Deshabituación al alcohol

Abandonar el alcoholismo y apuntarse a la vida abstemia, aunque difícil, es posible
Por Clara Bassi 13 de marzo de 2007

El consumo de alcohol está considerado el tercer factor que causa más enfermedades y, por lo tanto, muertes prematuras en los países desarrollados, tras el tabaco y la hipertensión, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero, a pesar de esta realidad, «llama la atención que las autoridades sanitarias españolas no hayan tomado cartas en el asunto», comenta Alfredo Gómez Arnaiz, estudioso de la detección precoz del alcoholismo, sólo unos días después de que el anteproyecto de Ley del Alcohol se haya suspendido indefinidamente. Y no obstante la insuficiente regulación legal del consumo de alcohol, muchas personas deben dejar de beber. ¿Quiénes, cómo y por qué? Expertos, asociaciones de afectados y guías científicas lo explican.

«¿Sabías que el alcohol está relacionado con el 80% de los casos de violencia familiar?», interroga Alfredo Gómez Arnaiz, médico del Centro de Atención Primaria San Gregorio, de Las Palmas de Gran Canaria, y especialista en la detección precoz del alcoholismo. No sólo eso: es el causante del 35% de los accidentes de tráfico, del 15% de los accidentes laborales y del 20% de los accidentes domésticos en España, así como del 45% de homicidios y del 25% de suicidios. Y tiene un alto coste sanitario y social, ya que se relaciona directa o indirectamente con el 20% de las consultas de atención primaria, con el 25% de los ingresos hospitalarios y con el 30% de los ingresos en unidades psiquiátricas y el gasto provocado por el alcohol equivale a un 0,8% del producto interior bruto (PIB).

Estos son los datos que ha presentado Gómez en el XII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Toxicomanías, en Barcelona. El broche a esta fatídica carta de presentación sobre las consecuencias del consumo de alcohol, lo puso en 2005 un estudio del Instituto de Estudios de Alcohol y Drogas de la Universidad de Valladolid. Según este trabajo, el alcohol causa el 2,3% de la mortalidad total en España. Las cifras delatan la existencia de una adicción extendida, pero poco reconocida e infradiagnosticada.

«Uno de los problemas que plantea el tratamiento del alcoholismo es la dificultad de realizar un diagnóstico precoz, ya que el paciente suele restar importancia al consumo de alcohol o incluso negarlo. En otras ocasiones, la persona que acude a la consulta no relaciona los síntomas que presenta con el consumo de alcohol», ha declarado recientemente Juan José Rodríguez Sendín, secretario general de la Organización Médica Colegial (OMC) y co-autor de la Guía de Buena Práctica Clínica en Uso y abuso del alcohol, patrocinada por Merck Genéricos y presentada en la Jornada sobre el Consumo de Alcohol en Adolescentes, organizada por la OMC.

Una forma de descubrir los problemas con el alcohol precozmente es identificar a los bebedores de riesgo con un test, el AUDIT (acrónimo de Alcohol Use Disorders Identification Test) ideado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1993 y en cuya aplicación en España es pionera Cataluña, a través de su programa Bebeu menys(Bebed menos). Según la OMS, el médico de primaria debería pasar este test a toda la población, a cada paciente que le visite por primera vez, después cada dos años y siempre que sospeche de una adicción.

En cuanto al consumo máximo en un día, los hombres no deberían rebasar seis copas de cerveza ni las mujeres cinco

Bebedores de riesgo

Hay ciertas etapas de la vida o situaciones en las que no se debería beber ni una gota de alcohol. En este caso estarían los adolescentes, las mujeres durante la gestación y la lactancia materna, los afectados por alguna enfermedad, ya que se pueden agravar o hacer más difícil su control (como ocurre con la hipertensión), y los pacientes que se tratan con ansiolíticos, antidepresivos o antihistamínicos, ha contado Gómez. Ahora bien, al margen de esta población que no debe probar el alcohol, ¿quiénes están bebiendo más de la cuenta? Los hombres que beben más de 280 g de alcohol a la semana o bien más de 60 gr. al día y las mujeres que beben más de 170 gr. a la semana o más de 50 gr. al día. La diferencia entre géneros se debe a que el varón es más resistente al alcohol.

