La isodieta, un método adelgazante dudoso

Esta nueva estrategia dietética comparte características comunes con otros métodos adelgazantes revolucionarios y milagrosos que hacen dudar de su eficacia y seguridad
Por Juan Revenga Frauca 12 de marzo de 2010
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Imagen: Glen MacLarty

La isodieta se promueve como una “revolución anti-obesidad”, a pesar de perfilarse como un sistema dietético poco serio, que choca de manera directa con la más elemental evidencia científica en materia de hábitos alimentarios y protección de la salud. Las importantes tasas de obesidad en el mundo, el aumento de los factores de riesgo para sufrir enfermedades asociadas a ella y los condicionantes estéticos facilitan la proliferación de remedios milagrosos y revolucionarios sin base científica que los respalde. En este marco, los ciudadanos están, a menudo, desprotegidos, ya que carecen de argumentos científicos para rebatir las manifestaciones de tan variopintos métodos adelgazantes.

Sistema adelgazante cuestionado

La isodieta sugiere seguir una alimentación con una alta proporción de grasas y proteínas, en especial de origen animal. Supone, en definitiva, la ingesta de grasas saturadas o colesterol, además de implicar riesgos de sufrir cetoacidosis y desmineralización ósea, entre otros.

La Asociación Americana de Dietética publicó en 2006, tras una concienzuda recopilación bibliográfica, un artículo en el que se citaban de forma expresa y detallada las características generales que, de manera habitual, tienen los distintos sistemas adelgazantes poco o nada rigurosos. Según este artículo, conviene dudar de un sistema adelgazante si tiene alguna de estas particularidades:

  • Promete resultados rápidos.
  • Advierte de manera alarmante sobre los resultados perjudiciales de seguir otros regímenes o consumir ciertos productos.
  • Hace alegaciones demasiado buenas.
  • Saca conclusiones simplistas de cuestiones complejas.
  • Promueve recomendaciones basadas en un único estudio u otros publicados sin una revisión de expertos en la materia.
  • Realiza aseveraciones categóricas en contradicción con prestigiosas organizaciones científicas.
  • Contiene listas de alimentos permitidos (buenos) y no permitidos (malos).
  • Recomienda de manera sutil que se compre un producto concreto (asociado con frecuencia a esa dieta particular).
  • Emite consejos sin tener en cuenta una posible variabilidad interpersonal o entre colectivos, es decir, recomienda dietas «para todo el mundo».

EROSKI CONSUMER se hizo eco de un estudio llevado a cabo por la anterior Asociación de Dietistas Diplomados de Navarra sobre la invalidez de las dietas milagro publicadas en las revistas de mayor tirada en el ámbito nacional. Muchas de estas propuestas reúnen varias de las citadas características. Algo similar sucede con la isodieta.

Jaime Brugos, autor del libro «Isodieta (Dieta Isolipoproteica)», confunde a la población con las cifras y los valores recomendados de ingesta de hidratos de carbono de este nuevo planteamiento dietético. El autor critica que se recomiende un 55% de carbohidratos, tanto para personas delgadas como obesas, pero esta igualdad en términos relativos no lo es en términos absolutos. Los profesionales de la alimentación aconsejan que el 55% del valor calórico total de la dieta proceda de carbohidratos, lo que supone que, a menor ingesta total, se debe consumir una menor cantidad de carbohidratos, y a la inversa.

Una de las mayores polémicas suscitada por este sistema es su particular visión negativa de los alimentos de origen vegetal y la recomendación de no consumirlos. La comunidad científica cierra filas y critica este posicionamiento de manera unánime y sin el menor género de dudas. El consumo adecuado y diario de frutas y hortalizas es una de las claves tanto del tratamiento como de la prevención de numerosas enfermedades crónicas, degenerativas y cardiovasculares, además de la obesidad o diversos tipos de cáncer.

Los principios de la isodieta

El planteamiento de Brugos parte del descubrimiento, según afirma, de un error «histórico clave» en el momento de entender la nutrición, en referencia a la equivocada interpretación del Ciclo de Krebs como el esquema bioquímico básico que caracteriza el metabolismo de los seres vivos. Según el autor, desde mediados del siglo XX, cuando se describieron las rutas metabólicas de los tres principios inmediatos (hidratos de carbono, proteínas y grasas) y su confluencia en el mencionado Ciclo de Krebs para la obtención de energía a partir de ellos, se realizó una interpretación errónea del mismo. Se consideraron los hidratos de carbono como una clase más de macronutrientes equiparables o comparables con los otros dos, las proteínas y las grasas.

La isodieta desaconseja el consumo de alimentos de origen vegetal de manera genérica

Según sus argumentaciones, con este error de concepto, las autoridades sanitarias han transmitido un mensaje equivocado a la población general sobre el reparto idóneo de macronutrientes en la alimentación (55% de las calorías totales en forma de carbohidratos, 15% de proteínas y 30-35% de lípidos), que sirve de base para configurar la imagen gráfica de la pirámide de la alimentación saludable.

Estos mensajes, en opinión de Brugos, tienen gran parte de la culpa de la actual tasa de obesidad, ya que no se puede recomendar la misma proporcionalidad para todo el mundo, sean personas delgadas y con una actividad física elevada, u obesas con una vida sedentaria. Los preceptos de la isodieta enfatizan en el aspecto negativo que tienen sobre la salud los alimentos ricos en hidratos de carbono (con independencia de sus diferencias digestivas y metabólicas) y se desaconseja con énfasis su consumo. Con estas premisas, se llega a desaconsejar, incluso, el consumo de alimentos de origen vegetal de manera genérica y, por tanto, de todos los alimentos ricos en hidratos de carbono, ya que «sólo pertenecen al reino vegetal».

Compara la composición nutricional de un vaso de zumo de naranja con la de un vaso de agua con azúcar. Tras un análisis bromatológico, se puede comprobar cómo el zumo de naranja, además de los azúcares naturales de la fruta (sobre todo fructosa), contiene variedad de fitonutrientes antioxidantes, vitaminas, minerales y fibra, ausentes por naturaleza en el agua con azúcar. El autor afirma que no debe haber un mayor interés nutricional en el primero respecto al segundo. Lo intenta justificar al afirmar que, si hoy en día, en pleno siglo XXI, la producción animal se caracteriza por la suplementación con diversos tipos de nutrientes esenciales en los piensos animales, la alimentación humana no tiene que ser menos. Esto le da motivos para que el sistema de la isodieta se base en la comercialización de una línea de complementos concentrados de vitaminas, aminoácidos, proteínas y demás sustancias, con el fin de añadirlos a la alimentación.

UNA DIETA MILAGRO MÁS

Las cuestiones referidas a la efectividad de un sistema adelgazante “novedoso” pueden pasar a un segundo plano cuando, además, se pone en tela de juicio su seguridad. Su seguimiento puede acarrear consecuencias negativas para la salud y resultar perjudiciales, como lo demuestran los datos para muchas dietas y métodos milagrosos.

No hay soluciones inmediatas ni atajos para perder peso. Por tanto, antes de lanzarse a seguir novedosos sistemas dietéticos de los que podrían derivarse complicaciones para la salud, es recomendable ponerse en manos de un profesional.

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