Confort en viajes largos

Elegir un buen asiento, moverse a menudo y llevar un buen equipaje de mano evitarán que el desplazamiento se haga eterno
Por June Fernández 18 de febrero de 2007

Los viajes de larga duración no sólo se hacen interminables sino que pueden ocasionar molestias físicas si no se toman medidas para garantizar la comodidad. Por esta razón, independientemente del medio de transporte en el que se viaje: barco, autobús o tren, es determinante invertir más tiempo en hallar el asiento adecuado. ¿Cómo saber que es el más indicado? Porque debe tener el espacio suficiente que permita movernos de derecha a izquierda (sin molestar al compañero) y realizar pequeños estiramientos. Además, el mercado proporciona una serie de elementos que facilitan el descanso y la comodidad en un viaje largo: mantas, un cojines y ropa holgada.

Este tipo de viajes se caracterizan porque son tediosos, generalmente agotadores y a la larga muy incómodos. Cada viaje, dependiendo principalmente del medio de transporte, tiene sus propias particularidades: en los autobuses las personas muy altas apenas entran en el asiento, generalmente está prohibido que una persona se levante, salvo en las paradas y para ir al baño, etc. No obstante, hay una serie de consejos al alcance del viajero que ayudan a que el viaje largo sea más llevadero: la ropa y el calzado deben ser cómodos y holgados, conviene tener a mano elementos de distracción: revistas, libros, pasatiempos y otros que ayuden a descansar: mantas, cojines, tapones para los oídos, antifaz, auriculares…

Elegir un buen asiento, llevar ropa cómoda y holgada, y contar con elementos que faciliten la distracción y descanso (revistas, cojines, mantas) hacen que un viaje largo sea más llevadero

Avión

Antes de comprar el billete conviene solicitar el mapa del avión para elegir un buen sitio. Los asientos delanteros son más silenciosos y más amplios, y los cercanos a las salidas de emergencias cuentan con más espacio aún. También es importante tener en cuenta las características físicas de cada persona y elegir en función de sus necesidades; una persona que no suela levantarse del asiento puede elegir la ventanilla para que no sea molestada por el vaivén del pasillo y tener así cierto control para hacer sombra en la ventana o disfrutar de las vistas, pero si una persona es muy alta, elegirá pasillo para estirar mejor las piernas. Por el contrario, los peores asientos son los de la última fila porque no se reclinan y lindan con la cocina.

Hay que cuidar especialmente la circulación para no padecer el llamado síndrome de la clase turista , que puede ocasionar trombosis. Además de caminar por el pasillo cada poco tiempo, conviene no quedarse dormido con las piernas cruzadas, no limitar el espacio para las piernas con equipaje y hacer pequeños ejercicios de contracción y relajación de las piernas. Otra molestia habitual es el taponamiento de los oídos que, generalmente, se suele evitar mascando chicle.

Una ventaja de este medio de transporte es que el personal de vuelo suele proporcionar accesorios que hacen más cómodo el desplazamiento, como mantas, cojines hinchables, auriculares para escuchar la radio o ver las películas, etc. Por ello, nunca está de más preguntar con qué recursos se cuenta.

Autobús

Como en el avión, los asientos en ventanilla son más tranquilos y cómodos que los del pasillo. En los delanteros es más difícil marearse, además se está más cerca del televisor, un recurso clave para no aburrirse. Dos sitios excelentes son el asiento anterior y el posterior a la puerta trasera de salida: en el anterior se podrá reclinar el asiento al máximo sin molestar a nadie y el posterior suele contar con una mesita muy práctica. La fila de atrás es la peor porque sus asientos no se reclinan. En viajes excesivamente largos, se puede optar por autobuses litera.

Conviene evitar viajar en horas punta y fechas de operación salida o llegada porque tardar más horas de las necesarias puede resultar desesperante. Es recomendable comer ligero y beber bastante líquido, aunque para ello habrá que tener en cuenta si el autobús tiene baño. Como no es seguro pasear por el pasillo, habrá que cuidar especialmente las malas posturas y hacer los ejercicios de estiramiento.

El tren

Viajar en tren permite pasear a lo largo de todos los vagones, disfrutar de la cafetería y del paisaje. En este medio de transporte se aconseja llevar cojines hinchables, mantas o cualquier otro accesorio que permita acolchar el asiento. Frente a los aviones y autobuses, en los trenes es más frecuente que no se emitan películas, lo que exige acordarse de llevar música, libros, pasatiempos, o cualquier otro elemento que ayude a distraerse. Si la intención es dormir, hay que tener en cuenta que el traqueteo y el tránsito constante de personas caminando por el pasillo es ruidoso. Por ello, conviene llevar tapones para los oídos, elegir asientos alejados de las cafeterías y, a ser posible, optar por un coche-cama.

El barco: prevenir el mareo

El mayor riesgo del barco es el de marearse. Para evitarlo, conviene situarse en la parte alta, en la popa y en centro. Se debe comer poco y no viajar en ayunas ni tomar alcohol. Si hace calor, es mejor salir a tomar el aire que conformarse sólo con el aire acondicionado. Es menos probable marearse sentado o tumbado que de pie, y bajo ningún concepto hay que agachar el cuerpo hasta las piernas. Tampoco conviene mirar fijamente las olas o cualquier otro elemento que se mueva. El hecho de si leer previene o potencia el mareo es objeto de permanente debate, por lo que cada uno debe elegir de cuerdo a sus experiencias previas. Por último, si se desea tomar algún medicamento contra el mareo, hay que hacerlo media hora antes de iniciar la travesía, no en el barco.

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