Sequía

Tomar medidas preventivas es fundamental para frenar un desastre natural que afecta a todo el planeta
Por Alex Fernández Muerza 9 de marzo de 2006

España vive una de las sequías más severas de los últimos 125 años, hasta el punto de que los responsables del Ministerio de Medio Ambiente apuntan a posibles restricciones en el consumo urbano próximamente. Un mejor conocimiento de los problemas que conlleva la sequía puede ayudar a tomar medidas de tipo preventivo que ayuden a mitigar este desastre natural que tantos efectos medioambientales, económicos y sociales negativos producen.

¿Por qué aparece la sequía?

La sequía es un fenómeno natural que forma parte de los cambiantes sistemas climáticos y meteorológicos de la Tierra, y que tarde o temprano afecta a todo tipo de países. Según fuentes del Observatorio Nacional de la Sequía, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, supone “una anomalía transitoria, más o menos prolongada, con precipitaciones inferiores a las normales en una determinada zona, y se puede convertir en un desastre natural cuando no existe capacidad de gestión de los recursos hídricos”. No obstante, Luis Echarri, profesor de Población, Ecología y Ambiente en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra, advierte de que no hay una definición de sequía universalmente aceptada: “es difícil decir cuándo ha empezado o terminado una sequía y algunas veces incluso confirmar si ha existido. Tiene que ser una situación de carencia de agua inesperada. También es muy subjetiva la apreciación del tiempo que tiene que durar para constatar que efectivamente se están produciendo daños.” Por ello, no es de extrañar que los científicos contemplen más de 150 definiciones, así como diferentes índices, con sus aciertos y desaciertos, para recabar información sobre regiones afectadas, siendo el Índice de Severidad de la Sequía de Palmer (PDSI) y el Índice Estándar de Precipitación (SPI) los más utilizados.

¿Por qué aparece la sequía?

Las sequías son actualmente impredecibles, como señala Francisco Calvo García-Tornel, catedrático de Geografía de la Universidad de Murcia, pero añade que “se pueden hacer proyecciones con datos de sequías anteriores. Así se llega a calcular la “recurrencia” o posibilidad de que se repita un fenómeno en un periodo de tiempo dado, y aunque no informa del momento exacto, puede servir para establecer políticas de previsión”. Asimismo, El concepto de sequía se suele confundir con el de aridez,

El concepto de sequía se suele confundir con el de aridez

que es un rasgo climático permanente, es decir, en determinada zona la pluviosidad es escasa como norma general. “El sureste peninsular español es un territorio con rasgos de aridez, pero no intensa comparativamente”, matiza el profesor Calvo García-Tornel. Aun en el caso de producirse una situación de sequía, no debería llegarse a la escasez de agua si se desarrollan planes adecuados de explotación y suministro a medio y largo plazo, y si las demandas se mantienen en límites acordes con las características climáticas de la región.

Las causas de la sequía y de la aridez pueden conocerse desde el punto de vista climático, pero eso no quiere decir que sean modificables, como indica Calvo García-Tornel, “mientras que las de la escasez se centran en que se consume más de lo que se tiene; eso sí es modificable pero tiene un coste que a veces no se asume socialmente”. En algunas ocasiones pueden reconocerse asociaciones entre los episodios a corto plazo y las fluctuaciones globales atmosféricas y oceánicas de otras partes del mundo, como en el caso del fenómeno El Niño. A mayor escala, también se ha propuesto como causa de las sequías prolongadas la relación entre las temperaturas superficiales del mar y la precipitación. Por su parte, el ser humano estaría también contribuyendo a hacer más agudo el impacto de la sequía a causa de determinadas prácticas, entre las que destacan la disminución de la capacidad de retención de humedad del suelo, la deforestación, la emisión de gases contaminantes que causan el efecto invernadero o aquellas otras que propician la erosión. A su vez, todos estos cambios pueden involucrar mecanismos de retroalimentación “biogeofísica”, es decir, una vez que comienzan se retroalimentan en sí mismos y perpetúan las condiciones de sequía.

Impactos de la sequía

La sequía es uno de los desastres naturales con mayor impacto medioambiental, económico y social. Por ejemplo, se calcula que la sequía que asoló Estados Unidos de 1987 a 1989 fue el desastre natural documentado más costoso en la historia de este país, después del causado por el huracán Katrina en 2005. La Organización Meteorológica Mundial estima que la sequía afecta a la mitad de las personas que sufren las consecuencias de desastres meteorológicos.

