Airbag

Aunque nadie discute su contribución a la mejora de la seguridad en los vehículos, pueden causar quemaduras o sorderas temporales
Por César Martín 30 de noviembre de 2005

Los accidentes de tráfico son la primera causa de mortandad en España entre los ciudadanos menores de 39 años en 2004. Un dato alarmante que obliga a las autoridades y a las empresas automovilísticas a perfeccionar sus sistemas de seguridad y a crear otros nuevos. Entre los más efectivos se encuentran los airbag, un ingenio cuya presencia casi se ha generalizado en el parque de turismos modernos, dada su fiabilidad a la hora de salvar vidas: los últimos estudios revelan que en turismos reduce entre un 20% y un 30% el riesgo de muerte para el conductor. No obstante, el primer estudio europeo realizado para comprobar la idoneidad de los airbag determina que su apertura degenera en pérdidas de audición en el 13,3% de los casos, y en el 6% de las ocasiones en las que los airbag se disparan provocan quemaduras en los ocupantes del vehículo. Por ello, los fabricantes de automóviles estudian la posibilidad de reducir la temperatura a la que salen los gases para evitar estos efectos. Sin embargo, conviene aclarar que el uso de airbag no representa un riesgo grave para los pasajeros que llevan gafas ni para los fumadores.

Evitan hasta un 30% de muertes en colisiones frontales

Los últimos estudios elaborados en la Unión Europea indican que la presencia del airbag en turismos reduce entre un 20% y un 30% el riesgo de muerte para el conductor y para el copiloto en los casos de colisiones frontales. Estos datos obtenidos del primer estudio intereuropeo realizado al respecto son reveladores: en este análisis, redactado con la colaboración de 12 clubes de automovilistas entre los que halla el RACE (Real Automóvil Club de España), se justifica el uso del airbag por su contribución a la mejora de la seguridad de los conductores. Por esta razón, la mayoría de los turismos que circulan por las carreteras de los países de la Europa occidental cuentan con este sistema de seguridad pasiva entre sus extras. Las conclusiones del referido informe certifican que entre los vehículos vendidos en el año 2001, el 96% disponía de airbag delantero de conductor. Aparte, el 93% de los coches contaba con airbag para el piloto y el acompañante, y el 75% disfrutaba también de airbag lateral en las dos plazas delanteras. Estos porcentajes se completarían, según se desprende del estudio, con otros que determinarían que el 65% de la totalidad del parque automovilístico europeo dispondría actualmente de algún tipo de airbag.

El 65% de la totalidad del parque automovilístico europeo dispone actualmente de algún tipo de airbag

Las previsiones al respecto dictan que en un década prácticamente todos los turismos contarán con la denominada ‘bolsa de la vida’ entre sus elementos de serie.

En idénticos términos se manifiesta Fernando Díaz Zufiaurre, secretario general de ADEADA, Asociación de Empresarios de la Automoción de Álava. A su juicio, en la actualidad la “práctica totalidad” de los turismos nuevos salen a la venta con, al menos, airbag en las dos plazas delanteras del vehículo. Y eso ocurre pese a que no existe ninguna normativa que obligue a la instalación de estos elementos de seguridad. “Su uso está totalmente recomendado. De hecho, los fabricantes tienden ya a rodear el habitáculo de sus turismos con airbag en los laterales de los coches, en sus techos y en los asientos de atrás, como complemento a los que se instalan en las plazas delanteras de los coches. Se han convertido en una de las medidas de seguridad fundamentales, junto a las barras laterales y a los cinturones de seguridad”, explica el portavoz de la citada patronal.

Progresión tecnológica

No cabe duda de que los airbag son ya un elemento más en la mayoría de turismos de nuevo cuño, independientemente de la gama y la categoría de éstos. Muy atrás quedan, por lo tanto, otras épocas en las que el uso de estos elementos de seguridad se circunscribía a las grandes berlinas de determinadas marcas -su instalación comenzó a generalizarse a partir de 1995-. Y es que en sus inicios, allá por los primeros años de la década de los 90 del ‘siglo pasado’, su activación podía generar consecuencias peores que el propio accidente debido a la agresividad con que se desplegaba. Sin embargo, el paso del tiempo y la mejora tecnológica experimentada han dado la razón finalmente a los defensores de este sistema de seguridad, que ha visto en este proceso cómo su apertura se ‘dulcificaba’ hasta lograr su total adecuación tanto al conductor como a los pasajeros de cualquier vehículo. Ello es posible gracias a un mecanismo capaz por sí mismo de inflar una bolsa con gas de forma instantánea cuando el vehículo detecta que ha sufrido un encontronazo. De esa forma, se evita que los ocupantes del coche se golpeen contra el salpicadero o los asientos de adelante.

