El mito de las 15 plantas milagrosas

La menta, el ajo o el regaliz son algunas de las hierbas que se promocionan por tener un supuesto poder curativo más eficaz que el de los medicamentos
Por Julio Basulto 3 de diciembre de 2014
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Imagen: pathastings

Internet y las redes sociales son tierra fértil para el cultivo de mitos. Allí nacen y prosperan infinidad de textos que demonizan unos alimentos (como el de los cinco venenos blancos) o que ensalzan las virtudes de otros. Este es el caso de “las quince plantas medicinales que arruinarían a las farmacéuticas”, que asegura que si todos usáramos esos productos, la industria farmacéutica iría a la quiebra. Los textos, sin embargo, carecen de rigor científico o sanitario. A la vez que enumeran los efectos secundarios de los medicamentos, minusvaloran los que ejercen las “plantas medicinales”. En este artículo repasamos las evidencias científicas que sustentan las propiedades de esas quince plantas para dilucidar cuánto hay de verdad y cuánto de fantasía.

Rumores farmacéuticos

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Imagen: CONSUMER EROSKI

Existe el rumor de que la industria farmacéutica conspira para «extinguir» a la medicina alternativa, cuando sucede justo lo contrario: lo que hace es aprovechar la oportunidad comercial que suponen tales terapias para aumentar sus ventas, tal y como explica el profesor Edzard Ernst en su blog. Los fármacos tradicionales, a diferencia de los remedios naturales, están sujetos a estrictos controles sanitarios y legales. Tanto la composición, como la posología y las contraindicaciones aparecen detalladas en un prospecto, al alcance del consumidor. Esto no significa que no tengan efectos secundarios, pero sí que se informa sobre ellos.

En el caso de los complementos naturales no siempre es así. Y esto entraña dos riesgos: uno, consumir algo creyendo que es inofensivo, cuando no siempre lo es; y dos, dejar de lado un tratamiento médico que sí funciona para consumir algo inútil pensando que solucionará nuestro problema. Dicho esto, en los siguientes puntos se detallará lo que podemos leer hoy por hoy en diversas páginas web sobre las 15 plantas medicinales «que arruinarían a las farmacéuticas» y se contrastará con la opinión de entidades reputadas o con fuentes fidedignas de información biomédica.

Las 15 plantas milagrosas: qué revela la ciencia

  • 1. Menta. Se la compara a la aspirina y «a sus parientes», con la promesa de que el aceite esencial de menta es útil para las jaquecas. También se indica que con él mejorarán las molestias digestivas y la acidez. Para el Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa (NCCAM), una de las autoridades de referencia en este campo, no hay pruebas que sustenten propiedades antipiréticas o antiinflamatorias del aceite de menta. Las pruebas científicas que sustentan posibles mejoras en las molestias digestivas son «preliminares». En cuanto a la acidez, esta entidad desaconseja encarecidamente dejar de tomar antiácidos recetados por un médico para pasar a tomar aceite de menta porque los síntomas empeorarán de forma considerable.
  • 2 Regaliz. También se supone que mejora la acidez y las digestiones, entre otras molestias estomacales, además de ejercer (en teoría) efectos antiinflamatorios. Por suerte, en este caso, se advierte de que grandes dosis o un consumo prolongado «puede provocar retención de líquidos e hipertensión». El NCCAM, que no reconoce ninguna propiedad terapéutica al regaliz, coincide con el riesgo de hipertensión y añade que puede generar «problemas cardíacos». Si se combina con fármacos como diuréticos, corticosteroides u otros medicamentos que reducen los niveles de potasio en el cuerpo, los riesgos cardíacos se multiplican. Las mujeres embarazadas no deben tomar grandes cantidades de regaliz y deben «evitar» el uso de complementos alimenticios con esta planta, porque ello puede aumentar el riesgo de parto prematuro.
  • 3. Sol de oro. Le atribuyen propiedades antihistamínicas y se detalla cuánta cantidad hay que tomar para el asma o la rinitis. Sin embargo, cabe preguntarse en qué se basan tales recomendaciones, porque no existe ningún estudio riguroso (ensayo controlado y aleatorizado en humanos) sobre esta planta (Helycrysum italicum) en la principal base de datos de estudios científicos: PubMed. Sin esta clase de datos, no podemos saber su eficacia ni su seguridad. Lo mejor, por precaución, es no consumirla.
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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    4. Semillas de zaragatona. Son laxantes y reducen el estreñimiento, algo que reconoce MedlinePlus (el portal de salud de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos), aunque añade que se debe consumir acompañado de abundante líquido, «de lo contrario, podría asfixiarse». Esto es tan importante, que la Administración de Drogas y Alimentos de los EE.UU. (FDA) exige que en la etiqueta de estas semillas se lea una advertencia: «Tomar este producto sin una cantidad suficiente de líquido puede hacer que la garganta o el esófago se hinchen y bloqueen, lo que puede causar asfixia. No tome este producto si tiene dificultad para tragar. Si usted experimenta dolor en el pecho, vómitos o dificultad para tragar o respirar después de tomar este producto, busque atención médica inmediata». Otros posibles efectos secundarios atribuibles a la zaragatona son reacciones alérgicas, disminuciones en el azúcar en la sangre (algo importante en personas con diabetes) u obstrucciones intestinales en personas con ciertos problemas digestivos.

