Etiquetado completo y seguro

Las etiquetas son una herramienta de seguridad para los consumidores que se interesan por los ingredientes y, en especial, para las personas alérgicas
Por Natàlia Gimferrer Morató 31 de agosto de 2010
Img etiquetado fruta
Imagen: ricardo

La tasa de incidencia de alergias alimentarias aumenta en todo el mundo, según datos del Comité Científico sobre la Alimentación Humana de la Unión Europea. Para las personas expuestas a estas enfermedades, el etiquetado es una excelente fuente de información y una de las herramientas claves de seguridad. Entre los alérgenos más habituales destacan la leche de vaca, la fruta, las legumbres, los huevos, los crustáceos, las nueces, el pescado y el trigo. Sin embargo, el Comité Científico europeo ha detectado que muchos aditivos alimentarios que se usan y que pueden provocar reacciones adversas no se detallan en las etiquetas.

Imagen: ricardo

Todas estas circunstancias han subrayado la necesidad de tomar las medidas oportunas para ayudar a los consumidores afectados de alergias alimentarias o intolerancias y propiciar un etiquetado más completo y detallado sobre la composición de los alimentos. Estas medidas pasan por renovar la legislación establecida con la introducción de parámetros que clarifiquen toda la información. Se suprime la ley del 25%, que estipulaba la necesidad de incluir en el etiquetado los componentes de los ingredientes compuestos que representen menos de esta cantidad en el producto final, y se establece que, en caso de añadir cualquier ingrediente que pueda causar alergia, se agregue al producto final durante su tratamiento, en el proceso de elaboración. Saber leer e interpretar las etiquetas es fundamental para los alérgicos y se requiere que sepan qué información deben contener y cómo.

Datos qué deben exigirse

Las etiquetas facilitan la identificación de todos los ingredientes de los alimentos que se consumen. Por tanto, es una exigencia que toda la información al respecto esté detallada y sea entendible. No sólo en los productos envasados, sino también en los productos frescos.

La información de las etiquetas debe ser detallada y entendible

La carne, el pescado, los huevos o los vegetales que se adquieren en los mercados o que se venden a granel también deben estar etiquetados de manera que se pueda identificar el nombre comercial del alimento, la zona de captura o cría, el método de producción. En el pescado hay que señalar si procede de acuicultura, pesca extractiva o marisqueo y la presentación (filetes, entero, sin cabeza…).

Los alimentos light constituyen otro grupo que puede inducir a error. De valor energético bajo, se consideran así los productos que, como mínimo, han experimentado una reducción del 30% con respecto a su homólogo. Mientras, los alimentos de bajo valor energético aportan, como máximo, 40 kilocalorías por cada 100 g y en líquidos, 20 kilocalorías por cada 100 ml. Los productos considerados «sin aporte energético» tienen un valor energético total que no excede 4 kilocalorías por 100 gramos.

¿Etiquetar el bienestar animal?

La Unión Europea debate la creación de un etiquetado relativo al bienestar animal. Un reciente informe acerca de esta temática insinúa la posible creación de una red europea de centros de referencia para la protección y el bienestar de los animales, a partir de los resultados de un estudio externo realizado por la Comisión Europea en 2009. El objetivo principal es facilitar a los consumidores la identificación y la elección de productos respetuosos con el bienestar, de manera que se proporcione un incentivo económico a los productores para mejorar el bienestar de los animales. El informe también propone opciones para establecer otro tipo de red en laboratorios comunitarios de referencia para la sanidad animal, que podría proporcionar soporte técnico para elaborar y aplicar políticas de bienestar animal en las etiquetas y los certificados.

La etiqueta ayuda

La ingesta de variedad de alimentos es indispensable para garantizar el consumo de todos los nutrientes necesarios y mantener una alimentación sana y variada. Para conocer con exactitud el valor nutritivo de los alimentos que se ingieren y compararlos con otros, es indispensable leer las etiquetas. También ayudan a escoger los alimentos adecuados en función de las necesidades particulares de cada consumidor. Las personas alérgicas o con intolerancia a algún alimento sabrán sin ninguna duda si pueden consumir el producto que escogen.

A menudo, la etiqueta aporta información acerca del contenido de nutrientes expresado por cada 100 g y, en ocasiones, por porciones. En ella se detalla el valor energético en kilocalorías, las proteínas -cuya fuente principal son la carne, el pescado, los huevos, la leche y las legumbres-, los carbohidratos, azucares y almidones, las grasas, saturadas o instauradas, la fibra y las vitaminas y minerales. En estas últimas, se debe añadir el porcentaje de la cantidad diaria recomendada (QDR) que proporcionan 100 g de alimento.

DECLARACIÓN OBLIGATORIA

Los ingredientes que se consideran de declaración obligada en las etiquetas por ser los más propensos a propiciar reacciones alergias son:

  • Cereales que contengan gluten, es decir, trigo, avena, centeno, cebada, kamut o sus variedades híbridas, así como los productos derivados.
  • Crustáceos y derivados.
  • Huevos y derivados.
  • Pescado y productos a base de pescado.
  • Cacahuetes y derivados.
  • Soja y productos compuestos por soja.
  • Leche y sus derivados.
  • Frutos secos como almendras, avellanas, nueces, anacardos, nueces de brasil, pistachos o nueces de macadamia.
  • Apio y productos derivados.
  • Granos de sésamo.
  • Mostaza y productos derivados.
  • Altramuces y productos a base de altramuces.
  • Moluscos y productos de marisco.

Si estos ingredientes no se destacan en la etiqueta, significa que el producto no los contiene. El objetivo es facilitar a los consumidores sensibles toda la información necesaria acerca de la composición de los productos para prevenir posibles reacciones adversas.

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