Mitos sobre la hipertensión arterial

Las creencias erróneas respecto a la presión arterial elevada pueden comprometer la salud de los afectados
Por Núria Llavina Rubio 8 de febrero de 2013
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¿El consumo habitual de café provoca hipertensión? ¿Y la comida picante? ¿Es una enfermedad inherente al envejecimiento? No conocer la respuesta verdadera puede conducir a hábitos de vida inadecuados y comprometer el control y el tratamiento de la presión arterial elevada. En la actualidad, solo el 20% de los hipertensos se controla de forma correcta. En este artículo se desmotan varias falsas creencias relacionadas con la hipertensión.

La hipertensión es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular. Afecta a 15 millones de españoles y tan solo el 20% de ellos está bien controlado. Uno de los motivos de esta falta de control se debe a la generalización de algunas creencias populares que persisten en la población. Por desgracia, esto conduce a que muchos afectados mantienen hábitos de vida inadecuados y, por lo tanto, comprometen su control y tratamiento.

Para desterrar muchas de estas falsas ideas que rodean a la enfermedad, la Sociedad Española de Hipertensión-Liga española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA) ha editado la guía ‘Mitos en hipertensión arterial’. Esta publicación viene acompañada de otro documento que pretende fomentar el ejercicio físico entre los afectados y orientarles sobre la mejor actividad según sus características individuales.

Hipertensión: mitos en el tratamiento

Los expertos de la SEH-LELHA están preocupados por la poca adherencia al tratamiento de la hipertensión. El primero de los errores es pensar que cuando se ha logrado controlar las cifras de tensión ya no hace falta más tratamiento. Los especialistas insisten en que es una enfermedad crónica, que puede ser controlada pero que no se puede curar, y que, por ello, el tratamiento es para siempre. Sin supervisión médica, no hay que dejar de tomar la medicación.

Por último, tampoco hay que olvidar lo importante que es, aunque se siga el tratamiento farmacológico, practicar un estilo de vida saludable. Uno de los mitos más frecuentes es creer que por el hecho de tomar pastillas se puede comer con sal, cuando la realidad es que la medicación funciona mejor si se lleva una dieta hiposódica.

Hábitos erróneos en la hipertensión

Ni el café, ni la comida picante ni tampoco beber demasiado agua elevan la presión arterial

Otra de las áreas a las que hace referencia la guía es el estilo de vida. En ella se incluyen los mitos acerca del café, las comidas picantes y el agua.

En primer lugar, según la publicación de la SEH-LELHA, no se ha constatado que el café provoque hipertensión. De hecho, las guías recomiendan que los afectados acostumbrados a su consumo puedan tomar entre una y tres tazas de café al día.

Algo parecido ocurre con el picante. Tampoco se ha demostrado que la ingesta de comida picante genere hipertensión. Incluso algunos estudios han puesto de manifiesto que tomar de vez en cuando puede ser beneficioso, por el efecto relajante que inducen en los vasos sanguíneos.

La guía deja claro que beber agua no eleva la presión arterial. Al contrario, es fundamental para mantener una adecuada hidratación: se recomienda al menos un litro y medio al día.

Otras creencias populares por desconocimiento pueden ser peligrosas, ya que pueden provocar una falta de control de la enfermedad que, a largo plazo, tienen consecuencias serias en la salud.

Primero: creer que lo que uno padece es estrés por otros motivos, cuando en realidad es la propia hipertensión la que produce una reacción excesiva en forma de estrés o nerviosismo.

También muchos afectados creen que esta dolencia es hereditaria y que, por tanto, no pasa nada. Si bien tiene un componente hereditario, no significa que sufrir la enfermedad sea normal, ni que no deba tratarse.

La sentencia «presión descompensada» también es errónea, puesto que esta expresión no existe en términos médicos. Lo importante es que las cifras de presión arterial sistólica (máxima) y diastólica (mínima) estén dentro de los límites de la normalidad. Tampoco es suficiente tener la diastólica controlada, sino que es fundamental tener ambas bajo control.

Por último, aunque es cierto que la presión arterial puede aumentar con la edad, no significa que sea normal. En edades avanzadas debe tratarse de la misma manera.

Hipertensión y falsos síntomas

Muchas personas aseguran tener la tensión alta solo porque sufren dolor de cabeza de manera frecuente; sin embargo, pocas veces la hipertensión arterial da síntomas. La única manera de descubrir que uno es hipertenso es tomándose la presión.

También existe la creencia que uno tiene propensión a la presión alta porque se siente mal cuando toma pastillas para reducirla. No obstante, es normal que cuando el organismo está habituado a cifras de presión muy alta, cuando disminuyen, la persona se sienta cansada y con falta de vitalidad, pero esta percepción desaparece en pocos días.

Asimismo, el sangrado nasal pocas veces guarda relación con la hipertensión.

Yoga para la hipertensión

En el reciente congreso de la Sociedad Andaluza de Hipertensión Arterial y Riesgo Vascular se ha desvelado el yoga como un buen aliado y complemento del tratamiento farmacológico para la hipertensión. No es la primera vez que el yoga, como terapia de relajación, se relaciona con la mejora de determinadas enfermedades.

Tras una revisión bibliográfica de diferentes bases de datos nacionales e internacionales, enfermeros del centro hospitalario Torrecardenes de Almería han constatado los efectos positivos de la práctica del yoga como medida preventiva de la salud, tanto física como psicológica. Entre otros beneficios, los especialistas apuntan a que el yoga reporta bienestar y una mayor seguridad y autoestima. En el plano físico ayuda a mejorar los niveles de tensión arterial y reduce molestias, como dolores de cabeza, musculares y articulares, y problemas digestivos.

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