Consejos para superar los momentos de bajón durante la maternidad

Aceptar la propia tristeza, darse tiempo o estar atentos ante una posible depresión posparto son claves para afrontar las dificultades de la crianza de un bebé
Por Cristian Vázquez 5 de diciembre de 2016
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Imagen: kalinovsky

La maternidad es un periodo idealizado. Con mucha frecuencia, se representa como una etapa maravillosa, donde solo hay cosas buenas. La realidad dista bastante de esas imágenes: son tiempos difíciles, de mucho cansancio, soledad y momentos de bajón. Este artículo explica los peligros de esa imagen mitificada de la crianza y brinda algunas claves para afrontar las dificultades que conlleva la maternidad, como aceptar la propia tristeza, hacer “tribu”, proponerse hacer lo que en realidad se desea y darse tiempo, además de estar atentos ante una posible depresión posparto.

Los peligros de la imagen mitificada de la maternidad

En nuestra sociedad está la idea de que la maternidad y la paternidad -en particular, durante los primeros meses o años de la vida de los niños- es un periodo maravilloso, pleno de felicidad. Esta creencia, todavía muy arraigada y difundida por los medios de comunicación, hace bastante daño a muchas mujeres y hombres, que comprueban en el día a día de su propia experiencia que, en la crianza real, no todo es color de rosa.

Son épocas de mucho cansancio y soledad. El bebé requiere atención casi permanente, lo que hace que los padres y las madres duerman poco y mal, con las consecuencias sobre el estado físico y el humor que eso conlleva. La baja por paternidad, además, es breve, por lo que son las madres quienes más sufren estos efectos. «Tener un hijo es, entre otras cosas, bastante agotador», afirma Carolina del Olmo, filósofa y escritora, autora del libro ‘¿Dónde está mi tribu?’ (Ed. Capital Intelectual, 2013). Por ello, alerta del peligro de difundir una «imagen mitificada de la maternidad», ya que «el descubrimiento de las ambigüedades de la experiencia materna puede resultar doloroso».

Las redes sociales desempeñan un papel de gran relevancia. En Dinamarca existe el llamado Instituto de Investigación de la Felicidad, que también en 2015 publicó los resultados de un estudio según el cual sin Facebook se vive mejor. Una de las principales razones es que en esa red social, como en otras, los usuarios tienden a mostrarse siempre muy bien. Durante la crianza de un bebé, los textos, fotos y vídeos que se comparten en general corresponden a momentos positivos y de gran belleza. Cuando otras personas comparan su propia situación con lo que ven allí pueden sentirse frustrados y tristes.

Claves para afrontar las dificultades de la crianza del bebé

El año pasado, la artista británica Lucy Scott publicó ‘Doodle Diary of a New Mom’ («Diario garabateado de una nueva mamá»), en el cual retrata con humor muchas de las agotadoras situaciones que los padres, y sobre todo las madres, deben afrontar: el cansancio, la falta de tiempo para ellos mismos, tener que hacer diversas tareas cotidianas siempre con el hijo en brazos, etc. Esos dibujos, algunos de los cuales se pueden ver en su página de Facebook, son una manera divertida de combatir esa «imagen mitificada de maternidad» que Del Olmo menciona. Pero, más allá de eso, afrontar día a día esas dificultades puede resultar complicado.

Existen distintas formas de afrontar estos momentos de bajón y combatir la tristeza. A continuación, se citan una serie de consejos para lograrlo.

1. Aceptar la tristeza

La primera medida para superar la tristeza es reconocer su existencia. A menudo, la presión social que ejerce la imagen mitificada de la maternidad, y en menor medida también de la paternidad, lleva a un intento de minimizar la situación o hacer caso omiso de los propios sentimientos. «Cuanto más tiempo pases negando tu emoción, con más intensidad la vas a sentir», afirma la psicóloga Cristina Veira, realizadora del blog ‘Anotaciones de una madre autónoma‘.

¿En qué consiste aceptar la tristeza? La especialista enumera tres acciones: contárselo a alguien de confianza, que acompañe y no juzgue; llorar cuando se tengan ganas de hacerlo; y evitar hacer lo que no sea indispensable y que se sepa que empeorará las cosas. Según Veira, este primer paso es el más importante y lo que venga después será mucho más fácil, porque «después de estar triste lo que toca es volver a estar alegre».