  • 5. Hipérico. Se asegura que esta planta, también conocida como hierba de San Juan (Hypericum perforatum) es un «antidepresivo natural». Aunque se citan posibles efectos secundarios y se nos indica que «no debe combinarse el hipérico con medicamentos antidepresivos», se obvia el mensaje principal que emite hoy el NCCAM: «La hierba de San Juan no es una terapia probada para tratar la depresión. Una depresión tratada de forma inadecuada puede convertirse en severa y, en algunos casos, asociarse a suicidios». También nos advierte de que «puede ejercer efectos secundarios serios».
  • 6. Espino albar. Se atribuye a las infusiones de espino albar (Crataegus monogyna), o a las cápsulas con esta planta, las mismas propiedades de los fármacos usados para controlar la tensión arterial, pero sin efectos secundarios. No obstante, unas pocas líneas más abajo se advierte de que se debe dejar de tomar espino albar si aparecen «arritmias cardiacas», así que parece ser que sí existen tales efectos. Para el NCCAM, hay indicios de que esta planta podría ser útil para formas leves de la insuficiencia cardíaca, pero los estudios son «contradictorios». No encuentra motivo para atribuirle otros beneficios (como el tratamiento de la hipertensión), pero sí insiste en que puede interaccionar con muchos fármacos, incluidos los que toman las personas con problemas cardíacos.
  • 7. Valeriana. Leemos que «es el remedio natural contra el insomnio más eficaz; no causa adicción ni despertar confuso», algo que no suscribe el NCCAM, ya que no hay suficientes pruebas a partir de estudios bien diseñados que confirmen dicha hipótesis o si esta planta funciona para otras condiciones, como la ansiedad o la depresión. En cuanto a posibles efectos secundarios, esta entidad sí cita el «cansancio por la mañana después de su uso», además de dolores de cabeza, mareos y malestar estomacal. Lo más importante es que «no existe información disponible sobre la seguridad a largo plazo de la valeriana».
  • 8. Ginseng. La lista de supuestas propiedades es larga. Al parecer, el Panax ginseng controla el estrés, favorece el funcionamiento del sistema inmunitario, mejora el rendimiento y la resistencia física. No se cita ningún efecto adverso asociado a su uso, aunque sí lo hace el NCCAM. La mayoría son leves, como dolores de cabeza, sueño y problemas gastrointestinales, pero algunos pueden ser graves, como disminuciones de los niveles de azúcar en sangre en personas con diabetes. En cuanto a sus supuestos beneficios, el NCCAM indica que las investigaciones disponibles «no apoyan de manera concluyente las declaraciones de salud que se atribuyen a esta planta».
  • 9. Címifuga. El caso de la cimífuga o cohosh negro es el más grave de todos porque se indica que «carece de efectos secundarios», algo que es falso. En teoría «combate» los sofocos, la sudoración, las palpitaciones, la depresión y otras alteraciones asociadas a la menopausia, algo que no suscribe en absoluto el NCCAM. Pero sí advierte que se han producido diversos casos de hepatitis e insuficiencia hepática en mujeres que estaban tomando cimífuga. Otros posibles efectos secundarios son malestar estomacal, dolor de cabeza o sarpullidos.
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    Imagen: CONSUMER EROSKI

