La fruta, la lactancia materna y los bebés

A partir de qué momento ofrecer la fruta a los bebés, cómo hacerlo y por qué no hay que preocuparse si la rechazan
Por Carlos Casabona Monterde 11 de enero de 2017
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Imagen: Anna_Om

Dentro de todos los grupos de alimentos, las frutas, junto con las verduras, hortalizas, frutos secos y legumbres, suponen una categoría de elevado interés nutricional. En general, son bien aceptadas, pero cuando un bebé las rechaza se produce en sus cuidadores una inquietud que provoca multitud de visitas a los pediatras y otros sanitarios que atienden niños. Pero es un miedo injustificado. En el siguiente artículo se explica por qué no hay que hacer grandes cosas al respecto, ni preocuparse lo más mínimo por esta situación.

Lactancia materna exclusiva hasta los seis meses

Lo primero que se debería saber, antes de entrar en materia, es que durante los primeros seis meses de vida el bebé solo necesita leche materna. Lo dice la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas Para la Infancia (UNICEF), la Academia Americana de Pediatría, la Asociación Española de Pediatría y la ‘Guía de 0 a 3‘ de la Generalitat de Cataluña, entre otros organismos oficiales y reconocidos. Por lo tanto, ya está acotado el «problema» a un periodo menor.

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Imagen: solovyova

«Solo» significa que no necesita nada más, es decir, que el niño se ha de alimentar con leche materna y solo leche materna; por eso se llama lactancia materna exclusiva. En estos seis primeros meses, el bebé no necesita agua (aunque sea verano, pues la leche materna ya la lleva incorporada), ni un poco de zumo (sea industrial o casero), ni papilla de «multicereales» muy clarita, ni infusiones, ni nada de nada; salvo que esté enfermo y entonces precise algo más que leche, por ejemplo, suero por vía oral por padecer una gastroenteritis con deshidratación leve o suero por vía endovenosa si la deshidratación es importante.

¿Por qué insistir en que antes de los seis meses los bebés no necesitan ni fruta ni verduras ni cereales ni nada que no sea leche? Porque hay muchos productos, como botes de fruta triturada o galletas o harinas azucaradas, que la industria califica como «infantiles» o «adaptados para tu bebé», en los que se puede leer en el envase que pueden darse ya con cuatro meses. En lugar de hacer caso a la publicidad del fabricante, es mejor atender a las guías de los organismos citados. Ni aun pasados los seis primeros meses son aconsejables las gamas de productos mencionadas. ¿Y por qué no es bueno dar alimentos o zumos antes de los seis meses? Porque, entre otras cuestiones, su sistema digestivo es aún inmaduro y sería contraproducente. Se ha comprobado que hay una mayor incidencia de problemas gástricos o intestinales, además de disminuir, de este modo, la cantidad de leche que debe tomar, con lo que ese adelanto provoca que una o varias tomas de pecho puedan ser eliminadas.

Algunos niños «sanotes» que suben bien de peso y de longitud pueden postergar uno o dos meses más el comienzo de la alimentación complementaria; es decir, que hasta los siete u ocho meses solo quieren pecho, y así lo hacen saber cerrando la boca o escupiendo todo lo que no sea su habitual y sabrosa leche materna.

Es evidente que si no es posible la lactancia materna por la causa que sea (hay muy pocas), se haría exactamente lo mismo con la leche adaptada, pero advirtiendo siempre que es una opción con ciertos riesgos, ya que los lactantes alimentados con fórmula tienen mayor incidencia de enfermedades y de problemas relacionados con errores en la formulación, tendencia a la sobredosificación, etc.

Pasados los seis meses, la lactancia materna (o la de fórmula en su defecto) sigue siendo la principal fuente de alimento. No hay que pensar que se cierra una etapa y se abre otra totalmente distinta, ni mucho menos. Así, se puede continuar con la lactancia materna a demanda, junto con otros alimentos, hasta los dos años o más, según el niño y la madre lo deseen. Es decir, a los 6-7 meses ha llegado el momento de comenzar a ofrecer alimentos saludables distintos a la leche, pero de manera complementaria, no sustitutiva. El dietista-nutricionista Julio Basulto lo cuenta, de manera gráfica y amena, en este artículo.

¡Mi bebé rechaza la fruta!

¿Y qué pasa si rechaza la fruta? ¿No es lo primero que hay que ofrecer, ahora que estamos de acuerdo en que no la necesita hasta los 6-7 meses? Pues no pasa nada. Porque da lo mismo empezar por la fruta, por las judías verdes, por las lentejas, por el arroz, por el pan, por la pasta, por el pollo, por el pescado o por la tortilla, aunque hasta ahora en la hojita que daban en el centro de salud estuviera escrito que cada mes había que «introducir» un grupo diferente de alimentos: primero la papilla de cereales, luego la fruta (también en papilla), al poco tiempo la verdura, etc. En la actualidad, esa hoja puede ir a la bolsa de reciclaje de papel. En su lugar, adoptaremos la citada ‘Guía de 0 a 3 años’.

Si al bebé no le gusta la fruta, hay otras alternativas igual de interesantes, aunque si la familia come fruta con mucha frecuencia a la vista del niño, es probable que no tarde mucho tiempo en aceptarla. También es posible que no le agrade por haberla preparado «a la antigua», triturando varias frutas a la vez, de tal modo que no se puede reconocer por el color ni por el sabor ni por la textura ninguna de ellas. Si los adultos no comemos las frutas de esta manera, el pequeño tampoco tiene por qué hacerlo. Y no es recomendable añadir azúcar o una galletita o una cucharadita de cereales «de bebé» para que le guste, porque el precio es muy alto: se malacostumbra al niño al sabor dulce, lo que será una fuente inagotable de problemas futuros.

Por cierto, un dato curioso: hace unos 100 años, la fruta y la verdura no se recomendaba hasta los 3-4 años de vida. Esperar a los 6-7 meses, en vez de comenzar con cuatro, no es, en realidad, un «retraso» significativo, sino algo muy prudente y recomendable.

Un consejo interesante es ofrecer la fruta sin que esté mezclada y triturada con otras, procurando que esté en un estado de maduración adecuado. Si el bebé tiene ya la destreza suficiente, dejemos que sea él quien pueda comerla con sus manos siguiendo las recomendaciones actuales del sistema Baby Led Weaning o Alimentación Complementaria Dirigida por el Bebé, una propuesta que abordaremos con más detalle en el próximo artículo de alimentación infantil.

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