El incremento de la desertificación, de los incendios forestales, y de la degradación general del suelo y el paisaje son algunos de los impactos medioambientales que conlleva una sequía extensa. Aunque a veces los efectos son de corta duración, restableciéndose las condiciones normales de forma rápida cuando finaliza, en otras ocasiones las consecuencias persisten durante más tiempo o pueden convertirse en permanentes. La sequía produce daños a las especies de plantas y animales y en el hábitat silvestre,

La sequía produce daños a las especies de plantas y animales y en el hábitat silvestre

de manera que la biodiversidad se ve afectada, la calidad del aire, el agua y el suelo disminuye, mientras que diversas enfermedades y plagas de insectos aumentan. Los fenómenos meteorológicos también se resienten, en forma de altas o bajas temperaturas o vientos huracanados, siendo normal que, después de períodos secos, se presenten lluvias torrenciales que, ante la degradación de la cubierta vegetal y de los cauces naturales del agua, causen catástrofes que indirectamente puedan ser atribuidas a la sequía.

Los efectos de la sequía pueden tener repercusiones a corto y a largo plazo, y afectar no sólo a las actividades más directamente relacionadas con la naturaleza, como la agricultura, la ganadería y la pesca, sino también al resto de actividades humanas, como la industria o el turismo. Los precios de los alimentos, la energía y otros productos se incrementan, conforme los suministros se reducen. Los costos del transporte también crecen, al quedar la navegabilidad de ríos imposibilitada y la producción hidroeléctrica puede verse reducida, lo que acentúa el efecto invernadero, puesto que la producción térmica tiene que aumentar para paliar dicho descenso.

Igualmente, la sequía provoca diversos desastres de tipo social a nivel mundial, como inseguridad alimenticia, hambruna, desnutrición, epidemias y desplazamientos migratorios masivos de poblaciones en busca de alimentos y agua, tanto de unos países a otros, como en el propio país, hacia las zonas urbanas dentro del área afectada, privando a las zonas rurales de recursos humanos necesarios para el desarrollo económico. En las últimas décadas se ha registrado un mayor ritmo de deterioro de los recursos naturales, un hecho que hace más vulnerable a la población ante fenómenos naturales como las sequías. La disponibilidad de agua por habitante es cada vez menor, de manera que se considera que en los próximos 20 años el agua se convertirá en un elemento estratégico de supervivencia.

Cómo combatir la sequía

Según los expertos, las primeras medidas contra las sequías se tomaron de manera improvisada y cuando ya se estaban produciendo, tratando de solucionar los problemas del momento, por lo que se consiguieron resultados parciales. En la actualidad, los métodos para combatir los efectos de las sequías se basan en medidas preventivas,

En la actualidad, los métodos para combatir los efectos de las sequías se basan en medidas preventivas

como el análisis de las experiencias de las pasadas sequías, la modernización de las infraestructuras y las reservas hídricas, reduciendo en lo posible las pérdidas de agua, y la creación de nuevas fuentes de suministro. Para paliar los efectos producidos en la agricultura, uno de los sectores más castigados por la sequía, la toma de medidas como el uso correcto de la tierra y de las técnicas agrícolas utilizadas, o la selección de variedades de plantas resistentes a las sequías, son fundamentales.

Las autoridades son las responsables de desarrollar un plan a nivel nacional que afronte adecuadamente los problemas más críticos de la sequía. El Plan de la Sequía que se diseñe debe contemplar en primer lugar la monitorización de los indicadores que permitan detectar el comienzo de la sequía. Una vez que se dispone de los suficientes datos como para afirmar que la sequía ha comenzado, los siguientes pasos consisten en el aviso a la población y la toma de medidas que conduzcan a la mitigación de sus efectos. El proceso de desarrollo del plan identifica áreas vulnerables, grupos de población y sectores medioambientales y económicos, y sus metas son la reducción de los efectos de la escasez de agua, las dificultades de la población y los conflictos entre los usuarios del agua y de otros recursos naturales. Para que tenga éxito, el plan debe estar integrado con otros planes y estrategias gubernamentales, tales como las relacionadas con la seguridad alimenticia y la lucha contra la desertización, dentro de una estrategia de cooperación internacional, dado que la sequía es un fenómeno global.

