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🤧 Alergia vs. intolerancia: entender la diferencia
Para empezar, aunque a menudo se confunden, alergia e intolerancia alimentaria no son lo mismo.
- La intolerancia, como la de la lactosa, se debe a la dificultad para digerir un componente del alimento y provoca, sobre todo, síntomas digestivos.
- La alergia, en cambio, implica al sistema inmunitario, que reacciona frente a una proteína del alimento. Sus efectos pueden ir desde molestias leves hasta una anafilaxia, una reacción grave que afecta a varios órganos.
En Europa, las alergias alimentarias más frecuentes las producen la leche y el huevo, los frutos secos y los cereales como el trigo, la soja, el pescado y los mariscos, y las frutas como melocotón o manzana.
☀️ El papel del cambio climático y la contaminación
El informe de la AESAN señala que el cambio climático actúa como un amplificador de las alergias. El aumento de las temperaturas y las alteraciones en las lluvias están modificando la distribución de muchas plantas, como ocurre con la ambrosía, o alargando sus temporadas de polinización, como sucede con el olivo.
Como resultado, pólenes muy alergénicos llegan a zonas donde antes no existían. Esto hace que personas no expuestas previamente desarrollen nuevas sensibilizaciones y que los pacientes alérgicos sufran síntomas durante más tiempo, lo que contribuye al aumento de la prevalencia de estas enfermedades.
Muchos alérgenos de origen vegetal, como los presentes en el aguacate, el kiwi o el plátano, pertenecen al grupo de las llamadas proteínas PR, que son aquellas que las plantas generan como mecanismo de defensa frente a infecciones, heridas o situaciones de estrés ambiental. Factores como la sequía, el aumento de la temperatura o una mayor concentración de CO2 estimulan su producción, lo que puede incrementar la presencia de alérgenos en ciertos alimentos.
El panorama se complica por un fenómeno conocido como sensibilidad cruzada, en el que el sistema inmunitario “confunde” proteínas que tienen una estructura similar y distinto origen. Así, una persona sensible al polen tiene mayor probabilidad de sufrir también una alergia alimentaria, pues ambas fuentes presentan alérgenos similares.
La situación se vuelve aún más preocupante cuando entra en juego la contaminación urbana. Las partículas procedentes del tráfico y la industria se fijan al polen, así que aumenta su capacidad de irritación y, al mismo tiempo, daña nuestras vías respiratorias, favoreciendo la sensibilización alérgica.

🌽 Estilo de vida: biodiversidad y dieta
La agricultura intensiva, orientada a producir grandes cantidades de alimentos de forma rentable, ha reducido la biodiversidad de los ecosistemas, incluida la de los microorganismos presentes en el suelo y en el entorno.
Esa menor diversidad tiene un impacto directo en nuestra salud: cuanto más limitada es la exposición a antígenos, menos “entrenado” está el sistema inmunitario para distinguir entre lo que es realmente dañino y lo que no lo es. De hecho, numerosos estudios han confirmado el llamado ‘efecto granja’: los niños que crecen en entornos rurales, en contacto con animales y gran diversidad de microorganismos, tienen menos probabilidades de desarrollar alergias que quienes viven en entornos urbanos muy higienizados.
Además, la pérdida de biodiversidad ambiental ha reducido la variedad de alimentos disponibles. Mientras que las dietas ancestrales incluían cientos de especies vegetales ricas en fibra, hoy solo consumimos una pequeña parte de esa diversidad, en gran medida reemplazada por productos procesados. Esta uniformidad empobrece aún más nuestra microbiota intestinal y favorece lo que se conoce como disbiosis, un desequilibrio que aumenta la susceptibilidad a desarrollar alergias.
🛢️ Globalización y alergias: aditivos, plásticos y partículas contaminantes como cofactores
El uso de aditivos y envases plásticos permite conservar y transportar alimentos a largas distancias en una cadena cada vez más globalizada. Sin embargo, diversos estudios sugieren que podrían contribuir al desarrollo de alergias.

Algunos aditivos alimentarios, como la carboximetilcelulosa, alteran la barrera intestinal y favorecen la inflamación, facilitando que las defensas del organismo reaccionen frente a proteínas antes toleradas. De forma similar, compuestos presentes en plásticos, como los ftalatos, pueden modificar la respuesta inmunitaria.
Además, el incremento en el uso de materiales derivados del petróleo y de la actividad industrial ha aumentado las partículas contaminantes y nanopartículas en aire, agua y alimentos. Esta presencia se asocia a inflamación y una menor diversidad del microbioma intestinal, factores clave en la tolerancia inmune.
🌏 Alergias: un fenómeno multifactorial
El aumento de las alergias alimentarias no se debe a una sola causa, sino a la suma de factores como el clima, la contaminación, la pérdida de biodiversidad y nuestros hábitos de consumo. Este conjunto altera los mecanismos naturales de tolerancia del organismo, haciendo que el sistema inmune reaccione ante proteínas que en otras condiciones serían inocuas. De alguna manera, estas reacciones son un reflejo de cómo nos relacionamos con la naturaleza y el estado del planeta que habitamos.