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El ejercicio físico es salud
La actividad física es fundamental para la salud. Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a los adultos dedicar al menos 150 minutos semanales a actividad moderada o 75 minutos a ejercicio intenso, o bien una combinación equivalente.
Pero la mayoría de la población no alcanza estos niveles recomendados. Alrededor de 1.800 millones de adultos —un 31 % de la población mundial— no hacen suficiente ejercicio, advierten desde la OMS. En Europa, casi la mitad de la población no cumple con estas pautas, con menor adherencia entre mujeres, personas mayores y grupos socioeconómicos desfavorecidos. La situación es aún más preocupante en niños, niñas y adolescentes: más del 60 % no alcanza los 60 minutos diarios de actividad física moderada o vigorosa recomendados para estas edades, especialmente en el caso de las niñas y adolescentes.
Esta tendencia constituye un grave problema de salud pública; la inactividad está vinculada a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, demencia y ciertos tipos de cáncer, como el de mama y el de colon.

El diseño urbano, clave para fomentar el ejercicio físico
En un contexto de déficit global de actividad física, el crecimiento de las ciudades —donde se prevé que vivan 6.700 millones de personas en 2050— convierte al urbanismo en un factor decisivo para la salud pública. Crear entornos más caminables no solo favorece la movilidad cotidiana, sino que también ayuda a aumentar los niveles de ejercicio diario entre la población.
Un estudio liderado por la Universidad de Washington (EE. UU.) y publicado en la revista Nature respalda esta idea. Los investigadores concluyeron que mudarse de una zona menos caminable a otra más transitable impulsa a caminar más y, en consecuencia, incrementa la actividad física diaria. El cambio se traduce, en promedio, en 1.100 pasos adicionales al día —el máximo es de 1.400—, lo que equivale a unos 11 minutos extra de caminata o cerca de una hora adicional de ejercicio moderado a intenso por semana.
🚶🏼♀️ Así se desarrolló la investigación
Hasta ahora, los estudios sobre el impacto del entorno urbano en la actividad física habían arrojado resultados mixtos o bastante modestos, que no permitían distinguir con claridad los efectos del entorno y las preferencias individuales. Para superar estas limitaciones, la investigación de la Universidad de Washington recurrió a la aplicación móvil Azumio Argus.
Utilizando esta herramienta se analizaron a 5.424 personas que se mudaron entre 1.609 ciudades estadounidenses durante un periodo de tres años. En total, se recopilaron 248.266 días de registros minuto a minuto de pasos y se documentaron 7.447 mudanzas. La actividad física se midió mediante los acelerómetros integrados en los teléfonos inteligentes, lo que permitió a los investigadores comparar los pasos diarios antes y después de cada mudanza, y evaluar cómo variaba la movilidad según el entorno urbano.
Para medir la caminabilidad de cada ciudad, los investigadores utilizaron el índice Walk Score, que considera factores como la proximidad a los servicios esenciales, la accesibilidad peatonal, la longitud de las manzanas y la densidad de intersecciones. Cada urbe recibe una puntuación de 1 a 100, donde 100 representa el máximo nivel de transitabilidad.
🚶🏼♀️ Principales conclusiones del estudio
- Las personas que se mudaron de una ciudad con baja caminabilidad a otra mucho más transitable aumentaron su actividad diaria en alrededor de 1.400 pasos, pasando de 5.600 a 7.000 pasos diarios. En cambio, quienes dejaron poblaciones altamente transitables para trasladarse a entornos menos accesibles redujeron su actividad de manera proporcional.
- Si toda la población estadounidense viviera en ciudades con alta caminabilidad, parecida a la de Chicago o Filadelfia (78/100), un 11,2 % más cumpliría con las recomendaciones de actividad física de la Organización Mundial de la Salud.
- El efecto positivo de mudarse a un área más caminable se observó en casi todos los grupos de edad, género e índice de masa corporal, aunque fue menos pronunciado en mujeres mayores de 50 años.
- Hay tres características urbanas relacionadas con el aumento de la actividad física: un uso mixto del suelo (viviendas, comercios y negocios integrados), una red de calles bien conectada y un acceso sencillo al transporte público.
Repensar la ciudad desde la actividad física

Más allá de este estudio, otras investigaciones han profundizado en cómo la dimensión y configuración de las ciudades influyen en los hábitos de movilidad.
Una revisión científica, en la que se han analizado más de 90 ciudades europeas, concluye que los entornos compactos y bien conectados favorecen la movilidad activa, fortalecen la cohesión social y se asocian con menores tasas de enfermedades crónicas y mortalidad prematura. En contraste, las ciudades más extensas y dependientes del automóvil pueden ofrecer beneficios ambientales puntuales, como la reducción del efecto isla de calor, pero tienen mayores niveles de contaminación y riesgos para la salud.
A escala local, el grupo de investigación Enfermería y Promoción de la Salud de la Universidad del País Vasco (EHU) ha analizado el impacto del diseño urbano en la actividad física en tres barrios de Bilbao. Con un enfoque participativo, el estudio identifica la calidad de las zonas verdes, los espacios peatonales y las instalaciones polivalentes como elementos clave para promover estilos de vida activos.
No obstante, los vecinos advierten que no basta con que estos espacios existan: su mantenimiento, la oferta de actividades y la accesibilidad —especialmente en zonas con desniveles— son fundamentales para garantizar su uso efectivo. El trabajo también subraya la necesidad de una participación ciudadana real en la planificación urbana.


