La morcilla: formas de elaboración y acompañamientos

Unos sencillos consejos sobre la preparación, los acompañamientos y las salsas más adecuadas para la morcilla permiten saborear originales recetas
Por EROSKI Consumer 11 de abril de 2011
Img morcilla

La morcilla es un embutido fresco cuya composición genérica la conforma una mezcla de sangre de cerdo, vacuno u ovino, condimentada y amalgamada con verduras (puerro o cebolla, entre otras), arroz, miga de pan, pasas o piñones, que luego se prensa y embute en tripas naturales o artificiales. La variedad de ingredientes es la parte original de la receta y la misma que la hace típica de cada región, gracias a un particular modo de elaboración. Es un embutido energético que se acompaña con originales salsas de frutas de temporada (chutney) o se somete a una elaboración cuidadosa para que el arroz se tueste y resulte crujiente. Su elevado valor energético obliga a reservar los platos de morcilla para ocasiones puntuales y a degustarla en una cantidad comedida. De lo contrario, es posible que resulte indigesta.

Consejos para cocinar morcillas

En la forma de elaboración de las morcillas es fundamental el saber hacer de expertos charcuteros. Sin embargo, al cocinarla, se comparten una serie de consejos sobre la preparación, los acompañamientos y las salsas más adecuadas.

Las denominadas morcillas frescas están rellenas de verduras, como el puerro o la cebolla, y se pueden tratar a modo de salchichas. Al cocinarlas, se pinchan con un tenedor para que durante la cocción o fritura no revienten. Son un ingrediente idóneo de un potaje de legumbres, al cual proporcionan mucho sabor, pero también aumentan el valor energético y de grasas del plato. Se pueden servir en un plato aparte, a modo de guarnición, o reservar como entrante, con unos trocitos de berza cocida y salteada, una verdura adecuada en los cocidos.

Otra manera diferente de servir la morcilla consiste en cocerla en agua aromatizada con unas pimientas u otras especias y hierbas aromáticas, además de un poco de sal durante diez minutos. Una vez cocida, se corta en rodajas gruesas y se sirve con un puré parmentier de patata o con una base de panes tostados con uvas pasas. El contraste de sabores y texturas también lo proporciona una vinagreta guarnecida con cebolleta, pimiento y tomate muy troceados.

Una sencilla elaboración que aporta un toque original consiste en cocer la morcilla en agua con hierbas aromáticas o especias

Una vez cocida la morcilla de verduras, se puede abrir la tripa y emplear el relleno como ingrediente de otros platos. Es el caso de un plato de pasta, en el que la carne picada de la morcilla emula a la boloñesa. De la misma manera, sirve para rellenar unos pimientos del piquillo, unas pechugas de pollo o unos finos filetes de lomo fresco. Estos platos se pueden completar con una salsa de hongos o de setas, una salsa vizcaína o una más ligera, como la salsa tomatada con pisto de verduras.

La morcilla de arroz se cocina de manera similar, aunque la más gustosa es la morcilla a la plancha y a fuego lento. Se procede de la siguiente manera: se trocea la morcilla en rodajas de 5 mm de grosor, que se pasan por harina (para que no se rompan demasiado) y se cocinan a fuego medio en una sartén untada con un poco de aceite de oliva. Al cocinarse despacio, la morcilla se tuesta por ambas caras, de manera que el arroz queda crujiente. Esta morcilla de arroz elaborada a la plancha combina muy bien con una crema o un chutney de frutas, como la pera, la manzana, el mango o el melocotón. Esta propuesta de acompañamiento de la morcilla sustituye a otras más tradicionales, como los pimientos rojos asados, la salsa de tomate o la vizcaína suave. Aporta además un contraste dulce y fresco, con frutas naturales de temporada.

CONSERVACIÓN SEGURA

En principio, por ser un alimento de casquería, se debe asegurar el modo de elaboración y conservación. Al ser un producto crudo, su conservación se debe hacer en frío y con una caducidad de días.

Si la morcilla está cocida (también las hay ahumadas), la conservación se alarga y, como un embutido más, tiene una caducidad de meses.

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