Ultraprocesados con menos azúcar: ¿una solución eficaz?

El plan del Ministerio de Sanidad para mejorar la composición nutricional de los alimentos ultraprocesados propone reducir un 10% su contenido de sal, azúcar o grasa antes de 2020
Por Aitor Sánchez García 23 de febrero de 2018

El Ministerio de Sanidad anunció hace unos días un plan para mejorar la composición de los alimentos procesados. Esta estrategia, elaborada junto a la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), propone variar la composición de los alimentos ultraprocesados para reducir así las tasas de sobrepeso y obesidad en nuestro país. Este artículo aborda las medidas que plantea el nuevo documento, analiza si mejorar este tipo de productos es en realidad una solución eficaz y sugiere varias acciones para ayudar a cambiar la situación.

Img ultraprocesados menos azucarImagen: belchonock

Reducir un 10% la cantidad de sal, azúcar o grasa de los alimentos ultraprocesados: esa es la medida central del Plan de Colaboración para la Mejora de la Composición de los Alimentos y Bebidas y Otras Medidas 2017-2020. El objetivo no es de aplicación inmediata sino progresiva, ya que marca el año 2020 para lograrlo. Según el propio documento, «la reformulación o mejora en la composición nutricional de los productos es una de las intervenciones más eficaces para favorecer un mejor entorno alimentario y opciones más saludables, para alcanzar los objetivos o recomendaciones nutricionales en la dieta y conseguir mejoras en salud pública». ¿Es así?

La medida es, en principio, insuficiente. España tiene una de las tasas de obesidad más elevadas de Europa, y este es un problema que no se paliará reduciendo un 10% la presencia de algunos nutrientes en alimentos que ya son malsanos de por sí. Por otra parte, pensar que la solución es tener galletas menos dañinas, mejores bollos o refrescos menos azucarados constituye un error de enfoque. Hagamos cuentas. ¿La dieta occidentalizada de nuestro entorno se corregirá con refrescos que contengan 11 gramos de azúcar en lugar de 13? ¿Nos irá todo mejor si las galletas llevan 27 gramos de azúcar, y no 30 gramos?

En España se cuadruplica el consumo máximo de azúcar recomendable, y el perfil de la dieta actual es en extremo preocupante. Nada hace pensar que mejorar levemente alimentos malsanos sea la solución idónea para un problema que afecta al 40% de los niños, el 17% de los adolescentes y el 37% de la población adulta. Por el contrario, las medidas que se tendrían que tomar desde un punto de vista de la salud pública deberían ser las que permitan cambiar el actual patrón de consumo hacia uno más saludable. No se necesitan mejores bollos, sino consumir menos ultraprocesados y más materias primas.

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Imagen: Subbotina

Si se hace una valoración objetiva, España no está incorporando políticas efectivas frente a la presencia de alimentos ultraprocesados, sobre todo en lo que concierne a la alimentación y la salud infantil. Algunas de estas medidas, como el impuesto a las bebidas azucaradas, se han quedado en intenciones que al final se han acabado cancelado. La Estrategia NAOS lleva más de 10 años estancada y otras iniciativas, como el Plan de fomento de Hábitos de Vida Saludables en la Población Española (PLAN HAVISA), cuentan con la industria de alimentos ultraprocesados entre sus filas.

¿Qué se podría hacer para mejorar la situación?

Dentro de las acciones políticas que se pueden tomar para mejorar la alimentación de la población, hay una gran batería de ellas que van más allá de los impuestos o de la reformulación de productos malsanos.

Algunas comunidades autónomas, como Andalucía, están tomando medidas ambientales que funcionan muy bien, como dispensar agua de manera gratuita en centros escolares y restauración. Otras, como Cataluña, desarrollan día a día valiosos materiales de promoción de alimentación saludable en los que no se incluyen alimentos malsanos.

Muchas personas erran al pensar que promocionar o penalizar unos alimentos implica necesariamente «prohibir» o «tasar» otros. Pero, en realidad, hay muchas medidas que aplican otros países que pueden barajarse para fomentar una dieta más saludable. Entre las acciones más recientes están: capacitar al alumnado con clases de cocina, hacer más accesible el agua en la restauración, controlar el acceso de máquinas de vending poco saludables, restringir la publicidad de ciertos alimentos o prohibir que se regalen juguetes con alimentos malsanos.

En lugar de aplicar políticas alimentarias que desestiman la evidencia científica, sería mucho más cómodo para la sociedad -y más efectivo que poner parches a los contextos obesogénicos-, que hubiese un interés real para mejorar nuestro entorno y transformarlo en verdaderamente saludable. Quizás es el momento de impulsar acciones políticas que hagan más accesibles los alimentos que son más saludables, en lugar de esforzarse en hacer menos malos a los ultraprocesados.

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