Gómez recuerda, además, que para ayudar a calcular mejor las cantidades de alcohol ingeridas, los ingleses crearon un sistema de medida llamado Unidades de Bebida Estándar (UBE). En España, debido al tipo de bebidas que se consumen, cada unidad UBE equivaldría a 10 gr. de alcohol. Se calcula que una bebida de baja graduación (un vaso de vino o una cerveza) equivale a una unidad o 10 gr., mientras que una bebida de alta graduación (como el whisky) equivalen a dos unidades o 20 gr. Esto significa que el hombre no puede consumir más de 28 copas de vino a la semana o más de 14 de bebidas destiladas y la mujer no puede tomarse más de 17 copas de vino a la semana o de 8,5 en el caso de bebidas de alta graduación. En cuanto al consumo máximo en un día, los hombres no deberían rebasar seis copas de cerveza ni las mujeres cinco.

Además de la cantidad de alcohol ingerida, existen otros síntomas indicativos de la adicción al alcohol. La asociación Alcohólicos Anónimos define el alcoholismo como «una enfermedad del cuerpo y de la mente (o de las emociones)» en uno de sus opúsculos y entre sus síntomas menciona los siguientes: beber a escondidas o esconder las botellas, emborracharse cuando no se tiene intención, necesitar el alcohol para sentirse seguro, mentir sobre las cantidades y frecuencia con que se ingiere, beber en el lugar de trabajo, tener lagunas mentales, beber para aliviar la resaca, los sentimientos de culpa o los temores, dejar pasar algunas comidas, sufrir cirrosis y otras dolencias del aparato digestivo, temblores, convulsiones y alucinaciones.

Papel del médico

Una vez identificados a los bebedores de riesgo, el papel del médico de primaria sería, realizar intervenciones breves, de dos a cinco minutos de duración, consistentes en entrevistas motivacionales. En ellas se invita a la persona a reducir el consumo de alcohol o a dejarlo y se le dan mensajes de refuerzo positivo del tipo «sigue así, lo estás haciendo muy bien». No obstante, según Rodríguez Sendín, «en la realización de una historia clínica a un paciente con problemas de alcoholismo deben explorarse las cuestiones relacionadas con el agente, el ambiente de consumo, el individuo víctima y su entorno social y familiar».

Cuanta mayor frecuencia de consumo, mayor graduación de la bebida y más joven sea el individuo que consume alcohol, mayor será el deterioro orgánico y psíquico y la intensidad de la dependencia. Cuando el grado de dependencia del paciente es alto y el consumo de alcohol excesivo, se requieren pautas terapéuticas más estructuradas y complicadas. En cada comunidad autónoma española este tratamiento se lleva a cabo de diferente manera. En algunas comunidades, mediante ONGs, en otras a través de centros de atención al drogodependiente, de unidades de salud mental o de otros servicios sanitarios.

TRES FASES

ImgImagen: Ahmet Sen

Tres son los pasos necesarios para dejar el alcohol: la desintoxicación, la deshabituación y la rehabilitación, ha explicado Gómez Arnaiz. La primera fase de desintoxicación debe ser tutelada por el sistema sanitario, ya que durante este proceso se debe superar el temido síndrome de abstinencia al alcohol, el mono de los alcohólicos o delirium tremens, que tiene riesgos importantes; en el 30% de los casos puede conducir a la muerte, ha explicado. Precisamente, el AUDIT, que sirve para detectar a los bebedores de riesgo, también es útil para saber qué pacientes tienen un mayor grado de dependencia al alcohol y precisan mayor apoyo durante la desintoxicación.

Los casos menos graves se pueden tratar desde la atención primaria, por parte de médicos que sepan tratar bien el alcoholismo, pero los más graves pueden requerir hospitalización. La fase de deshabituación es difícil de pasar. Y en ella pueden desempeñar un papel muy importante, tanto el apoyo de psiquiatras y psicólogos, como de los grupos de autoayuda. Uno de los más populares es el de Alcohólicos Anónimos, que cuenta con más de 96.000 grupos en 151 países de todo el mundo que han ayudado a mantenerse sobrios a cientos de miles de personas.

Pero también hay otros como la Asociación de Exalcohólicos Españoles o la Federación de Alcohólicos Rehabilitados de España . Y, finalmente, la fase de rehabilitación consistiría en ayudar a la persona alcohólica, una vez desintoxicada y deshabituada, a encontrar un trabajo, reincorporarse a la vida social y normalizar su vida. Los trabajadores sociales serían los profesionales que le ayudarían a conseguirlo.

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