La última encuesta de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) mostró que la mayoría de las personas con sobrepeso y obesidad intentan perder una media de 10 kilos en cinco meses. Buscan con ello sentirse sanas (82,8%), vestirse mejor (85,6%), equilibrar su estado emocional (78,8%), buscar trabajo (65,4%) y mejorar su vida sexual (58%). Lo intentan, pero fracasan. Todo apunta a que la solución está en no hacer régimen sino en comer bien, pero ¿qué es comer bien? En este artículo enumeramos los cinco errores más comunes que nos alejan de la experiencia de comer bien y recuperamos los cinco aciertos más seguros que nos ayudan a alimentarnos mejor.
¿Por qué no puedo adelgazar?
Existen varias razones que pueden explicar el fracaso al intentar bajar de peso, aun cuando se sigue una dieta saludable y se mantienen las ‘tentaciones’ a raya. Con esto damos la razón a aquellas personas que lo intentan y no lo consiguen, a pesar de su esfuerzo y de sus supuestas buenas prácticas. Los intentos fallidos frustran y conducen a malas maneras, a buscar atajos o, incluso, pueden dañar la autoestima y fomentar trastornos nocivos en las conductas alimentarias.
Hay que revisar algunas creencias que ayudan a entender por qué no siempre se pierde el peso deseado en el plazo previsto, a pesar de seguir una dieta saludable. Puede existir un problema metabólico, errores de hábito muy asentados (y no detectados como tales) o intolerancias desconocidas, por lo que, en ocasiones, hay que buscar causas individuales que precisan soluciones particulares. No obstante, previo a esto, merece la pena confirmar si se come bien o no, es decir, descartar razones generales que pueden salvarse con correcciones comunes.
Bajar de peso: los cincos errores más comunes
- 1. Comer rápido. La alimentación debe ser consciente en todo su proceso: en la elección de los alimentos, en la elección del modo en que se preparan y, por supuesto, en la ingesta de la comida. La rapidez está reñida con la conciencia. No es casual que la comida más insana se llame comida rápida. Podría llamarse también comida inconsciente.
- 2. Saltarse una comida. Esperar a tener hambre o prescindir del desayuno, del almuerzo, de la cena y de los tentempiés de media mañana o media tarde no hace que se coma menos, pero sí hace que se coma peor.
- 3. Beber calorías. Cuando uno bebe, no come, y sin embargo ingiere kilocalorías. Salvo el agua, que hidrata y no añade calorías, el resto de bebidas satisfacen poco la sed y no afectan el hambre. Algunos estudios señalan que, a lo largo del día, el 21% de las calorías que se ingieren son líquidas: café, leches, tés con azúcar, sodas, zumos de frutas y jugos endulzados, bebidas alcohólicas…
- 4. Porciones demasiado grandes. Si bien el propósito de comer ya no es quedarse ahíto, persiste la tendencia a conformar raciones demasiado grandes. No es un concepto baladí: en los últimos 20 años, la porción se ha agrandado de manera preocupante. Hay que retornar a las cantidades necesarias y justas.
- 5. Comer sin sentido es el quinto error más común. Se trata de ese acto de llevarse a la boca un puñado de alimentos muy calóricos o bien darse el gusto de un pequeño atracón sin hambre o terminar los platos de los demás. Esa ingesta extra de calorías echan por la borda todo un buen hacer durante el día. Si hay ganas de picar algo, mejor beber agua o tomar una infusión y, si no se puede resistir, optar por escoger la cantidad y sacarla de su envoltorio.
Si releemos los errores, nos daremos cuenta de que ninguno de ellos hace hincapié en la elección de alimentos, lo que confirma que no hay alimento malo o prohibido. Se destierra la tendencia de echar la culpa al plátano o al pan, que engorda, y otras sentencias menos absurdas, pero también muy introducidas en el imaginario colectivo. Los errores son más comunes y más reales.
Los cinco aciertos más seguros para adelgazar
- 1. El primer acierto es no cometer los errores. Se deben erradicar ciertos hábitos y darse la oportunidad de emprender una nueva forma de comer sin necesidad de prohibiciones o restricciones. Hay que estar convencido para hacerlo y hacerlo por uno mismo, por la salud o por la elección personal.
- 2. Sencillez. Aprovisionarse de alimentos frescos, de temporada y de producción cercana, pero también aplicar la sencillez en las recetas y en las maneras de prepararse la comida. La sencillez hay que aplicarla, asimismo, a los retos y los objetivos. Se han de introducir cambios poco a poco, con intención de conseguir comer bien a lo largo del tiempo y para siempre.
- 3. Moderación. En las cantidades, pero también en los propósitos y en las pautas. Cuando se come bien, se comen las porciones necesarias y la persona debe quedarse saciada. Puede que haya que regular las cantidades, puesto que la costumbre ha podido alterar la sensación de satisfacción. También este proceso debe ser moderado. Poco a poco.
- 4. Conciencia. Hay que pensar en la comida como alimento y no como aquello que quita el hambre. Por eso se come mejor en compañía, porque se le da un momento al acto de alimentarse, y si se elige antes qué se va a comer, para evitar ingerir cualquier cosa. Se termina de comer bien cuando se deja de hacerlo de manera consciente, un poco antes de estar con la sensación de lleno. Esto permite que el cerebro mande a tiempo la orden de que ya se ha ingerido lo suficiente, antes de que se haya comido demasiado.
- 5. Diversidad de colores y sabores. Llenar los platos de rojos, verdes, amarillos, naranjas… Es una fórmula para diseñar menús coloridos y llenos de verduras, frutas y hortalizas. Puede parecer una obviedad, pero si se presta atención a esta señal, se logra comer mucho mejor.
En definitiva, acumulamos errores y aciertos en nuestra acción de comer. La cuestión es que, para comer bien, debemos lograr potenciar los aciertos y eliminar de manera progresiva los errores. Se puede lograr comer bien. Como decíamos al principio, no consiste en estar a régimen o en hacer dieta.
Hay un factor que no podemos dejar sin tocar: hacer ejercicio. Es fundamental. Es la batuta que dirige la orquesta. Hasta tal punto es necesario oxigenar las células y el cerebro a base de actividad física, que cada vez es más evidente que se puede estar delgado y no estar sano. La clave la da el ejercicio. Por ello, hay que proponerse realizar 50 minutos de actividad física consciente al día. Si no se puede realizar ejercicio de manera pautada todos los días, es importante introducir ciertos hábitos, como aparcar el coche un poco más lejos, utilizar las escaleras, sacar la basura y dar un rodeo hasta el contenedor y al regreso…
El otro factor al que no se le presta mucha atención, en tanto que no se asocia con el aspecto físico, es el estrés. El estrés domina las emociones y la ansiedad, los nervios y la irritabilidad pueden convertirse en un elemento clave en el mal comer, en comer más, comer más dulce, comer más grasas, más desordenado, en definitiva, malcomer.