Los riesgos de los suplementos dietéticos

Androstendiona, efedra y creatina definen buena parte de los nuevos productos destinados al mercado de los suplementos dietéticos
Por José Juan Rodríguez Jerez 20 de enero de 2005

Uno de los principales problemas relacionados con la salud pública en España es la epidemia de obesidad en la que nos encontramos inmersos. Pese a que se detecta un incremento de las personas con aumento de peso y una de las prevalencias más altas de niños obesos, existe un fuerte incremento en el consumo de suplementos dietéticos.

Los suplementos dietéticos no son alimentos, sino sustancias de las que se pretende extraer propiedades complementarias a la dieta, como modular el peso, incrementar el rendimiento físico o conseguir un aumento del tamaño de los músculos. Su consumo se ha incrementado de forma notable no sólo en España, sino de forma generalizada en los países desarrollados. El aumento de consumo coincide con la epidemia de obesidad que se está registrando en paralelo. Hay quien cuestiona que se trate de una simple coincidencia.

En nuestro país, el consumo de complementos dietéticos genera un valor de mercado estimado en más de 92.000 millones de euros. Desde que a finales de los años 90 se liberalizase la comercialización y venta de las vitaminas y algunos minerales, es frecuente observar publicidad en la que se destacan las pretendidas bondades de las sustancias comercializadas. Normalmente se presentan como beneficiosas, aumentando nuestro estado de bienestar, disminuyendo la fatiga o facilitando nuestra vida en general.

Estos conceptos se fundamentan en la idea general de los consumidores de que el consumo de minerales y vitaminas es beneficioso para la salud, lo cual puede inducir a un consumo reiterado de estas sustancias. Las consecuencias pueden ser impredecibles en el futuro, ya que de muchas de ellas se desconocen los efectos de un consumo reiterado durante largos períodos de tiempo.

Pese a estas dudas, parece cada vez más claro que las vitaminas antioxidantes tienen efectos beneficiosos para una gran cantidad de personas, sobre todo para aquellas que no posean una dieta adecuada de estas moléculas. Sin embargo, nos estamos encontrando con una proliferación de la venta de diversas sustancias, asociadas por muchos consumidores a las vitaminas, que poco tienen que ver con ellas. Se trata en general de productos que se presentan con una clara campaña de marketing en la que se señalan propiedades beneficiosas, aunque desde un punto de vista científico no todos los efectos son claros ni positivos.

¿Problemas para la salud?

La falta de evidencias científicas suficientes pone en duda los supuestos beneficios de los nuevos suplementos dietéticos
En primer lugar hay que diferenciar entre los micronutrientes, fundamentalmente vitaminas y minerales, y las llamadas «sustancias nuevas». Las personas que toman estas últimas están realizando lo que podría considerarse como un enorme experimento clínico sin control, con productos, algunos de ellos bajo la fórmula de medicamentos, que no han sido probados y que en gran medida están sin regular.

El consumo de vitaminas y minerales suele ser libre, ya que a las dosis que habitualmente encontramos entre los complementos nutricionales no van a suponer un peligro para la salud. Otra cosa es que su consumo sea exagerado, incrementando la dosis recomendada en tres o cuatro veces, creyendo que a mayor consumo se van a obtener mayores beneficios. En estos casos nos podemos encontrar con una sobredosificación con posibles intoxicaciones si hay consumos masivos de las formas activas de las vitaminas liposolubles, en especial vitamina A y D.

Respecto a las «nuevas sustancias» que van apareciendo con supuestos «efectos milagro», en la actualidad se carece para la mayor parte de ellas de evidencias científicas suficientes, aunque los pocos estudios científicos disponibles sugieren que muchos de esos productos son ineficaces o, en el mejor de los casos, sólo producen cambios ligeros en el rendimiento. Lo que es más preocupante es que pueden contener sustancias potencialmente nocivas entre las que cabe destacar la androstendiona, la creatina y la efedra.

La androstendiona puede perturbar el equilibrio hormonal del cuerpo cuando se metaboliza en testosterona y estrógeno. Por consiguiente, puede inducir una pubertad precoz y limitar el crecimiento en los adolescentes.