Su acción dura 70 milésimas de segundo

Según explica el Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial (INTA), los airbag están compuestos por un cojín inflable que acostumbra a estar fabricado en materiales ligeros y sintéticos, aunque resistentes, como el nylon. Dicha bolsa se encuentra plegada en el centro del volante, en el salpicadero, en los asientos delanteros, en las puertas o techos del turismo o en cualquier otro lugar en el que sea necesario proteger a los ocupantes de un posible golpe. Junto a la bolsa, existe un detector de impactos, dotado de sensores de desaceleración, que son los que determinan cuándo es necesario activar el inflado del airbag. Esto sucede generalmente cuando el vehículo topa a unos 18 kilómetros por hora con un objeto indeformable o a 45 kilómetros por hora contra un obstáculo capaz de deformarse.

En cualquier caso, al producirse el impacto dicho detector dispone de un dispositivo que produce un impulso eléctrico. Éste provoca el encendido de unas pastillas de un generador de gas, circunstancia que deriva a su vez en el encendido del combustible sólido que se encuentra en el citado generador, con lo que éste explota en milésimas de segundo, dando como resultado un gas que es el encargado de inflar los airbag. En definitiva, la reacción química deriva en la producción de una gran cantidad de gas nitrógeno, capaz de alcanzar una presión suficiente como para inflar el airbag en apenas 20 centésimas de segundo. Tal es la potencia desencadenada que desde el INTA estiman que la bolsa sale a una velocidad que roza los 300 kilómetros por hora.

La bolsa sale a una velocidad que roza los 300 kilómetros por hora

Lo hace así con el objetivo de detener de la forma más liviana posible el cuerpo de los pasajeros de un turismo que ha sufrido una colisión.

Su apertura puede provocar sorderas y quemaduras leves

La efectividad de los airbag, sin embargo, no esconde los efectos colaterales que pueden derivar de su activación dada la súbita agresividad con la que debe activarse en caso de accidente. Al respecto, están documentados casos de siniestros en los que este sistema de seguridad, una vez puesto en marcha, ha provocado lesiones, generalmente de carácter leve, a los ocupantes.

Sobre este aspecto, el primer estudio europeo realizado para comprobar la idoneidad de los airbag determina que la apertura de éstos genera pérdidas de audición en el 13,3% de los casos. De ellos, el 62% acaba en sorderas temporales, mientras que el resto de los afectados podría padecer episodios permanentes. Se ha comprobado también que tales lesiones se dan con mayor frecuencia en los casos en los que se abren simultáneamente los airbag del piloto y del copiloto.

El referido informe también indica que en el 6% de los casos en los que los airbag se disparan, provocan quemaduras en los ocupantes del vehículo. Por ello, los fabricantes de automóviles estudian la posibilidad de reducir la temperatura a la que salen los gases. Al mismo tiempo, las conclusiones del análisis refuerzan la idea de que el uso de airbag “no representa riesgo grave ni para los pasajeros que llevan gafas ni para los fumadores”.

No representa riesgo grave ni para los pasajeros que llevan gafas ni para los fumadores

También es posible que los airbag no se activen en casos de colisión al dañar ésta parte de su mecanismo. Según este análisis, tal circunstancia se podría dar en el 3,4% de los casos. Menos graves son los números de la casuística que indica que en el 8% de los casos, las bolsas inflables se hincharían sin necesidad en impactos sin importancia. Además, tal y como comenta Díaz Zufiaurre, “se dan más casos de los deseados en que los duelos de vehículos siniestrados en los que se ha activado los airbag prefieren no sustituir éstos para ahorrase del orden de 360 euros -que es el precio aproximado de un airbag-“.

Incompatibilidad con las sillas infantiles

Otro de los riesgos que puede desencadenar la apertura de los airbag es su incompatibilidad con la ubicación de sillas para niños en el asiento delantero reservado para el copiloto,

Otro de los riesgos que puede desencadenar la apertura de los airbag es su incompatibilidad con la ubicación de sillas para niños en el asiento delantero reservado para el copiloto

ya que la activación de las bolsas inflables podría suponer la asfixia del niño allí colocado. Al respecto, el secretario general de ADEADA recomienda “llevar siempre a los niños en asientos homologados y anclados en el asiento de atrás de los automóviles”. Por ello, hay hasta quince fabricantes europeos de automóviles que prohíben expresamente la instalación de asientos infantiles en la plaza delantera. Aparte, otras nueve marcas dan la posibilidad de desactivar de forma permanente el airbag del copiloto para facilitar la ubicación del asiento infantil delante; cuatro compañías dotan a sus turismos de interruptores para que el conductor active o desactive temporalmente el airbag derecho delantero según sus necesidades; y otros cinco constructores introducen en sus coches sistemas capaces de detectar la presencia de asientos infantiles en el sitio del copiloto para desactivar los airbag por sí mismos.

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