Engaños «de segunda mano»

Muchos compradores de coches usados a particulares, que confían en la buena fe del vendedor, se encuentran al poco tiempo con fallos ocultos
Por EROSKI Consumer 12 de marzo de 2002

Según un reciente informe elaborado por la consultora DBK, el 47% de los vehículos de segunda mano que se adquieren en España se compran a particulares, por lo que no es de extrañar que muchos de estos compradores que confían en la buena voluntad del vendedor, se encuentren al poco tiempo con vicios ocultos. Se trata de fallos no visibles, que si el comprador hubiese conocido, probablemente le habrían llevado a no comprar el vehículo.

Estos casos son tan habituales que existe jurisprudencia en la que diferentes jueces han ordenado rescindir contratos de compra-venta de vehículos usados que habían sido vendidos con vicios ocultos. La Ley obliga al vendedor a entregar el vehículo sin gravámenes y sin fallos invisibles, por eso, si los problemas hacen su aparición éste debe responder.

El Código Civil establece que el comprador dispone de seis meses para recurrir judicialmente en caso de detectar algún fallo en el vehículo adquirido y obtener una rebaja del precio que haya pagado, con la que se le compense de los defectos o bien, que el vendedor asuma el coste de la reparación. Incluso si no existe garantía por escrito, el comprador tiene derecho a la reparación gratuita de los defectos originarios, sustitución del coche por otro de idénticas características, o devolución del precio pagado.

Descubrir fallos

Pero antes de llegar a estos extremos, es fundamental descubrir los posibles fallos que pueda tener el vehículo antes de comprarlo. Así, en primer lugar es recomendable examinar el motor, para lo cual se arrancará el coche y se escuchará atentamente si se oye algún rumor. También es aconsejable vigilar las subidas de revoluciones, que deben ser continuas, y el humo que sale del tubo de escape. Si es de color muy oscuro, indicará que consume más carburante del necesario, mientras que si presenta un tono azulado probablemente consumirá demasiado aceite.

En lo que se refiere a los frenos, se deben revisar su funcionamiento, así como los niveles de líquidos y comprobar si hay rastros de óxido en los mismos, además de probar el funcionamiento del freno de mano. Se recomienda además escuchar si se oye algún ruido al pisar el embrague y si al entrar las marchas éstas rascan; comprobar cómo se mueve el volante, el manejo deber ser suave y uniforme, de lo contrario puede haber problemas en la dirección o en la amortiguación y comprobar que las correas no estén cuarteadas o deshilachadas.

En cuanto a los neumáticos, es fundamental examinar si sufren un deterioro irregular, lo que sería indicativo de un defecto en la suspensión, en el equilibrado de las ruedas, en los amortiguadores o bien, reflejaría las secuelas de un golpe.

La batería y la carrocería son también dos elementos a tener en cuenta. Es básico que la batería no tenga más de cuatro años, que es habitualmente su tiempo de vida útil, por lo que se debe preguntar al vendedor su antigüedad. En cuanto a la carrocería, hay que inspeccionarla con buena luz, buscando posibles manchas de óxido, agujeros en la pintura o cambios de tono que delaten una pintura reciente para ocultar los efectos de un golpe.

Asimismo, es recomendable revisar el exterior del vehículo, en concreto los faros, que las cerraduras funcionen correctamente y que las juntas de las puertas no estén rotas ni despegadas. En el interior, conviene repasar el estado de los cinturones y de los mecanismos de los asientos, así como la tapicería.

Es difícil que un coche de segunda mano no tenga fallos. No obstante, si finalmente se decide comprar el vehículo, es importante verificar en el Registro de Tráfico que no tenga ordenes de embargo o multas pendientes, que el impuesto de matriculación esté al día y que haya pasado la ITV.

Por último, se deberá exigir al vendedor que la compra, la garantía y la factura se hagan por escrito. Las asociaciones de consumidores recomiendan pedir un anexo al contrato en el que el vendedor especifique el estado de los principales elementos del vehículo, en caso de producirse posibles reclamaciones.

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