Diabetes gestacional: consecuencias para el bebé

La diabetes gestacional sin el tratamiento adecuado tiene efectos perjudiciales en la salud del bebé
30 de enero de 2022. Este artículo de Montse Arboix también fue publicado en nuestra web el 31 de enero de 2012
Img embarazada
Imagen: Kelly Heard

La diabetes gestacional afecta entre el 3% y el 6% de todos los embarazos. La mayoría de embarazadas con diabetes gestacional consiguen un control adecuado de la glucemia (glucosa en sangre) con medidas como la dieta y el ejercicio físico y, en algunos casos, con insulina. Así, se minimizan las posibles complicaciones tanto para el momento del alumbramiento como para el bebé. El exceso de peso, la hipoglicemia neonatal o las dificultades para respirar son algunas de las consecuencias para la salud del bebé si la gestante no sigue el tratamiento adecuado.

Cuando a una mujer no diabética se le detecta por primera vez altos niveles de glucosa en el embarazo, se denomina diabetes gestacional. Suele detectarse alrededor de los cinco meses de embarazo, o antes, si la mujer tiene factores de riesgo. Bajo tratamiento no tiene consecuencias pero, en caso contrario, son múltiples los efectos sobre la salud de la madre y del bebé.

Consecuencias de la diabetes gestacional en el bebé

Además de aumentar la posibilidad de que el parto deba ser mediante cesárea y que la madre sufra lesiones en el canal del parto debido al mayor tamaño del bebé, un mal control de la diabetes durante el embarazo tiene repercusiones negativas en el neonato:

Bebés grandes en el momento del parto o macrosomía.

Suelen ser bebés de más de 4 kg. Cuando una mujer sufre diabetes, su páncreas trabaja mucho más para producir insulina. Sin embargo no logra disminuir los niveles de glucosa en la sangre del bebé porque, al contrario que la glucosa y otros nutrientes, la insulina no pasa por la placenta. De esta manera, la hiperglucemia en la embarazada provoca hiperglucemia en el bebé. Por tanto, el páncreas del bebé produce más insulina para compensar el exceso de glucosa (y que la insulina transportará al interior de la célula). El resultado es que el bebé recibe más energía de la necesaria, que se acumula en forma de grasa, y contribuye a aumentar el crecimiento del bebé.

La hipoglucemia es el problema metabólico más común en los recién nacidos y ocurre en hasta 3 de cada 1.000 nacimientos

Hipoglucemia neonatal.

El bebé en desarrollo recibe la glucosa a través de la placenta de la madre que, en el momento del alumbramiento, se suspende. Después, la obtienen produciéndola en el hígado y de la alimentación. Pero, cuando hay demasiada insulina en la sangre, el bebé puede sufrir hipoglicemia (bajada del nivel de glucosa). La hipoglucemia es el problema metabólico más común en los recién nacidos: ocurre entre 1 y 3 de cada 1.000 nacimientos, sobre todo en bebés demasiado grandes para su edad gestacional y con madres con diabetes. A pesar de que, a menudo, no manifiestan síntomas, algunos de las más comunes son: piel azulada o pálida, problemas respiratorios (pausas respiratorias o respiración rápida), hipotonía, irritabilidad, problemas para mantener el calor corporal, sudoración, nauseas y vómitos e incluso, convulsiones, entre otras.

Lesiones en el momento del parto.

Se puede producir debido al gran tamaño del bebé cuando el parto es por vía vaginal. Entre los problemas más comunes están la fractura de clavícula o la parálisis en los nervios del hombro o del brazo.

Mayor riesgo de sufrir diabetes en el futuro.

Los bebés con exceso de insulina tienen más riesgo de ser obesos y desarrollar diabetes mellitus tipo 2 en la adolescencia y en la adultez.

El exceso de glucosa o de insulina pueden provocar un retraso en el desarrollo de los pulmones del bebé.

Mayor riesgo de hipocalcemia (niveles bajos de calcio en sangre).

La hipocalcemia neonatal se produce como consecuencia de la inmadurez de las glándulas paratiroideas, responsables de su producción, y se da, sobre todo, en prematuros y bebés de bajo peso, aunque también en bebés que han sufrido un parto difícil y en neonatos de madres diabéticas. Los síntomas -letargo, irritabilidad, temblores o espasmos musculares, entre otros- son similares a los producidos por la hipoglucemia.

Ictericia neonatal.

El recién nacido puede presentar ictericia neonatal -coloración amarillenta en la piel y la esclerótica del ojo- por un exceso de bilirrubina en la sangre (pigmento que crea el organismo durante el reciclaje de los glóbulos rojos viejos).

Otros riesgos.

Aumento del riesgo de fallecimiento de recién nacidos y mortinatos (bebé que nace muerto).

Cuando la embarazada es diabética

Cuando una mujer diabética queda embarazada, debe tener un minucioso control de su enfermedad, ya que no está exenta de complicaciones. Además de tener riesgo de desarrollar hipoglucemia, cetoacidosis diabética, lesiones en la retina o nefropatía, asociadas a la propia diabetes, muchas sufrirán hipertensión. En este caso, los problemas que pueden manifestarse son:

  • Malformaciones congénitas, sobre todo del canal neural o lesiones cardiacas. Se dan en un 6%-8% de los hijos de madres diabéticas, es decir, con una incidencia tres veces superior que en la población general.
  • Mayor riesgo de muerte intraútero, a veces, de forma inesperada.
  • Macrosomías o, por el contrario, recién nacidos de tamaño pequeño por retraso intrauterino en diabéticas de larga evolución con complicaciones vasculares.
  • Neonatos con problemas respiratorios graves , como el síndrome de distrés respiratorio.
  • Hipoglucemia
  • Exceso de bilirrubina en sangre
Cómo prevenir la diabetes gestacional

Seguir una alimentación adecuada y equilibrada, mantenerse en un peso saludable y practicar ejercicio de forma moderada cada día son claves para prevenir la diabetes gestacional. El 25% de las mujeres que han sufrido diabetes gestacional desarrollan diabetes mellitus tipo 2 al cabo de 5 o 10 años. Por este motivo, mantenerla a raya reduce, años más tarde, la posibilidad de desarrollar esta enfermedad metabólica. Los especialistas recomiendan el control adecuado de la gestación y realizarse la prueba de detección entre la 24 y 28 semanas de embarazo.

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