Esta molécula, denominada «andro» por sus partidarios, es una pro-hormona, es decir, uno de varios compuestos formados en el cuerpo durante la producción de testosterona (potente esteroide que trabaja para el crecimiento de los músculos). «Andro» ha sido objeto de dos estudios específicos, el primero publicado por la revista Journal of the American Medical Association con jóvenes de entre 19 y 29 años; y el segundo, publicado en noviembre de 2000 por Archives of Internal Medicine, con hombres entre 35 y 65 años. En ambos casos los que no consumieron «andro» adquirieron la misma fuerza y músculo que los que sí lo hicieron. Lo que se puso de manifiesto en ambos estudios fue un aumento del colesterol LDL. Lo más desconcertante fue un aumento considerable de los niveles de estrógenos, lo que podría dar lugar a problemas de desequilibrios hormonales si los consumos son reiterados y durante largos períodos de tiempo.

En el caso de la creatina, se trata de una sustancia producida naturalmente por el organismo que se localiza fundamentalmente en la musculatura. Su función es incrementar la fuerza muscular, consiguiendo una mejor gestión de la energía y una menor fatiga. La toma de creatina oral en suplementos causa una rápida ganancia de peso (0.5 a 2 Kg), lo que se asocia a un incremento de las masas musculares. Sin embargo, parece que ese aumento de peso se debe a un incremento en la retención de líquidos en el músculo, lo que induce a una imagen falsa de sus efectos.

No hay un estudio sistemático de los efectos secundarios a largo plazo del consumo de creatina, pero se ha informado de calambres musculares e incremento de posibles problemas renales existentes. No obstante, sus efectos secundarios dependen mucho de los niveles de ingesta, por lo que en consumos controlados, sobre todo en personas que tengan problemas de falta de tono o fuerza muscular, no han de evidenciarse efectos negativos de consideración.

Pese a estas consideraciones, la creatina tampoco una panacea, puesto que su acción es particularmente eficaz cuando hay un incremento del ejercicio físico. Si quien la consume no realiza actividad física alguna, difícilmente podrá observar beneficios.

Por lo que refiere a la efedra, es una hierba estimulante que actúa como la anfetamina y que algunos investigadores culpan de multitud de accidentes y lesiones. Normalmente se emplea por sus efectos en la reducción del peso corporal y por asegurar un mejor rendimiento muscular. Sin embargo, ha de ser calificado como de producto peligroso.

La efedra contiene varios estimulantes, incluyendo efedrina y pseudoefedrina. Casi todos los suplementos combinan efedra y múltiples ingredientes entre los que suele haber al menos otro estimulante, normalmente cafeína o guaraná. La efedrina y cafeína funcionan en sinergia, y el efecto es similar al de las anfetaminas.

Entre los efectos secundarios detectados está la aparición de hipertensión con los consiguientes accidentes cerebro y cardiovasculares, lo que induce a recomendar un uso restringido y controlado

RECOMENDACIONES DE CONSUMO

Img diabetes2La facilidad de acceso a complementos dietéticos y la información facilitada por los medios generales de comunicación, están en la raíz del elevado consumo que se registra sobre todo en los países desarrollados. Dada la falta de evidencias científicas más sólidas, la recomendación básica es la prudencia y, por encima de cualquier otra consideración, la consulta previa a un especialista.

En estados carenciales que comprometen a la salud, el uso de estas sustancias, que en algunos casos deriva en abuso, se aproxima mucho a lo que podría considerarse automedicación. De ahí que la consulta a un especialista sea el paso previo preceptivo.

Si lo que se pretende es incrementar rendimientos, musculares, intelectuales o de cualquier otro tipo, o combatir la fatiga, los complementos nutricionales pueden ayudar a este fin, pero conviene, de nuevo, la consulta médica. La adversidad de los efectos secundarios y la eventual interacción con otras sustancias o incluso medicamentos pueden hacer desaconsejable su consumo por periodos prolongados.

Esta es, precisamente, la última recomendación a considerar: antes de tomar ningún producto de esta naturaleza no sólo conviene determinar en qué medida va a contribuir a mejorar nuestras potenciales carencias nutritivas, sino también valorar los efectos secundarios. Es absolutamente necesario leer y entender la información de composición, así como las dosificaciones recomendadas.

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