Estos son los trastornos del sueño más frecuentes en niños por la pandemia

La crisis sanitaria por la covid-19 ha provocado un aumento de los cuadros de ansiedad en los menores que se traduce en dificultades para dormir y trastornos del sueño
Por María Huidobro González 14 de mayo de 2021
insomnio infantil
Imagen: cottonbro

Los niños entre 0 y 14 años en nuestro país duermen 9,8 horas de media, según la Encuesta Nacional de Salud de España (ENSE 2017). Con la edad, estas horas disminuyen: si los más pequeños descansan por la noche unas 11, los mayores de 5 años lo hacen en torno a 9,3. Y no siempre es un sueño de calidad. A veces, no tienen establecida una rutina para irse a la cama, por lo que se duermen a deshoras, no se levantan descansados o tienen pesadillas. Y, a raíz de la pandemia, estos y otros trastornos del sueño se han acrecentado, lo que puede afectar a su desarrollo físico, emocional, cognitivo y social. Te contamos cuáles son esos problemas que están afectando al sueño infantil, sus causas y cómo tratarlos.

Problemas de sueño en niños en la pandemia

Antes de la pandemia, entre el 20-25 % de la población infantil ya tenía dificultades para iniciar o mantener el sueño, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Y la Asociación Española de Pediatría (AEP) elevaba el dato: alrededor de un 30 % de los menores de 5 años sufría insomnio y 4 de cada 10 adolescentes presentaban una mala calidad del sueño.

Sin embargo, la crisis sanitaria de la covid-19 también ha alterado el descanso de los más pequeños. Lo ha hecho durante el confinamiento, pero también después. En febrero, en la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) centrada en la salud mental de los españoles ya se alerta de un cambio en sus hábitos de sueño. Así lo refiere un 30,4 % de los padres, quienes sobre todo confirman que a sus hijos les cuesta dormirse (66,7 %) y duermen por la noche menos que antes (48,6 %). En menor medida reconocen que tienen pesadillas frecuentes (30,4 %) y que se duermen durante el día (24,6 %).

¿Qué opinan los expertos? Tras los meses de confinamiento, los pediatras de Atención Primaria han detectado un aumento de ansiedad de los menores que se traduce en dificultades para dormir y trastornos del sueño, principalmente en niños y niñas de 7 a 12 años. Los neurólogos ponen nombre a esos trastornos:

  • insomnio de inicio, es decir, la dificultad para conciliar el sueño.
  • parasomnias, principalmente pesadillas y terrores nocturnos. Mientras las pesadillas son un mal sueño sobre hechos reales o inventados que el niño suele recordar al día siguiente, los terrores nocturnos son más complejos, como apuntan en la ‘Guía práctica para padres sobre trastornos del comportamiento de niños y adolescentes’ del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús (Madrid): una o dos horas después de quedarse dormido, el menor chilla, grita o confunde objetos o personas con cosas peligrosas, todo ello dormido y puede que hasta con los ojos abiertos y sin acordarse de nada por la mañana.
  • en los más pequeños (2 a 5 años), rechazo a irse a la cama (o no quieren irse a la cama solos), despertares nocturnos y regresiones del sueño (no dejan de despertarse cada poco tiempo).

Causas del insomnio infantil

En el confinamiento “han dormido menos y mal. Menos, porque se acostaban tarde, y mal, por las pesadillas y porque habían perdido hábitos de sueño. Y ahora, no se ha vuelto a la normalidad del todo y cogen peso los problemas conductuales”, comenta Víctor Soto, neuropediatra y coordinador del Grupo de Trabajo de Pediatría de la Sociedad Española de Sueño (SES).

insomnio pantallasImagen: Polina Kovaleva

Y es que como a los adultos, también con la pandemia los menores sienten más estrés y ansiedad. “Los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad que ahora vemos en niños es la verdadera segunda ola de la covid-19. Hay lista de espera en los hospitales pediátricos para ingresar en psiquiatría”, reconoce el especialista. El miedo a la covid-19, nuestros comentarios y las noticias de la situación, la muerte o la enfermedad de familiares y amigos, no poder ver o reunirse con ellos… genera estos trastornos de salud mental que también repercuten en la calidad del sueño. “La ansiedad se relaciona con dormir mucho peor, sensación de sueño no reparador y despertares frecuentes”, detalla.

