Por qué no debes rellenar las botellas de plástico

El problema de las botellas de plástico radica sobre todo en el bisfenol A y los ftalatos, dos sustancias que pueden migrar al alimento en determinadas condiciones
Por Marta Chavarrías 17 de noviembre de 2017
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Imagen: mdblk1984

Las botellas de plástico son muy utilizadas para almacenar y transportar agua con seguridad. El plástico, por sí solo, no es un problema porque las moléculas de polímero a partir del cual está hecho son demasiado grandes para pasar del material del envase al alimento. Pero también puede contener moléculas mucho más pequeñas que sí pueden migrar a la comida. El peligro está sobre todo en dos sustancias: el bisfenol A (BPA), que se añade para hacer un plástico duro y transparente, y los ftalatos, que se agregan para conseguir un plástico blando y flexible. Ambos elementos son disruptores endocrinos, compuestos que pueden tener riesgos sobre la salud. El artículo explica cuáles son los problemas de rellenar las botellas de agua más de una vez.

El uso de agua embotellada se ha disparado en los últimos años. En la mayoría de los casos, el material con el que están hechos los envases para almacenar y transportar el agua es plástico, y en concreto el tereftalato de polietileno (PET), muy resistente a los agentes químicos, estable a la intemperie y muy rígido. Este tipo de botellas se someten a estrictos controles que incluyen inspecciones visuales, de forma, exámenes microbiológicos del envase y de resistencia del material.

También puede usarse policarbonato, para cuyo caso se comprueba la migración de bisfenol A, una sustancia química que se emplea en la fabricación del plástico y que puede migrar del envase al agua y sobre la que hay un intenso debate acerca de si debe prohibirse o no. En 2007, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) determinó una ingesta diaria admisible (IDA) de 0,05 mg/kg de peso corporal.

Muchas personas reutilizan las botellas de agua y rellenan el envase una o varias veces. Este gesto, que puede parecer inofensivo e inocuo, debe hacerse con precaución, ya que este tipo de recipiente, en la mayoría de los casos, no está preparado para usarlo más de una o dos ocasiones. Algunos de los principales problemas con los que es posible encontrarse por rellenar las botellas con agua del grifo una o varias veces son:

1. Migración de sustancias químicas

El bisfenol A es una sustancia química controvertida que se emplea en la fabricación de una amplia variedad de artículos de uso común y que se cree que interfiere en las hormonas sexuales. El químico no se halla en las botellas de «un solo uso», que están hechas de plástico PET. El BPA tiene el potencial de migrar a bebidas, aunque las investigaciones no son del todo claras sobre cómo esta sustancia afecta a los humanos. Sí se sabe que puede interferir con el sistema endocrino de las glándulas. Las botellas de plástico no deben reutilizarse si están hechas de plástico con BPA. Una alternativa es usar un envase marcado como «libre de BPA» o hecho con polietileno reutilizable (marcado con el número 2), polipropileno (número 5), acero inoxidable o botellas de agua de aluminio revestidas y que no lixivien sustancias no deseadas al agua potable.

El número 1 significa que están fabricadas con tereftalato de politetileno que, según la Universidad de Harvard (EE.UU.), puede contener antimonio. Las botellas marcadas con un 3 significa que están hechas de cloruro de polivinilo, que pueden poseer ftalatos. Estos números no tienen nada que ver con la creencia popular según la cual indica el número de veces que se puede usar la botella, puntualiza la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas (ANEABE).

2. Aparición de bacterias

En un experimento realizado por expertos británicos se encontraron más bacterias en las botellas reutilizadas por atletas durante una semana que en un inodoro. En concreto, la cifra de bacterias alcanzaba más de 900.000 unidades formadoras de colonias por centímetro cuadrado, de las que el 60% fueron capaces de transportar enfermedades a varias personas.

Tazas, vasos o cubiertos se lavan después de cada uso para evitar que cualquier bacteria obstinada aparezca. ¿Se hace también cuando se rellena una botella de agua? Parece lógico que debería llevarse a cabo. Según otra investigación de la Universidad de Nebraska (EE.UU.), las botellas de agua de plástico a menudo son difíciles de limpiar, lo que hace que se conviertan en zonas idóneas para el crecimiento bacteriano. Incluso las botellas diseñadas para ser reutilizadas tienen el riesgo de contaminación bacteriana, si no se lavan o si se reutilizan, a pesar de que haya evidencias visuales de desgaste. En este caso, la presencia de bacterias en grietas puede suponer un mayor riesgo que la posibilidad de que los productos químicos se filtren al agua. También en el plástico se adhieren los microorganismos con más facilidad que en otros materiales como el vidrio, sobre todo si la botella tiene recovecos y deformaciones.

3. Problemas de roturas

Muchas botellas de agua son relativamente frágiles y no están destinadas para un uso continuado. Una botella de agua que se rellena puede romperse o agrietarse. El empleo y desgaste diario de los lavados repetidos y de la reutilización pueden provocar la rotura física del plástico. Otro factor importante es el almacenamiento de las botellas de plástico. No deben someterse a temperaturas elevadas ni a luz excesiva, porque la migración de sustancias indeseadas es mayor cuanto mayor es la exposición a temperaturas elevadas y a la presencia de luz.

Algunos expertos aconsejan, si se usan botellas de agua de plástico, optar por las de polipropileno, por lo general de plástico blanco, ya que no son reactivas, aunque no puede garantizarse con total seguridad de que ciertas sustancias o aditivos se hayan empleado en el proceso de fabricación del plástico.

Algunos fabricantes de botellas de plástico añaden en el etiquetado «Por su seguridad. NO RELLENAR». Según ANEABE, esta recomendación responde más a una cuestión de prevención y garantía de posibles fraudes, más que de seguridad alimentaria. Se trata, afirma, de evitar fraudes, ya que la empresa de la marca puede responder solo de la calidad y seguridad del producto que han envasado, no del que se ha rellenado.

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