La distancia correcta entre las lámparas halógenas

Debido a que las lámparas halógenas encendidas alcanzan temperaturas muy elevadas, tienen que colocarse al menos a un metro de distancia unas de otras
Por EROSKI Consumer 19 de julio de 2005
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Imagen: ilker

Las lámparas halógenas constituyen una de las opciones preferidas para iluminar zonas de paso, como pasillos y recibidores, y espacios como la cocina y el baño, además de como complemento de las luces generales en el salón. Este artículo informa acerca de las distancias correctas para la instalación de focos halógenos, los lugares apropiados para este tipo de luces, la historia de estas lámparas y las precauciones para su empleo.

Distancias correctas para la instalación de lámparas halógenas

Las lámparas halógenas son muy utilizadas como una variante de las lámparas tradicionales, debido a la calidad de su luz y su larga vida útil. Por sus características, no se pueden instalar de cualquier forma, sino que es importante tener en cuenta una serie de datos antes de decidir dónde colocarlas.

Además de la distancia de las lámparas halógenas entre sí, conviene evitar que estén a menos de 50 centímetros de la pared

En general, la distancia mínima que debe separar unos focos halógenos de otros es de un metro, mientras que ninguno debería estar a menos de 50 centímetros de la pared. Esto es, entre otros motivos, a causa de uno de los principales aspectos negativos de este tipo de iluminación: las altas temperaturas que generan, que pueden superar los 250 ºC. Por eso, están cubiertas por un material termorresistente, normalmente cuarzo, que evita que desprendan tanto calor.

Además, las lámparas de este tipo se instalan a menudo empotradas en el techo. Esta es otra de sus ventajas, ya que gracias a tal ubicación apenas se ensucian y son bastante fáciles de limpiar. Como contrapartida, exigen la existencia de un «falso techo», con un hueco de al menos 10 centímetros. También pueden instalarse en el interior de armarios, en cuyo caso el cuerpo de las lámparas y demás accesorios quedarán en la parte superior, por fuera del mueble.

Muchos de estos focos funcionan con sistemas de baja tensión (son comunes las de 12 voltios), lo cual hace necesaria la introducción de un transformador. Aquí también hay que tener en cuenta las distancias: entre cada foco y el transformador debe haber al menos 20 centímetros de separación.

Lugares apropiados para las lámparas halógenas

Las lámparas halógenas se emplean con frecuencia en zonas de paso, debido entre otros motivos a que desde el momento mismo en que se encienden iluminan con toda su capacidad. Los focos de bajo consumo, en cambio, necesitan de algunos segundos para alcanzar su máximo brillo y, al tratarse de zonas de tránsito (como pasillos o recibidores), ese tiempo puede ser el que se tarde en pasar por allí y abandonarlas.

Las lámparas halógenas se utilizan con mucha frecuencia para iluminar zonas de paso, como pasillos y recibidores

De todos modos, estas lámparas se usan también en espacios pequeños, como la cocina o el cuarto de baño. En el salón e incluso a veces en los dormitorios, los focos halógenos a menudo se combinan con otro tipo de luces destinadas a la iluminación general, mientras que las halógenas se reservan para iluminar un área específica de la estancia, cuadros en la pared, para que alumbren de forma parcial cuando se necesita poca luz, etc.

La cantidad y potencia de las lámparas halógenas que corresponda instalar dependerá tanto de la superficie de la estancia que deban iluminar, como del flujo luminoso de los focos. Otra ventaja de estos focos con relación a otras lámparas es que tienen una mayor eficacia luminosa. Es decir, con la misma potencia (medida en vatios) que una lámpara de otro tipo, una halógena tiene un mayor flujo luminoso (que se mide en lúmenes), ilumina más.

Historia de las lámparas halógenas

El origen de las lámparas halógenas se remonta a mediados del siglo XX, cuando fueron desarrolladas debido a la necesidad de conseguir luces de gran potencia y poco tamaño para los extremos más agudos de las alas de los aviones a reacción. Así fue como en el bulbo de las lámparas se introdujo una pequeña cantidad de gas halógeno (en general, yodo o bromo), además del gas inerte que ya formaba parte de los focos normales en la época. El resultado fue una mejora del rendimiento del filamento, lo cual proporcionó mayor potencia en menor tamaño y también una mayor vida útil.

Precauciones para su empleo

Las ampollas de los focos halógenos están construidas generalmente con cuarzo, para reducir las altas temperaturas que estas luces alcanzan. Por eso hay que tener mucho cuidado de no tocar la ampolla de cuarzo con los dedos, ya que la minúscula capa de grasa presente en la piel puede desvitrificar el cuarzo y causar la rotura de la lámpara. Para evitar este riesgo, algunas lámparas incluyen una especie de segunda ampolla, fabricada en cristal común, que recubre y protege la primera.

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