Asimismo, la pandemia ha modificado nuestros hábitos de vida y esto se refleja en nuestro descanso y en el de nuestros hijos. Hemos perdido los sincronizadores de los ritmos biológicos, esos que marcan a nuestro cerebro cuándo es de noche y hay que dormir y, por el contrario, cuándo es de día y hay que estar despierto (luz, comidas, actividad social y actividad física). “A nuestro cuerpo le hemos quitado las variables circadianas. Nos hemos metido como en un búnker en el que no sabemos cuándo es de día y de noche. Y en los niños esa dependencia de los sincronizadores es mucho mayor”, aclara Soto.

Por eso, los trastornos del sueño en niños, como el insomnio en los adolescentes, han aumentado por estos factores:

  • Empeoramiento de los hábitos de sueño. Durante el confinamiento fuimos permisivos con los niños, y esas concesiones aún persisten: les dejamos ir a la cama más tarde, que se levanten más tarde, dormimos con ellos…
  • Reducción de la actividad social. Para evitar contagios, hemos restringido al máximo nuestros contactos y relaciones con familiares, amigos… y, por tanto, también nuestros hijos se han visto afectados por una menor actividad social durante el día.
  • Disminución de la actividad física. Por las restricciones o nuestros miedos, muchos pequeños no practican deporte u otras actividades lúdicas o físicas como danza o disfrutar de parques infantiles (por su cierre) junto a otros niños. Queman menos energía y se cansan dentro de casa, por lo que, a la hora de dormir, no caen rendidos.
  • Alteración en los hábitos de comida. “Se picotea más en casa, por lo que tampoco están marcados los momentos de desayuno, comida…”, concreta el experto en sueño infantil.
  • Aumento del uso de pantallas. Ya en la encuesta del CIS, el 37 % de los padres confesaba que sus hijos se llevan el teléfono móvil o la tableta a la cama. Y es que, en la actualidad, según Qustodio (plataforma de seguridad y bienestar digital para familias), casi 3 de cada 10 niños cuenta con algún tipo de móvil u ordenador en su dormitorio y el 34 % de las familias no establece un límite horario en el uso de estos dispositivos. De hecho, un estudio dirigido por la neurofisióloga Marta Moraleda con niños entre 11 a 18 años destaca que durante el confinamiento el 70 % estuvo frente a pantallas entre 4 y 8 horas al día. Y esto no es nada positivo. “El uso de pantallas por la noche hace que a nuestro cerebro le llegue la señal de que es aún de día y, por tanto, segrega menos melatonina, la hormona del sueño. De ahí que nuestros niños tengan problemas de sueño”, explica Víctor Soto. ¿También los más pequeños? “El uso de pantallas se ha homogenizado. No es un problema solo de adolescentes. También los niños de 2 a 5 años las han utilizado mucho”, desvela.

Cómo tratar estos problemas en niños

Todo esto hace que 2 de cada 10 niños hayan reducido sus horas de sueño, según refleja la encuesta ‘Centennials: el antes y el después de una generación marcada por el Covid-19’, realizada por Qustodio a padres y madres con hijos de entre 7 y 15 años. Y menos horas de descanso por la noche no solo supone más sueño durante el día.

Si no se tratan a tiempo, estos problemas pueden afectar al bienestar y funcionamiento del cerebro de los menores, lo que podría derivar en insomnio crónico y cambios de conducta, aumentando su irascibilidad, su impulsividad y su inquietud, como también puede alterar su capacidad de concentración y aprendizaje, como sostienen los pediatras. Hasta la ONG Save The Children alerta de que uno de cada cuatro niños sufre algún episodio de ansiedad o depresión que se ven agravados por una mala rutina de sueño. “Con la ansiedad empeora el sueño, pero si mejora el sueño, estaremos menos tristes y con menos ansiedad a lo largo del día. El sueño es uno de los mejores tratamientos de la ansiedad y la depresión en niños”, apunta Víctor Soto. Pero, además, estos trastornos también pueden contribuir al desarrollo de problemas de salud como obesidad, diabetes o tensión arterial.

