Vitamina D y prevención cardiovascular

Niveles bajos de vitamina D en sangre se asocian a un mayor riesgo de episodios cardiovasculares y muerte
Por Jordi Montaner 6 de diciembre de 2009
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Imagen: zoetnet

La relación de las vitaminas con el estado del corazón resulta controvertida. Aunque los suplementos dietéticos auguren el poder antioxidante de algunas y el beneficio de esa acción sobre las arterias, los cardiólogos evidencian -con resultados de ensayos clínicos- que tomarlas no elimina el riesgo de una complicación cardiovascular. Sí lo aumenta, en cambio, la deficiencia de vitamina D.

En personas con niveles de vitamina D por debajo de 15 ng/mL, aumentan un 77% las posibilidades de fallecer, un 45% el riesgo de desarrollar un infarto de miocardio y un 78% la probabilidad de sufrir un ictus, frente a los pacientes con rangos normales (más de 30 ng/mL). Además, los niveles bajos de vitamina D se asocian con el doble de probabilidades de desarrollar insuficiencia cardiaca.

Éstas son las conclusiones a las que ha llegado el equipo de Tami L. Bair, del estadounidense Intermountain Medical Center de Murray (Utah). En el marco del congreso de la American Heart Association (AHA), encuentro cumbre de la especialidad celebrado en Orlando (Florida, EE.UU.), los investigadores han demostrado ante decenas de miles de cardiólogos, que niveles inadecuados de vitamina D en la sangre se relacionan con un mayor riesgo de episodios cardiovasculares y muerte. Para llegar a esta conclusión, el equipo de Bair siguió a 27.000 pacientes de más de 50 años sin antecedentes cardiovasculares.

Heidi May, coautora del trabajo, asegura que «incluso una mínima deficiencia en los niveles de vitamina D ya desencadena diferencias en la casuística de infartos, ictus, insuficiencia cardiaca o muerte». Puesto que era un ensayo observacional, los autores reconocen que hacen falta más datos para establecer qué vincula el déficit de esta vitamina con la enfermedad cardiovascular.

La cenicienta de las vitaminas

La vitamina D es una de las más difíciles de incorporar en la dieta. Tan sólo el pescado azul, vísceras como el hígado, los cereales o la mantequilla aportan niveles eficaces de vitamina D a la sangre. La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió hace escasos meses un comunicado en el que evidenciaba que el déficit vitamínico más extendido en todo el planeta es el de esta vitamina, cuyo carencia sólo se vinculaba hasta ahora al riesgo de osteoporosis, por ser indispensable en la síntesis ósea de calcio.

La vitamina D ingerida se almacena en los tejidos grasos y requiere de la acción de los rayos solares para incorporarse al torrente sanguíneo

Otra propiedad conocida de esta vitamina ingerida es que se almacena en los tejidos grasos y requiere de la acción de los rayos solares para incorporarse al torrente sanguíneo. Es por esta razón que, en los países donde hay más horas de sol, se dan menos casos de avitaminosis. En cardiología, las vitaminas que habían centrado la discusión hasta el momento eran la C y la E, conocidas por su potencial antioxidante. El estudio de Bair atribuye a la vitamina D un potencial protector que va más allá de la capacidad del resto.

Repercusiones

Harald Dobnig, de la Universidad de Graz (Austria), manifestó en el mismo evento de Orlando que los resultados del estudio de Bair pueden ser una mala noticia, «habida cuenta de que la mayor parte de la población no ingiere los niveles de vitamina D que la OMS estipula necesarios». Añadió que el beneficio que puedan aportar los suplementos dietéticos es mucho más lento que la vitamina proveniente de los alimentos. Por su parte, Eric Rimm, de la Universidad de Harvard (Boston, Massachusetts, EE.UU.), relativizó la trascendencia de este hallazgo y calculó que serán necesarios de cinco a seis años para que los diversos estudios puestos en marcha con este componente concreten mejor su beneficio o el riesgo que entraña su deficiencia.

Rimm recordó que son muchas las células del organismo humano equipadas con receptores para la vitamina D y que la forma activa de ésta guarda relación con los niveles de calcio y la actividad de la hormona paratiroidea. Para explicar su posible efecto beneficioso desde una perspectiva fisiopatológica, Rimm tuvo en cuenta que la vitamina D modula la expresión de distintos marcadores inflamatorios y la actividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona, modulador de la presión arterial.

Entre las personas con mayor riesgo de padecer una avitaminosis de este tipo destacan los ancianos, quienes viven en zonas altas, las personas de piel más oscura, obesos, embarazadas y quienes lleven largo tiempo inmovilizados por causa de alguna enfermedad.

No sólo el corazón

Salvador Martínez Selmo, neumólogo madrileño, precisa que uno de los radicales de la vitamina D, el D3, actúa también como mecanismo de defensa en el organismo para evitar gripes y catarros. «Según estudios realizados -señala-, las personas que padecen infecciones recurrentes de vías respiratorias, tienen de forma regular una deficiencia de vitamina D».

Agrega que protege al organismo en estos procesos virales, puesto que evita que se desarrollen cánceres de pulmón y de colon. Los mismos estudios han demostrado que las personas fumadoras que tienen niveles elevados de vitamina D son menos propensas a padecer enfermedades pulmonares crónicas.

UN INFARTO DE 3.500 AÑOS

Aunque las enfermedades cardiovasculares se consideran una lacra sociosanitaria relacionada con el progreso, especialistas de la Universidad de Missouri asombraron en el congreso de la AHA al revelar que una tomografía axial computadorizada, realizada a una serie de momias egipcias de 3.500 años de antigüedad, ha detectado infartos de miocardio como causas de muerte. Este insólito estudio forense pone de relieve que, aunque las condiciones de vida de entonces implicaban pocos factores de riesgo cardiovascular, se daban casos de cardiopatías o arteriosclerosis por causas genéticas. Una de las momias escaneadas, la del faraón Merenptah, corresponde a un varón que falleció a la edad de 60 años con signos de arteriosclerosis en los vasos.

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