Los vómitos son un síntoma frecuente de muchas enfermedades. Por lo general, estas expulsiones de alimentos por la boca con fuerza —sin ella son regurgitaciones— tienen que ver con una infección de las vías altas, una gastroenteritis o diarrea o también con alergias, intolerancias o intoxicaciones alimentarias, por ejemplo. Y también son la primera manifestación de otras patologías digestivas graves, como cuando se producen de forma recurrente durante horas o días. Así ocurre en el síndrome de vómitos cíclicos (SVC). A continuación, detallamos cuándo se debe consultar al pediatra por los vómitos del niño y en qué consiste este trastorno digestivo, sus síntomas y tratamiento.
Vómitos en niños: qué hacer y cuándo preocuparse
Detrás de los vómitos de un niño puede haber distintas enfermedades, por lo que el tratamiento dependerá de la patología. Así que la recomendación de la Asociación Española de Pediatría (AEP) pasa por no utilizar medicamentos contra los vómitos (antieméticos), “ya que pueden ocasionar efectos secundarios importantes y ocultar los síntomas de la enfermedad que los produce”. Entonces, ¿qué hacer? Los pediatras dan los siguientes consejos:
- Evita la deshidratación. Ofrécele líquidos en cantidades pequeñas y frecuentes, aproximadamente una cucharada cada cinco minutos. Los bebés pueden seguir tomando el pecho o el biberón con la leche que toman habitualmente.
- Si hay diarrea, recurre a soluciones de rehidratación oral (SRO) de venta en farmacias y que reponen las sales que se han perdido. No uses soluciones caseras (zumos ricos en azúcares, limonada alcalina), ni refrescos comerciales, ni bebidas para deportistas (“por su contenido en sales y azúcares distintos a los que se necesitan a estas edades”).
- Observa la aceptación de líquidos por parte del niño. Si son bien tolerados, aumenta su frecuencia y cantidad. Y si le sientan bien, ofrécele comida– nunca forzándole – en pequeñas cantidades, pero que no tengan mucha grasa o azúcar.
Pero hay circunstancias en las que consultar con el pediatra o acudir a urgencias resulta vital, como apunta la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría:
- Si quien vomita es un bebé es menor de tres meses y ha vomitado dos o más tomas.
- Si el niño vomita mucho, no tolera sólidos, ni líquidos. También si vomita, aunque no tome nada.
- Si los vómitos son verdosos, contienen sangre o parecen posos de café.
- Si el pequeño presenta alguno estos síntomas de deshidratación: está adormilado, decaído, tiene mucha sed, los ojos hundidos, llora sin lágrimas u orina poco.
- Si cursan con mucho dolor abdominal o de cabeza. Tiene fiebre mayor de 38 ºC o dificultad para mover el cuello.
Síndrome de vómitos cíclicos: qué es y cuáles son sus síntomas
Los vómitos persistentes constituyen un motivo de consulta obligada al pediatra. Y es que si tu hijo los sufre, puede ser que padezca el síndrome de vómitos cíclicos. Este trastorno gastrointestinal funcional se caracteriza por episodios repetidos o cíclicos de náuseas y vómitos intensos, que se alternan con periodos en los que el menor se muestra asintomático, sano. Las crisis severas requieren hospitalización.
La enfermedad aparece entre los tres y siete años de edad, más frecuente en niñas, y suele resolverse en la adolescencia, aunque puede que no. Afecta al 2 % de la población infantil y repercute en su rendimiento escolar, pues estos pequeños suelen perder clases. Como síndrome fue descrito por el pediatra inglés Samuel J. Gee (padre de la enfermedad celíaca) en 1882 y se cree que Charles Darwin lo tuvo.
Imagen: cottonbro
¿Cómo saber si mi hijo tiene el SVC? Los episodios de vómitos, como definen en la Sociedad Española de Gastroenterología Hepatología y nutrición Pediátrica (SEGHNP), suelen ser de la siguiente manera:
- El niño vomita a menudo, incluso varias veces por hora.
- Los vómitos pueden durar desde unas pocas horas a varios días (unos 10 como mucho).
- Pueden presentarse varias veces al año e, incluso, varias veces en el mismo mes.
- Pueden empezar en cualquier momento del día, pero con frecuencia lo hacen de madrugada.
- Además de vómitos, el pequeño tiene cefalea, dolor abdominal, diarrea, babeo, palidez y fuerte decaimiento.
- Los ciclos son similares: empiezan a la misma hora y duran la misma cantidad de tiempo, mientras que los síntomas también son iguales.
- Signos de alarma: deshidratación, desequilibrios químicos (se pueden perder gran cantidad de sales minerales con los vómitos) y hemorragias digestivas.
¿Qué causa el síndrome de vómitos cíclicos?
Los expertos no saben qué causa este síndrome, aunque lo relacionan con las migrañas. Además, sostienen que los niños con SVC tienen más tendencia a padecer ansiedad, fatiga y síndrome de taquicardia ortostática postural (en el POTS las taquicardias empiezan después de ponerse de pie). Sus padres los definen como personas perfeccionistas, entusiastas.
Aun así, hay factores que podrían desencadenar estos episodios:
- estrés emocional.
- situaciones que causas gran excitación como cumpleaños o vacaciones.
- infecciones respiratorias, sinusitis, gripe…
- menstruación.
- ayunar o comer en exceso.
- falta de sueño.
- mareos por movimiento.
- alergias.
- algunos alimentos, como chocolate o queso, o bebidas (cafeína).
¿Cómo tratar el síndrome de vómitos cíclicos?
El SVC es difícil de diagnosticar, porque las náuseas y los vómitos son comunes a muchas enfermedades. De ahí que en el caso de los padres sea esencial describir muy bien los síntomas y su frecuencia. Por su parte, el pediatra recurrirá a diversas pruebas para emitir su diagnóstico como análisis, ecografías, estudios radiológicos con contraste, endoscopia…
No hay cura para el síndrome de los vómitos cíclicos. Como explican desde la Sociedad Española de Gastroenterología Hepatología y nutrición Pediátrica (SEGHNP), en cuanto al tratamiento será preventivo en el periodo entre los episodios de vómitos y de freno o reducción de los vómitos y otros síntomas en la fase previa y durante los vómitos.
En la etapa preventiva, los medicamentos se toman para disminuir la frecuencia o eliminar los episodios. Se recomiendan para quienes tienen crisis cada 4-6 semanas, o crisis severas que precisen hospitalización o duren más de dos días. Pero también pueden resultar útiles hábitos saludables como: dormir bien, evitar ciertos alimentos y bebidas (cafeína, queso, chocolate), minimizar la importancia de eventos en los que la emoción puede ser desencadenante y llevar a cabo técnicas para el manejo del estrés.
En el tratamiento durante la fase de vómitos se administran fármacos para las náuseas o un sedante para dormir, además de líquidos dulces poco a poco. Lo idóneo, cuando se inician estos episodios, es mantener al niño lo más tranquilo posible en la cama de un cuarto silencioso y a oscuras. Si los vómitos son intensos, con el fin de evitar que se deshidrate, en ocasiones es necesario el ingreso hospitalario.