Un caramelo, una sonrisa

La ONG Caramelos Solidarios reparte dulces entre niños con escasos recursos o en riesgo de exclusión social
Por Azucena García 16 de septiembre de 2008
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Se llama Sara Lázaro, pero le llaman Sara Caramelo. Es fácil adivinar por qué. Sin embargo, a pesar de ello, no le importa contar la historia una y otra vez. Confía en que, con cada nueva narración, recopile toda la ayuda que necesita para llevar a cabo los proyectos de la ONG que dirige, Caramelos Solidarios. No está sola en el empeño. Le acompañan Teresa, Majo, María José, Marcela, Marcelo, Gustavo, Cristina, Asensi, Joseph, David “y muchos más españoles, chilenos, argentinos, peruanos…”. No quiere dejar a nadie fuera de la lista. Todos ellos son los artífices de una idea muy dulce, que les proporciona el regalo más valioso, y a la vez más económico, que se puede conseguir: la sonrisa de un niño.

Imagen: Caramelos Solidarios

Pocas cosas hacen más feliz a un niño que recibir un caramelo. Los dulces tienen el poder de arrancar sonrisas, aparcar malos ratos y devolver a los pequeños una niñez a veces robada por circunstancias ajenas a su voluntad. Era el año 1999 cuando Sara Lázaro reflexionaba sobre ello y llegaba a una conclusión: «Ningún niño en el mundo debería dejar de serlo sin haber disfrutado de un buen caramelo». Aquel año, Sara se encontraba en un campamento de refugiados saharahuis en Argelia. Lo había visitado en varias ocasiones, pero aquella era especial: «Fue el primer viaje que hice con caramelos y, después de repartirlos entre los pequeños, fue increíble ver sus caras de alegría, a diferencia de lo que ocurre cuando reciben ropa u otras cosas materiales».

La anécdota le sirvió para plantearse un proyecto más serio: «Comenzamos a pedir caramelos corporativos a diversas entidades bancarias, empresas privadas y también solicitamos ayuda a los amigos». ¿El resultado? Un buen número de personas que confiaron en ella y en sus proyectos. Hasta hoy, Caramelos Solidarios ha repartido más de 297.500 caramelos.

Infancia difícil

Los destinatarios de Caramelos Solidarios son niños de escasos recursos económicos, en riesgo de exclusión social, niños que han sido víctimas de desastres naturales o menores que han vivido un conflicto bélico. Perú, Afganistán, Mauritania, Angola, Pakistán, Tailandia, Brasil o Chile son algunos de los países que se han beneficiado de esta iniciativa. «En demasiadas partes hay niños cuyas infancias no están siendo tan fáciles y generosas como las de otros pequeños», subraya la organización.

Su lema es «Ningún niño sin un caramelo, ningún niño sin una sonrisa». Por ello, generalmente, son los propios miembros de la ONG quienes se trasladan hasta la zona del proyecto para asegurarse de que esta máxima se cumple. Otras veces, cuentan con la ayuda de entidades internacionales como Cáritas o Aldeas Infantiles SOS.

La selección de los proyectos se realiza de acuerdo a las necesidades especiales de cada zona, por proximidad física, tras solicitarlo una organización o, en ocasiones, se acude a aquellos lugares en los que han ocurrido catástrofes naturales inesperadas, «como un terremoto o la erupción de volcanes, en el caso de Chile».

Caras de alegría

Es difícil expresar con palabras lo que supone para un niño recibir un caramelo. «Es una mezcla de cosas, pero lo que más destacaría son sus caritas de alegría y de ilusión, creo que quieren ese caramelo como nadie, pero les encanta la compañía y el cariño que les damos», explica Sara.

Img caramelos3 articuloImagen: Caramelos Solidarios

Cada pequeño que recibe uno de estos dulces lo valora de manera extraordinaria. Aunque al principio se muestran tímidos, pronto hacen todo lo posible para no separarse de los miembros de la organización: «Quieren estar siempre a tu lado, te cogen la mano, te persiguen, te preguntan cosas, no dejan de mirarte». Algunas veces, Caramelos Solidarios ha visitado lugares a los que nunca antes había acudido ninguna persona extranjera o ajena a la comunidad, lo que supone una novedad aún mayor para los pequeños.

En la cordillera negra del Perú, los niños jamás habían probado un dulce

A cambio de los dulces, los niños regalan cariño, sonrisas y curiosidad. Saben lo que es un caramelo y lo han saboreado en alguna ocasión -«excepto en la cordillera negra del Perú, donde jamás habían probado un dulce»-, pero siempre lo han hecho de manera puntual. Por este motivo, agradecen la generosidad de quienes les entregan este tesoro sin pedirles nada a cambio, «sólo que se cepillen los dientes después de comer dulces o después de cualquier comida».

Los caramelos más divertidos para los niños son las piruletas, que en Centroamérica y Sudamérica llaman «paletas», y los «chupa chups». No obstante, cada pequeño recibe una bolsa con todo tipo de dulces, «siempre envueltos por cuestión de higiene», y un puñado de caramelos extra para compartir con sus familiares.

Cómo colaborar

Img caramelos2 articuloImagen: Caramelos Solidarios

La entidad cuenta con oficinas en Barcelona (93 792 39 17), Santiago de Chile, Buenos Aires y Miami, donde Sara Lázaro se encuentra en la actualidad “para iniciar proyectos en el Caribe y Centroamérica”. También está prevista la apertura de oficinas en Ecuador y Colombia.

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