    10. Ajo. Se propone que tomar a diario una cierta dosis de aliina, «su principio activo más relevante», reduce «eficazmente el colesterol» y favorece «el control de la tensión arterial», entre otros beneficios. El NCCAM reconoce que los estudios «sugieren» que el consumo de ajo puede disminuir la tensión arterial «ligeramente» en personas con hipertensión, pero no opina lo mismo con respecto a su efecto sobre el colesterol. Un estudio financiado por el NCCAM no encontró que el ajo bajara los niveles de colesterol en sangre. En cuanto al resto de propiedades, los estudios son «preliminares» y no concluyentes. El consumo de ajo como alimento es seguro, pero no hay pruebas a largo plazo sobre la seguridad de los extractos de ajo (que pueden interaccionar con ciertos fármacos).

  • 11. Ortiga. La infusión de ortiga (Urtica dioica) «sirve», dicen, para estimular la circulación y mejorar la artritis, la alergia y el eccema. No existe ningún estudio riguroso en PubMed que refrende supuestas mejoras sobre la circulación o la artritis atribuibles al consumo de ortiga. El NCCAM indica que no tenemos pruebas que sustenten beneficios para la alergia gracias a la ortiga. Por su parte, una revisión publicada en agosto de 2004 en la revista Annals of allergy, asthma & immunology detalló que el consumo de ortiga puede generar «efectos adversos significativos».
  • 12. Diente de león. A las infusiones con diente de león (Taraxacum officinale) se atribuye la capacidad de mejorar el agotamiento, el dolor de cabeza, el cólico o la indigestión. No se citan efectos adversos. Sí lo hace el NCCAM. Aunque señala que, en general, es seguro, advierte de que ha habido casos de malestar estomacal y diarrea atribuibles al diente de león, y que las personas con trastornos de la vesícula biliar deben evitar su uso. En cuanto a su efectividad, para el NCCAM no está probada para «ninguna condición médica».
  • 13. Lavanda. En teoría, masajear los músculos doloridos, las sienes o la base del cuello con aceite de lavanda (Lavandula angustifolia) revierte el agotamiento y trata el dolor de cabeza, los cólicos y la indigestión. El NCCAM no refrenda ninguno de tales beneficios. Sin embargo, advierte de lo siguiente: «La aplicación de aceite de lavanda en la piel puede causar irritación».
  • 14. Ginkgo biloba. Nos proponen que usemos pastillas con Ginkgo biloba para el «refuerzo de la circulación en los capilares cerebrales» porque se asegura que ello «mantiene y mejora la memoria». Se advierte de que su exceso puede provocar problemas en la piel y dolor de cabeza, aunque no se detalla en qué consiste ese «exceso». El NCCAM no encuentra pruebas rigurosas que sustenten beneficios para la memoria gracias al Ginkgo y cita efectos secundarios como dolor de cabeza, náuseas, molestias gastrointestinales, diarrea, mareos, o reacciones alérgicas en la piel, entre otros.
  • 15. Saúco. En infusión, en tintura o en forma de enjuague, el saúco (Sambucus nigra) ejerce hipotéticas mejoras en catarros, enfriamientos, rinitis alérgicas, además de ser antiinflamatorio y expectorante. Se desaconseja en el embarazo. Lo cierto es que no hay estudios que nos digan que el saúco es seguro en el resto de la población. El NCCAM, en todo caso, apunta que las evidencias disponibles no apoyan el uso de esta planta para ninguna condición médica.

Como hemos visto, buena parte de los beneficios que se atribuyen a las «15 plantas medicinales que arruinarían las farmacéuticas» está por demostrar. Pero, además, existen posibles efectos secundarios e interacciones que es preciso conocer antes de lanzarse a consumirlas como el que toma un puñado de almendras.

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