La dieta del hielo para adelgazar

La promesa de perder peso a base de chupar o masticar hielo no tiene sustento científico
Por Julio Basulto 1 de julio de 2015
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Imagen: kirs-ua

El catálogo de invenciones dietéticas es casi infinito. Tiene su límite en la imaginación humana, que no conoce fronteras. Sucede, de hecho, como en los cuentos de hadas, con la diferencia de que dichos cuentos no ponen en peligro la salud, algo que sí ocurre con determinadas “dietas milagro“, algunas de las cuales pueden denominarse “dietas extremas“. La propuesta que promete hacer adelgazar a base de chupar hielo no llega a ser extrema (por ahora no plantea vivir a base de hielo), pero ni tiene sustento científico, ni ha probado ser útil para lo que propone, como se amplía en el presente artículo.

Tetera (helada) de Russell

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Imagen: CONSUMER EROSKI

El conocimiento humano avanza, sin duda, con el planteamiento de nuevas hipótesis. No obstante, para que la comunidad científica acepte como válida una de ellas, esta debe ser, en primer lugar, plausible. Una vez probado que el supuesto planteado tiene sentido (plausibilidad), es momento de intentar validarlo mediante investigaciones bien diseñadas. Como la hipótesis según la cual consumir alimentos fríos puede hacernos perder peso tiene tan poco sustento, no vale la pena dedicar recursos humanos y económicos a intentar verificarla. No tiene sentido que el escaso tiempo de los investigadores se malgaste ante cualquier idea rocambolesca surgida de la mente de alguien que no tiene crédito científico que le avale.

En casos como este, resulta muy útil la analogía conocida como «tetera de Russell»: si alguien dijera que existe una tetera orbitando alrededor de la Tierra, sería casi imposible demostrar que eso no es cierto. Aunque el filósofo Bertrand Russell la aplicó a la religión, es válida para cualquier propuesta sin un mínimo de fuste. Según esta analogía, no corresponde a los científicos demostrar que una afirmación es falsa, sino que la persona que emite dicha aseveración es quien debe verificarla. Y tiene que hacerlo mediante pruebas fehacientes. En el caso de la salud pública conseguirlas supone recurrir a estudios bien diseñados y sin sesgos.

Pierre Dukan y sus cubitos de hielo «adelgazantes»

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Ninguno de los falsos gurús que propone chupar hielo para adelgazar ha demostrado en absoluto que consumir alimentos o bebidas a baja temperatura resulte de utilidad para «quemar calorías», y mucho menos para adelgazar.

Es el caso de Pierre Dukan, creador de una «dieta» con su mismo nombre. En su best seller ‘No consigo adelgazar’ Dukan aseguró que el control de peso «resulta todavía más intenso con cubitos de hielo conservados a una temperatura negativa [sic]». Chupar hielo permite, según él, quemar calorías «sin malgastar esfuerzos», desatinada declaración que Dukan no acompaña de ninguna clase de prueba científica. Tampoco aportó pruebas para el resto de sus afirmaciones, algunas de las cuales son incluso peligrosas.

Por ello, en 2011, el Ministerio de Sanidad español hizo suyo el documento de postura del Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN), en el que se indicó que su método es «ineficaz, fraudulento y potencialmente peligroso». Por increíble que parezca, miles de personas dieron pábulo a las absurdas propuestas de este autodenominado «experto en nutrición», hasta que en enero de 2014 terminó por ser expulsado del Colegio de Médicos de su país. Quizá este ejemplo sirva para que la población aumente su escepticismo en cuestiones dietéticas, algo muy necesario.

Beber 67,5 litros de agua fría (no lo haga)

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Imagen: elenathewise

Pierrre Dukan no ha sido el único embaucador (ni será el último, por desgracia) que ha aludido a la posibilidad de perder peso a base de tomar productos fríos. Por ello, el biólogo y dietista-nutricionista Juan Revenga calculó cuántos litros de agua a 0 ºC habría que tomar para que el cuerpo gastase 2.500 kilocalorías (lo necesario para ponerlos a la temperatura de nuestro organismo). La cifra de 2.500 kilocalorías es, de manera aproximada, lo que consume un varón medio cada día. Pues bien, la cantidad de agua que es preciso beber para, en teoría, gastar esas calorías asciende a 67,5 litros.

Si se quisieran gastar 500 kilocalorías (una cifra que se usa en dietas bajas en calorías), se deberían beber 13,5 litros, algo que es muy recomendable no hacer: tomar más de 7,5 litros de agua al día (esté a la temperatura que esté) expone a la persona que los ingiere a padecer una grave condición denominada hiperhidratación, que puede generar la muerte por un exceso de presión en el cerebro. Los cálculos de Revenga son del todo extrapolables a otras bebidas (como a la cerveza, al hielo o a los helados).

Por último, no hay que olvidar que casi una tercera parte de la población sufre, a los pocos segundos de consumir alimentos o bebidas a baja temperatura, la llamada «cefalea por estímulos fríos», tal y como se amplía en el artículo ‘¿Por qué me duele la cabeza cuando tomo helado?‘.

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