insomnio infantilImagen: cottonbro

¿Cómo poner freno? El portavoz de la SES es rotundo: “Volver a los horarios normalizados”. Según sus indicaciones, debemos que remarcar los sincronizadores de los ritmos biológicos de la siguiente manera:

  • Marcar el día. Por la mañana, tiene que darnos luz solar, debemos desayunar y no picotear; también, hacer ejercicio físico.
  • Marcar la noche. En los más pequeños, es importante la desconexión con lo pasado durante el día: la relajación antes de dormir con una nana o un cuento servirá. Y a todas las edades, hay que evitar el uso de pantallas, por lo menos 30-60 minutos antes de dormir. Para ello, la habitación debe estar libre de tecnología. No vale usar el móvil como despertador, ni cargarlo en ese dormitorio. Si hay adicción a pantallas, habrá que consultarlo con un psicólogo. Y también es recomendable poner un filtro azul a móviles y tabletas para ayudar a la secreción de melatonina.

Poniendo en práctica estas medidas, la mayoría de los problemas se soluciona, comenta Víctor Soto. Y si no ocurre así o cuesta ponerlas en marcha, aconseja consultar al pediatra.

¿Son recomendables los suplementos de melatonina para niños y adolescentes?

Aunque en España es un suplemento alimenticio no subvencionado, es un fármaco, y como tal debe indicarlo un sanitario. “Y no vale para cualquier niño que duerme mal. Hay que saber qué dosis dar y en qué momento. Por eso debe verse con el pediatra. Además, hay que tener claro que el insomnio es un síntoma, y hay que ver por qué lo tiene”, señala Soto. ¿Y otros hipnóticos? “La benzodiazepinas o relajantes musculares no van a solucionar el problema y creará seguramente una dependencia, si no se usa bien”, advierte sobre el riesgo de los somníferos en los adolescentes.

Buenos hábitos de sueño

Para instaurar buenos hábitos del sueño, desde la Sociedad Española de Neurología aportan estos otros consejos para menores de 12 años:

  • Horario fijo para dormir y despertarse. Lo idóneo, acostarse antes de las 21:00 horas.
  • ¿Siesta? Con horario apropiado para cada edad y sin excederse.
  • Rutina constante y positiva para la hora de dormir como, por ejemplo: cepillarse los dientes, cantar una canción de buenas noches o leer algún cuento corto.
  • El dormitorio debe ser un lugar agradable para dormir: fresco, oscuro y silencioso.
  • ¿Siempre solos? Es importante animar a que los niños se duerman de forma independiente.
  • Evitar que realicen comidas pesadas o ejercicio cuando se acerque la hora de dormir.
  • No tomar cafeína ni chocolate.
  • Intentar que los niños tengan un horario diario regular, incluido el de las comidas.

Qué hacer ante insomnio, pesadillas y terrores nocturnos

Ante el insomnio, en la guía del Hospital Niño Jesús añaden más recomendaciones:

  • Dile que la cama es para dormir, no para leer, ni ver la televisión ni para jugar a videojuegos.
  • Evita que se acueste nervioso por alguna película, lectura o discusión.
  • Prohíbe que tome bebidas estimulantes, como las energéticas o colas por la tarde y noche.
  • Consulta si observas que a menudo se duerme en clase o llega tarde al colegio, disminuye su rendimiento escolar o tiene cambios de conducta.

Con las pesadillas, además, señalan que se tenga en cuenta lo siguiente:

  • Evita películas o lectura de libros excitantes.
  • Escúchale y tranquilízale tras la pesadilla.
  • Su cama debe ser cómoda y acogedora. Puede acostarse con su juguete preferido y tener una lámpara de noche.

Ante los terrores nocturnos, no hay que hacer nada. Pero si son muy frecuentes y a la misma hora, la guía apunta que puede ser eficaz despertarle unos minutos antes y mantenerle despierto cinco minutos, durante una semana.

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