El desarrollo de nuevas tecnologías que ayuden a mejorar la obtención y utilización de agua también puede jugar un papel importante en la lucha contra la sequía. Por ejemplo, la ministra de Medio Ambiente, Cristina Carbona, anunciaba el proyecto de construcción de 17 plantas desalinizadoras y 5 desalobradoras para tratar, respectivamente, agua del mar y agua salobre del subsuelo, con el objetivo de llegar a convertirse en la principal solución para combatir la sequía estructural del litoral mediterráneo. Asimismo, investigadores de varias universidades españolas y la Ben Gurion de Israel presentaban el año pasado un sistema, en fase de pruebas, capaz de producir lluvia en regiones áridas y cercanas al mar, que podría convertirse en una buena opción a medio plazo para luchar contra la desertificación.

Por otra parte, una correcta información y la concienciación medioambiental forman parte de las medidas a tomar para combatir las consecuencias de la sequía. En este sentido, los ciudadanos deben asimilar valores y actitudes que promuevan el cuidado del medio acuático como forma de mejorar la calidad de vida, participando de forma individual y colectiva en iniciativas que mejoren el medio ambiente y superen situaciones como las de la sequía.

La sequía en el mundo y en España

La ONU denuncia que la sequía es una de las principales causas de pobreza en el mundo

La ONU denuncia que la sequía es una de las principales causas de pobreza en el mundo

y que está empujando a 135 millones de personas a emigrar de sus países. La lluvia en África se ha reducido de tal manera que cerca de 38 millones de personas se encuentran en peligro a causa del hambre por falta de agua, estando especialmente afectados los tres extremos del continente: el oriental (Etiopía y Eritrea), el occidental (Mauritania) y el sur (Malaui, Zimbaue, Zambia y Mozambique). Latinoamérica también padece las consecuencias. Millones de campesinos en Perú han abandonado las zonas costeras por las sequías y han superpoblado los grandes centros urbanos. Cada año, ocho millones de mexicanos huyen a Estados Unidos dejando atrás los áridos campos. En Asia, la sequía afectará de una u otra forma a unos 60 millones de personas, en una zona que va desde Jordania y Siria a India y en la que se encuentran Irak, Irán, Afganistán, Takiyistán y Pakistán.

No obstante, conviene aclarar que si bien la sequía ha sido el detonante de los problemas de estos países, las causas reales son complejas y varían de un país a otro debido a una confluencia de factores como la pobreza, un tiempo errático y unas determinadas condiciones sociales y económicas. En definitiva, la sequía no tiene por qué asociarse inevitablemente a la hambruna y prueba de ello es que una sequía de características similares en Europa tiene consecuencias menores. En la mayoría de los países de Europa las sequías tienen lugar periódicamente, siendo más frecuentes en los del sur, centro y este. De acuerdo con el documento “El agua en Europa: una evaluación basada en indicadores” editado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), organismo público de la Unión Europea, los países del centro y norte europeos no padecen “estrés hídrico”, situación que sucede cuando la demanda de agua en una región es mayor que la disponible en un periodo de tiempo determinado. Por su parte, Rumania, Bélgica, Dinamarca, Grecia, Turquía y Portugal pueden considerarse con un estrés hídrico moderado, mientras que Chipre, Malta, Italia y España padecen estrés hídrico.

En este sentido, España es un país especialmente afectado por el fenómeno de la sequía, como muestra el Libro Blanco del Agua, pues durante el período 1880-2000 más de la mitad de los años se han calificado como de secos o muy secos. En la década de los 80 siete años se han considerado secos o muy secos y en la de los 90 cinco años han merecido el mismo calificativo. Antonio Mestre, Jefe del Servicio de Aplicaciones Meteorológicas del Instituto Nacional de Meteorología (INM), recuerda que 2005 fue uno de los años hidrológicos más secos y que este periodo comprende desde octubre de 2005 a octubre de 2006, por lo que lo califica como una “sequía importante”. Por su parte, el director general del Agua del Ministerio de Medio Ambiente, Jaime Palop, asegura que, de continuar esta tendencia, “los problemas podrían llegar a partir de abril”, lo que podría aumentar las posibilidades de restricciones de agua en el consumo urbano. Asimismo, el Consejo de Ministros ha aprobado recientemente el Decreto de Sequía, una normativa que incluye medidas de carácter “excepcional” en las cuencas de Segura, el Júcar y el Tajo, así como un régimen sancionador para combatir comportamientos contrarios a las decisiones de las confederaciones hidrográficas.

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