a 40 organizaciones que trabajan en proyectos de protección, salud y nutrición, seguridad alimentaria, vivienda, artículos no alimentarios, agua y saneamiento, medios de vida y resiliencia, educación, logística y telecomunicaciones.

Campaña DRIVE para ayudar a la población afgana refugiada en Pakistán

Uno de los países fronterizos de Afganistán que más población acoge de refugiadas y refugiados afganos es Pakistán. A la continua ayuda que brinda este país a los millones de personas desplazadas que buscan asilo y seguridad ahora se suma una respuesta humanitaria más que lleva por nombre las siglas DRIVE.

Bajo estas letras se engloba una campaña que consiste en verificar y actualizar los datos de 1,4 millones de personas refugiadas afganas y expedir tarjetas de identidad inteligentes para éstas. Con estas tarjetas, que serán válidas hasta el 30 de junio de 2023, se logra dar protección a la población refugiada afgana y facilitarle acceso rápido y seguro a instalaciones sanitarias y educativas y a servicios bancarios.

Con el apoyo de ACNUR, la primera verificación a gran escala en los últimos 10 años tuvo lugar del 15 de abril al 31 de diciembre de 2021, emitiendo 700.000 nuevas tarjetas. El resto se llevará a cabo a principios de 2022.

Es importante recordar que en la actualidad Afganistán se ha convertido en una de las crisis humanitarias más preocupantes a nivel mundial. Hambre aguda, millones de niños y niñas que no pueden ir a la escuela, derechos fundamentales arrebatados, una economía en crisis, sequías y desplazamientos masivos son algunos de los peores retos a los que debe enfrentarse la población afgana día a día. Ante esta situación, sin el apoyo de las comunidades internacionales llegará una catástrofe humanitaria a gran escala mayor que la actual. «Las necesidades de las personas refugiadas no se pueden ignorar ni se puede dar por sentada la generosidad de los países de acogida. Necesitan apoyo y lo necesitan hoy”, añade el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filipo Grandi.

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