Beber agua mineral bicarbonatada sódica durante las comidas puede reducir el riesgo cardiovascular

Beber medio litro conseguiría una reducción de hasta un 15% de los lípidos en sangre
Por EROSKI Consumer 26 de abril de 2012

El consumo de un agua mineral bicarbonatada sódica durante las comidas puede reducir el riesgo cardiovascular, tal como han demostrado investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Se desprende así de los últimos resultados de un estudio publicado en la revista «European Journal of Nutrition», con el que se ha demostrado que con medio litro de este tipo de agua se puede conseguir una reducción de entre un 6% y un 15% de los lípidos en sangre durante la digestión.

Ello contribuye a reducir el riesgo de formación de placas de ateroma en las paredes arteriales o aterosclerosis, lo que causa un mayor riesgo de sufrir un accidente cardiovascular, como una angina de pecho o un infarto. Esto es posible, según ha explicado la directora del Grupo de Minerales en Metabolismo y Nutrición Humana del CSIC y autora principal del estudio, la doctora Pilar Vaquero, gracias a la «particular composición» del agua analizada, que presenta un alto contenido en sales minerales.

El estudio incluyó a 21 sujetos sanos de entre 18 y 40 años, a quienes se les ofreció un desayuno «con un perfil lipídico parecido al de la dieta mediterránea» que incluía el consumo de medio litro de agua de la marca Vichy Catalán, mineral bicarbonatada sódica y con gas. Tras analizar sus niveles de triglicéridos después de las comidas, se compararon con los que presentaban tanto en ayuno como con el consumo de otro tipo de agua.

Se observó de este modo una menor absorción de lípidos que contienen los alimentos, que estaría provocada por un aumento ligero del pH del estómago, lo que implica una disminución de la liberación de la hormona colecistoquinina, que provoca que la vesícula biliar vierta menos bilis en el intestino. Al haber menos bilis en el intestino, se absorben menos lípidos y se consigue que una menor cantidad de estos compuestos alcance el torrente sanguíneo, un efecto que, como ha resaltado Vaquero, «se ha demostrado que se debe al agua, ya que todo lo demás estaba controlado». No obstante, ha matizado que «lo que se consigue es una disminución en la absorción, no que ésta se elimine». «No queremos que la grasa no se absorba», ha insistido Vaquero.

Estudios previos ya habían demostrado que el uso de este agua como parte de la dieta habitual era capaz de producir una disminución de hasta un 15% del colesterol total y del LDL, conocido como colesterol malo, lo que aumenta también la fracción de colesterol-HDL o colesterol bueno. Por ello, y en virtud de este último hallazgo, Vaquero y su equipo sugiere que añadir a la dieta habitual este tipo de agua podría servir como medio de prevención del riesgo cardiovascular.

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