2. Hacer tribu

Para combatir la soledad de la crianza, nada mejor que «recuperar la tribu«. «Necesitamos esa tribu poderosa con la que poder compartir nuestros sentimientos, dudas, emociones y momentos«, asegura la madre bloguera Inma Alcázar, realizadora de ‘De crianza y otras andanzas‘. De ese modo es posible, reconoce, «evitar el aislamiento al que estamos sometidos en las sociedades modernas».

Esa tribu se puede buscar en familiares cercanos, personas de mucha confianza o, en particular, otras personas que estén pasando por una experiencia similar. Los centros de salud y muchas organizaciones sin ánimo de lucro ofrecen la alternativa de estos grupos.

3. Pensar en lo que se desea hacer y proponerse hacerlo

En su libro ‘Guía Urgente del Padre Primerizo‘ (Ed. Larousse, 2015), el escritor y dibujante Rafael Esteve Lloret cuenta que el cansancio y el estrés de la paternidad, sumados a los causados por el trabajo, le llevaron a padecer un ataque de ansiedad. A partir de ese momento procuró «hacer mejor las cosas y tomar la vida con más calma«.

«Lo primero que hice -cuenta Esteve- fue apuntar en un papel todas las cosas que me hacían sentirme frustrado por no poder estar haciéndolas durante la paternidad». Cuando terminó de formar una especie de mapa de sus deseos, se dio cuenta de que no eran tantos, ni tan difíciles, sino más bien cosas simples: dibujar más, leer, aprender a tocar la guitarra, practicar inglés, etc. Entonces, se propuso «encontrar un hueco» para ellas en las rutinas semanales y comprendió que el mejor modo de hacerlo era combinarlas, siempre que fuera posible, con una necesidad: pasar mucho tiempo con su hija. Así fue como empezó a dibujar con ella, a tocar la guitarra cuando la hacía dormir, etc., y de esa manera se sintió mucho mejor.

4. Darse tiempo

En ocasiones, la tristeza proviene de las dudas sobre si se hacen las cosas bien, de ese temor de «no ser una buena madre» o «un buen padre». «En muchas ocasiones, esa sensación de no hacer nada bien viene determinada por unas expectativas irreales o inalcanzables», explica Amelia Fuentes Valenzuela, psicóloga especializada en infancia y miembro de la Asociación Europea de Psicología Clínica Cognitivo Conductual (AEPCCC). Ante esto, los especialistas recomiendan bajar el nivel de autoexigencia, no compararse con los demás padres y darse tiempo.

Adrián Cordellat, realizador del blog ‘Un papá en prácticas‘, cuenta que, durante el primer año de vida de su hija, le resultó «bastante frustrante» comprobar que el vínculo entre ambos existía, pero era mucho más débil que el que la niña tenía con su madre. «Me costaba entender que no pudiese estar cinco minutos entretenida conmigo», recuerda Cordellat. Luego la situación cambió. ¿Y cuál es la clave? El paso del tiempo. La hija creció, adquirió nuevas capacidades y ganó autonomía con respecto a la madre. Por ello, su consejo es: «Tened paciencia, no desesperéis. Al final, si sois padres presentes en el día a día de vuestros hijos, todo se reduce a una cuestión de tiempo».

5. Prestar atención a una posible depresión posparto

Los momentos de tristeza son normales ante una situación que exige tanto esfuerzo como la crianza de un bebé. Pero se debe estar atentos para identificar si la cuestión va más allá de un bajón ocasional y adquiere las características de una depresión posparto. La depresión posparto, según un estudio reciente, afecta al 13% de las madres españolas y también a muchos padres.

Tratar de tener un buen descanso y una buena alimentación, aprovechar la ayuda que brinden otras personas, buscar tiempo para la distracción y la diversión y cuidar la intimidad con la pareja son algunas claves para alejar la depresión posparto. Si estos consejos no ayudan y se padecen síntomas más importantes (insomnio, crisis de pánico o ansiedad, sensación de incapacidad para cuidar del niño, etc.) lo que se recomienda es acudir a un profesional.

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