Humedad en el hogar, mayor riesgo de alergias

Vivir en un ambiente húmedo aumenta la posibilidad de contraer enfermedades respiratorias y pulmonares, a la vez que agrava las reumáticas
Por Núria Llavina Rubio 20 de agosto de 2010
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Imagen: lisatozzi

Determinados factores externos contribuyen a empeorar las reacciones alérgicas. El índice de humedad en los hogares es uno de ellos. En exceso, éste aumenta la posibilidad de contraer enfermedades respiratorias y pulmonares y agrava las reumáticas. Sensación de malestar, escalofríos, cansancio, dificultad al respirar, pies fríos o dolor de cabeza son los principales síntomas a largo plazo causados por un ambiente húmedo. Un nuevo estudio lo relaciona también con una mayor posibilidad de desarrollar alergias nasales en niños.

Las alergias son un estado de hipersensibilidad del organismo a una sustancia concreta (alérgeno) cuando ésta se inhala, se ingiere o se toca. Numerosos factores externos ayudan al desarrollo o aumento de los síntomas alérgicos: el polen de las plantas, algunos medicamentos, picaduras de insectos, animales domésticos, determinados alimentos y el exceso de humedad en el hogar. Una exposición prolongada a niveles de humedad superiores a los recomendados -entre el 45% y el 65%- afectan a la salud a largo plazo.

Las consecuencias están relacionadas, sobre todo, con problemas respiratorios, como asma o sinusitis, o infecciones pulmonares, como la bronquitis. Un grado incorrecto de humedad puede también agravar los síntomas de quienes padecen fibromialgia o aumentar el dolor en personas reumáticas. Por lo tanto, tratar los problemas de humedad ante los primeros síntomas no sólo es bueno para el cuidado de la vivienda, sino también para la salud de sus ocupantes.

El exceso de humedad ambiental favorece la presencia de ácaros (desencadenante común de asma en bebés), hongos y bacterias, organismos que pueden desencadenar graves problemas, como erupciones o dermatitis atópica. También propicia el crecimiento de moho, un microorganismo con esporas que pueden ocasionar afecciones respiratorias y que desarrolla alérgenos irritantes y, en ocasiones, sustancias tóxicas.

La ropa, los zapatos y otros objetos de piel encerrados en armarios son el hábitat frecuente de los hongos

La humedad aumenta también los casos de alergia a los hongos, que en situaciones extremas pueden desembocar en aspergilosis, una enfermedad infecciosa que afecta sobre todo a los pulmones, y, en menos ocasiones, a los senos paranasales, el sistema nervioso central, el esófago, los ojos y el endocardio (membrana que tapiza las cavidades del corazón). El moho «Tachybotrys atra», una variedad de color negro, pegajoso y que crece en especial en madera dañada por el agua, placas del cielorraso y alfombras, ha demostrado ser muy dañino. Algunos trabajos científicos han llegado a asociarlos, incluso, con casos de muerte súbita en niños pequeños.

El agravante de la edad

Estos problemas son más perniciosos en la etapa infantil, cuando un sistema inmunitario inmaduro propicia un mayor desarrollo de enfermedades respiratorias. Si bien una exposición moderada a ciertos agentes ayuda a fortalecer este sistema de defensa, ésta debe controlarse si no se quiere que los más pequeños pierdan la batalla contra los alérgenos. Quienes viven en casas húmedas, con tuberías de agua dañadas (filtraciones en los techos), hongos visibles u olor a humedad, pueden ser más propensos a desarrollar alergias nasales, según un nuevo estudio publicado en «American Journal of Epidemiology», realizado con una muestra de 1.900 niños finlandeses.

Según los resultados, el 16% de los menores que vivían en hogares con niveles elevados de humedad dieron positivo en los análisis de rinitis alérgica realizados en los siguientes seis años. El porcentaje fue inferior al 12% entre quienes carecían de problemas de humedad en el hogar.

Otro informe publicado en «Environmental Health Perspectives», llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Birmingham (Reino Unido), concluía que la humedad acumulada en paredes, sótanos y alfombras del hogar, así como el olor a moho, duplican el riesgo de desarrollar asma en los niños de 1 a 7 años.

Complicar la vida a los alérgenos

Los ácaros son los responsables de la mayor parte de alergias respiratorias. La mal llamada alergia al polvo (los ácaros son los culpables) se desarrolla, en general, en ambientes cálidos y húmedos. Los ácaros crecen, sobre todo, en cojines y colchones. Los hongos son propios de casas húmedas con poca luz, filtraciones, poco soleadas o ventiladas. La ropa, los zapatos y otros objetos de piel guardados en armarios son su lugar habitual. Cuando la concentración es grande, se crean las típicas manchas de humedad. El hongo más peligroso, el moho, es una de las principales causas de alergias. Crece en las cortinas del baño, en los marcos de las ventanas y en los sótanos húmedos.

Para eliminar los ácaros en el polvo casero, la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica recomienda lavar las sábanas y las mantas cada semana con agua caliente y secarlas al sol o en una secadora caliente. Las almohadas y los colchones deben protegerse con cobertores especiales y conviene retirar las alfombras, sobre todo, de las habitaciones. Cuando no hay nadie en casa, también se aconseja usar ácido tánico para eliminar los ácaros.

El control más adecuado del moho es el cuidado de la propia humedad. Éste no crece si no hay humedad, por lo que es mejor solucionar el problema de la filtración de agua. Si bien en muchos casos deberá contratarse un servicio profesional, otras tareas domésticas son sencillas: arreglar posibles problemas de tuberías, ventilar los baños (fundamental para los niños), no colocar alfombras en fuentes constantes de humedad, frotar el moho para sacarlo de las superficies duras con detergente y agua, secar por completo estos espacios y mantener los aparatos de aire acondicionado limpios.

SEGURIDAD EN EL HOGAR

ImgImagen: lisatozzi

El 60% de los accidentes que sufren los niños de uno a cuatro años son consecuencia del descuido de progenitores o cuidadores. El 25,8% se deben a la falta de medidas de prevención y protección. Así lo asegura el reciente “Estudio sobre los accidentes infantiles atendidos en los centros de Salud de España”, llevado a cabo por la Fundación Mapfre y en el que han colaborado más de mil médicos de familia y pediatras de atención primaria. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) publicó también un análisis con cifras similares: el 61% de los accidentes infantiles se registra en el propio hogar.

La llegada de un bebé requiere cambios en casa para asegurar su bienestar. Al control de la humedad se le suman otras modificaciones, como convertir el lugar en un sitio libre de humo, incluso antes de que nazca el bebé, o controlar posibles elementos químicos, como el plomo de la pintura de paredes o las posibles fugas de gas. En el dormitorio, hay que disponer de una cuna a prueba de caídas, controlar los cables eléctricos y tapar los enchufes. También es primordial controlar los juguetes, que deben adaptarse a la edad del pequeño.

En la cocina, donde se concentran el 25% de los accidentes domésticos, se deberían colocar protecciones en las esquinas de los muebles, puertas protectoras que aseguren que los pequeños no pueden acceder a materiales peligrosos y mantener alimentos y objetos punzantes fuera de su alcance. En el caso del baño, nunca hay que dejar solo al bebé y hay que controlar la temperatura del agua y usar bañeras apropiadas para su edad, sobre todo, hasta el primer año.

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