Una vez más, los griegos y los romanos fueron los descubridores de las virtudes medicinales y culinarias de la alcachofa. Y desde entonces a esta parte se han descubierto numerosas sustancias con claro beneficio orgánico, tales como:
– Cinarina, un compuesto químico que le proporciona a las alcachofas el ligero gusto amargo que las caracteriza. Tiene acción colerética, es decir, actúa sobre los hepatocitos (células hepáticas) y hace que éstos aumenten la producción de bilis; y su actuación sobre las células renales provoca una mayor excrección de orina.
– Cinarósido, es un flavonoide dotado de acción antiinflamatoria. – Ácidos orgánicos, tales como el málico, cítrico, que se sabe que potencian la acción de la cinarina, entre otras muchas funciones. – Esteroles, son sustancias con una semejanza en cuanto a estructura química al colesterol, pero de origen vegetal. Desempeñan una función destacable puesto que limitan la absorción del colesterol en el intestino.
De la parte comestible obtenemos estas sustancias, y dado que los tallos, las hojas y la raíz de la alcachofera no son comestibles, se extraen los principios activos y de esta manera su uso cae dentro del campo de la fitoterapia.